Coronavirus, mezquitas cerradas y oraciones sin fieles

En muchos países de la región del Oriente Medio se ha cancelado la oración comunitaria de los viernes. Vacío el espacio frente a la Kaaba en la Meca. Cerraron la Mezquita Azul en Estambul, la Cúpula de la Roca en Jerusalén y la Mezquita Hassan en Casablanca. Pero hay quienes desafían la epidemia: en Karachi los lugares de culto están llenos de gente.


Jerusalén (AsiaNews/Agencias) - Para frenar la emergencia del coronavirus, ahora extendida en gran parte de Oriente Medio, las mezquitas han interrumpido la oración comunitaria del viernes, uno de los ritos más significativos y concurridos para el mundo musulmán. Una cancelación generalizada que no tiene precedentes en la memoria viva y que confirma la gravedad de la situación en una zona, con la excepción del Irán, hasta ahora salvada por la pandemia. Sin embargo, no faltan excepciones, porque en algunos casos aislados los fieles han desafiado las órdenes de las autoridades para reunirse y rezar.

En la Meca, el lugar sagrado del islam por excelencia, la plaza frente a la Kaaba usualmente llena de fieles hoy estaba vacía y silenciosa. En la mezquita de al-Raihi en Riad, sólo se oía la voz del muecín, que con su canto llamaba a la oración. Junto a él un puñado de colaboradores, pero ningún fiel siendo que la llamada suele reunir a miles de personas. "El sentimiento es indescriptible", dice el almuédano Nasser Mohammed, y los minaretes "están llorando".

La Mezquita Azul de Estambul, la Cúpula de la Roca en Jerusalén y la Mezquita Hassan II en Casablanca cerraron sus puertas al unísono por primera vez. Además, la rápida propagación del coronavirus en el Oriente Medio ha impulsado a muchos gobiernos a bloquear las oraciones de la comunidad y a poner sellos en los lugares de culto, para alejar a las multitudes peligrosas y alentar a la mayoría de los fieles a rezar en sus casas, en el trabajo, en los parques o en las calles. 

Algunas mezquitas de la región han difundido una versión alterada de la llamada a la oración, pidiendo a la gente que se quede en casa según un eslogan ahora conocido en todo el mundo.

En Jerusalén, donde la Cúpula de la Roca y la vecina al-Aqsa (el tercer lugar sagrado más importante del islam) estaban cerradas, los líderes religiosos permitieron el acceso a la plaza donde se encuentran las dos mezquitas. Algunos de los fieles tuvieron fuertes enfrentamientos con la policía israelí, que trató de limitar las entradas para evitar las reuniones masivas.

En Siria, aplastada por nueve años de guerra, por primera vez en mil años la Gran Mezquita de la Omeya fue cerrada a los fieles. Esto confirma que los temores sobre la propagación de la epidemia son más fuertes que la violencia del conflicto.

En otras partes del mundo, en cambio, desde El Cairo a Mogadiscio, pasando por Karachi, los fieles abarrotaban las mezquitas, desafiando el virus y las prohibiciones. En la metrópoli más poblada de Pakistán los lugares de culto estaban como siempre llenos de gente, mientras que los imanes gritaban desde los micrófonos: "No somos tan débiles como para permitir que el virus vacíe nuestras mezquitas". En la capital egipcia los lugares de culto estaban abiertos, pero las autoridades religiosas pedían a los imanes que acortaran los sermones y oraciones, pidiendo a los fieles que rezaran las oraciones desde sus casas.