Papa: en tiempo de pandemia el hacinamiento de las cárceles es un peligro

Algunas organizaciones de beneficencia “tienen una estructura muy rica de gente y al final llegan a los pobres el 40%, porque el 60 es para pagar el sueldo a tanta gente. Es un modo de tomar el sueldo de los pobres”. “Seremos juzgados por nuestra relación con los pobres”.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El peligro representado por el hacinamiento de las cárceles en este tiempo de pandemia fue la intención de la oración expresada por el Papa Francisco en la introducción de la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta. “Pienso-dijo- en un grave problema que existe en muchas partes del mundo. Me gustaría que hoy rezáramos por el problema de la superpoblación en las cárceles. Donde hay hacinamiento – tanta gente allí – existe el peligro, en esta pandemia, de que termine en una grave calamidad. Oremos por los responsables, por los que tienen que tomar las decisiones en esto, para que encuentren un camino justo y creativo para resolver el problema”.

En su homilía, el Papa Francisco comentando el pasaje del Evangelio de Juan (Jn 12, 1-11) en el que María, hermana de Lázaro, ungió con un precioso perfume los pies de Jesús, provocando la crítica de Judas: ese perfume podría venderse y lo recabado podía ser entregado a los pobres.

“Seis días antes de Pascua – observó– estamos justo en la puerta de la Pasión, María hace este gesto de contemplación: Marta servía – como en el otro pasaje – y María abre la puerta a la contemplación. Y Judas piensa en el dinero y piensa en los pobres, pero no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como guardaba la caja de dinero, cogía lo que ponían en ella. Esta historia del administrador infiel es siempre actual, siempre la hay, incluso a un alto nivel: pensemos en algunas organizaciones caritativas o humanitarias que tienen tantos empleados, tantos, que tienen una estructura muy rica en personas y al final el cuarenta por ciento llega a los pobres, porque el sesenta es para pagar el sueldo a tanta gente. Es una forma de quitarles el dinero a los pobres. Pero la respuesta es Jesús. Y aquí quiero parar: "Los pobres siempre están con ustedes". Es una verdad: "Los pobres siempre están con ustedes". Los pobres están ahí. Son muchos: están los pobres que vemos, pero ésta es la parte más pequeña; la gran cantidad de pobres son los que no vemos: los pobres ocultos. Y no los vemos porque entramos en esta cultura de indiferencia que es negacionista y negamos: "No, no, no son muchos, no se ven; sí, es así...", siempre disminuyendo la realidad de los pobres. Pero hay muchos, muchos”.

“O incluso-prosiguió-  si no entramos en esta cultura de la indiferencia, existe la costumbre de ver a los pobres como adornos de una ciudad: sí, están ahí, como estatuas; sí, están ahí, se pueden ver; sí, esa viejecita mendigando, esa otra... Pero como si fuera algo normal. Es parte de la ornamentación de la ciudad tener gente pobre. Pero la gran mayoría son las víctimas pobres de las políticas económicas, de las políticas financieras. Algunas estadísticas recientes lo resumen así: hay tanto dinero en manos de unos pocos y tanta pobreza en muchos, en muchos. Y esta es la pobreza de tantas personas que son víctimas de la injusticia estructural de la economía mundial. Y [hay] tantos pobres que se avergüenzan de mostrar que no llegan a fin de mes; tantos pobres de la clase media, que van en secreto a Cáritas y piden en secreto y sienten vergüenza. Los pobres son mucho más que los ricos; mucho, mucho... Y lo que dice Jesús es cierto: "Porque los pobres están siempre con ustedes". ¿Pero yo los veo? ¿Soy consciente de esta realidad? Especialmente la realidad oculta, los que se avergüenzan de decir que no llegan a fin de mes”.

Recuerdo que en Buenos Aires me habían dicho que en el edificio de una fábrica abandonada, vacía durante años, estaba habitado por unas quince familias que habían llegado en esos últimos meses. Fui allí. Eran familias con niños y cada uno había tomado una parte de la fábrica abandonada para vivir. Y, mirándolos, vi que cada familia tenía buenos muebles, muebles de clase media, tenían televisión, pero iban allí porque no podían pagar el alquiler. Los nuevos pobres que tienen que dejar la casa porque no pueden pagarla, van allí. Es esa injusticia de la organización económica o financiera la que los lleva allí. Y hay tantos, tantos, que nos encontraremos con ellos en el juicio. La primera pregunta que nos hará Jesús es: "¿Cómo te va con los pobres? ¿Los has alimentado? Cuando estaba en prisión, ¿los has visitado? En el hospital, ¿lo viste? ¿Ayudó a la viuda, al huérfano? Porque yo estaba allí". Y por eso seremos juzgados. No seremos juzgados por el lujo o los viajes que hagamos o la importancia social que tengamos. Seremos juzgados por nuestra relación con los pobres. Pero si yo, hoy, ignoro a los pobres, los dejo de lado, creo que no están ahí, el Señor me ignorará el día del Juicio. Cuando Jesús dice: "Tienen a los pobres siempre con ustedes", quiere decir: "Siempre estaré contigo en los pobres". Estaré presente allí". Y esto no es ser comunista, es el centro del Evangelio: seremos juzgados por esto.