P. Samir: de Italia a Irak, el coronavirus y la nueva guerra global (I)
de Samir Youssef*

El dolor de los cristianos iraquíes, por las dramáticas imágenes que llegan de Italia. En el Kurdistán iraquí, las autoridades han paralizado la producción, cerraron los lugares de culto e impiden la circulación de los ciudadanos. Los conflictos de “tercera generación”, de naturaleza biológica. La dos vías de protección: espiritual y sanitaria. 

 


Erbil (AsiaNews) - Desde Italia hasta Irak, la emergencia del coronavirus ya se ha transformado en un reto global, que toca combatir con la oración y siguiendo las indicaciones de las autoridades políticas y sanitarias, para impedir la difusión. El Pbro. Samir Youssef, un sacerdote caldeo que vive en el norte de Irak, durante años ha estado a la vanguardia en la obra de asistencia a los cristianos, musulmanes y yazidíes víctimas del Estado Islámico, y se ha convertido en un partner de AsiaNews en la campaña “Adopta un cristiano de Mosul”. Hoy, él dirige su oración (en el vídeo) a Italia, a las víctimas de una pandemia que cobra el aspecto de una nueva guerra, con cada día que pasa. En efecto, las guerras de la llamada “tercera generación”, de tipo biológico [...], son frías y calientes, como la gripe”. “Una guerra - subraya - entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, en su eterna contraposición”.

A continuación, el testimonio del Padre Samir (Primera Parte).

 

Ante todo, ruego que todos se encuentren bien, y pido la intercesión del Nuestro Señor y Salvador, para que salve a Italia y al mundo entero de este maldito virus. Como ocurre en su país, aquí también todo está quieto y los ciudadanos están recluidos en casa. Se han clausurado las universidades, las iglesias, cancelaron las actividades comunitarias y los restaurantes y centros comerciales permanecen cerrados. Se mantienen abiertos los mini-mercados, las farmacias y los hospitales. Estamos en pleno toque de queda; la mayor parte de los productos viene de Turquía, algunos fármacos se fabrican localmente, pero la mayoría proviene de Italia o de Suiza; y se teme que falten medicamentos a futuro. 

¡Cuántos problemas impensables que ha creado esta criatura invisible! Aquí, en Enishke, en el Kurdistán iraquí, se puede caminar pero solo en la zona cercana a la iglesia; en las calles principales, la circulación está prohibida: en un primer momento, se dijo que el bloqueo regiría hasta el 29 de marzo; luego, el gobierno lo extendió hasta el 8 de abril, pero es casi seguro que se prolongue más. El número de infectados ronda un centenar en todo Irak, pero es difícil estimar cifras, particularmente porque no se han cerrado las fronteras con Irán, el principal foco de Covid-19 en la región del Oriente Medio.  

Desde el primer día en que el virus azotó a Italia, sentí un dolor profundo y a la vez una gran cercanía, que también comparten todos aquí, en el Kurdistán, cristianos o no, pues conservan en la memoria la enorme ayuda que han recibido de su país en el pasado. Hemos escuchado historias tristes y conmovedoras: de médicos y enfermeros, de sus sacrificios al permanecer en los hospitales días enteros; de los que no han querido regresar a su casa para no llevar el virus y contagiar a sus seres queridos; las historias de los que han fallecido; las personas ancianas que mueren en los hospitales, privados del consuelo de sus hijos y parientes. Y de las víctimas, no solo ancianas, sino también jóvenes que estaban en la plenitud de la vida. La fila de ataúdes fuera de las iglesias, y aquellos que traslada el ejército. 

Italia y luego Francia, los Estados Unidos, el continente africano, Asia… todo el mundo está frente a un desafío: o vencemos este maldito virus juntos, unidos, y para siempre, o continuará surgiendo nuevamente entre nosotros, con toda su fuerza y aterrorizándonos de nuevo. Aquí también estamos en toque de queda, pero los jóvenes continúan saliendo; especialmente los kurdos, hasta que el gobierno [de Erbil] decida desplegar a los Peshmerga para obligar a la gente a permanecer en sus casas. Religiosos, médicos, políticos, la policía, los expertos y los miembros de las fuerzas de seguridad… todos estamos colaborando para detener este virus. 

Yo creo que esto marca el comienzo de la tercera generación de guerras, la guerra biológica. Y para ello, no es necesario que intervengan los gobiernos; basta que tres grandes compañías de tecnología quieran determinar el destino del mundo, para explotar este virus para su beneficio. En el futuro, este momento será analizado con mayor claridad… detrás de todo, hay un misterio. Todo nos muestra que estamos ante una guerra global, pero que se sale de los conflictos típicos. Creo que las guerras convencionales - tal como concluyó la guerra fría - están llegando a su fin en Siria, en Libia y en Yemen, para dar paso a otro tipo de guerra, fría y caliente a la vez, como la gripe. 

Será una guerra entre la ciencia y los gestos de buena voluntad, y la ciencia y los gestos de las personas que se mueven por interés, entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, en su eterna contraposición. Y aquí debemos hablar de dos modos y vías de protección: una, espiritual; y la segunda, sanitaria. La primera, con las oraciones, la lectura del Evangelio, encomendándose al Señor, confiados en su misericordia. La segunda protección consiste en seguir la senda de la ciencia, poniendo en práctica las pautas y procedimientos del sistema sanitario. 

(fin de la primera parte)

* sacerdote de la diócesis de Zakho y Amadiya