Ramadán en la era del coronavirus: mezquitas cerradas, aislamiento, desabastecimiento de alimentos

En la mayor parte de las naciones del área se prohíbe el acceso a las mezquitas o rigen limitaciones severas. Temor ante la posibilidad de desabastecimiento de alimentos. En Kuwait, la llamada a la oración invita a rezar en las casas. La pandemia y el ayuno abren un nuevo frente de choque entre sunitas y chiítas.  


Beirut (AsiaNews) - En plena emergencia sanitaria global debido a la pandemia del nuevo coronavirus, más de un millardo de musulmanes celebran el próximo 23 de abril el inicio del Ramadán, el mes sagrado que el islam dedica al ayuno y a la oración. La hora de inicio varía de una nación a otra, dependiendo del momento en que los expertos islámicos avistan la luna creciente. El mes de ayuno se concluirá en la noche del 23 de mayo, con la festividad del Eid al-Fitr, que se distingue por sus banquetes y celebraciones, Los festejos peligran, en un contexto en el cual cines, restaurantes y cafés se encuentran cerrados, con la perspectiva de verse obligados a celebrar encerrados en casa. 

Por casi un mes, los musulmanes se abstienen de comer y beber desde el alba hasta la puesta del sol; durante el período, el humo y las relaciones sexuales están prohibidos. El Iftar, que rompe el ayuno, es la única comida en 24 horas, y se consume por la noche. Según la tradición, en este mes Dios reveló el Corán al profeta Mahoma. Es uno de los cinco pilares (deberes) del islam, junto con la peregrinación a La Meca, la oración canónica, el testimonio de la fe y la entrega de la limosna.

Su institución se remonta al segundo año de la “Egira” (622 d.C.), cuando Mahoma huye de La Meca hacia el oasis de Medina. La tradición quiere que el ayuno cotidiano comience en el momento en que se logra distinguir un hilo blanco de un hilo negro. Quien no ayuna - enfermos, ancianos - cada día debe rezar y cumplir un acto de caridad hacia los pobres. Muchos padres hacen que los niños observen un ayuno de media jornada. 

Por primera vez, el Ramadán se celebra en un contexto marcado por el toque de queda, con lugares de culto y negocios cerrados. Las autoridades han prohibido el acceso a las mezquitas o bien imponen limites para la afluencia de fieles en Túnez, Marruecos, Argelia, Egipto, Arabia Saudita, Kuwait, Bahrein, Qatar, Jordania, Irak y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Para compensar las restricciones a la circulación y a la vida social, que incluyen las ceremonias religiosas, algunas organizaciones musulmanas han organizado seminarios online y videoconferencias.  

Además de los lugares de culto, para los expertos la pandemia también podría afectar la disponibilidad de comida y el abastecimiento de alimentos, en un período en el cual es bastante habitual consumir abundantes banquetes a la puesta del sol, cuando termina la jornada de ayuno. En Arabia Saudita, las empresas han comenzado a aumentar las reservas estratégicas de los productos de primera necesidad; sin embargo, con el toque de queda que rige en el reino wahabita y en muchas naciones del área, asoman dudas sobre las posibilidades reales de las personas a la hora de comprar, si se respeta el distanciamiento social que dicta la emergencia.

En el pasado, para el mes sagrado, los fieles solían decorar las casas, calles y negocios. Hoy, las personas a duras penas logran comprar lo justo y necesario para dar de comer a su familia. En Egipto, algunas empresas de alimentos han introducido un racionamiento del tipo de producto y cantidades disponibles para la compra. Con ello, las familias más numerosas tienen dificultades para abastecerse de alimentos. En una fetua, el gran muftí Shawki Allam invita a mirar “los aspectos positivos” en este período en el cual mucha gente “está en cuarentena”, transformando la crisis sanitaria “en una oportunidad para recuperar los lazos, perdonar y restablecer el espíritu de serenidad y cooperación”. 

En algunas áreas del Oriente Medio, la llamada a la oración (athaan) es utilizada como ocasión para alentar a las personas a mantenerse saludables. En Kuwait, la invocación habitual ha sido modificada, agregando la frase “oren en sus casas”, en lugar del tradicional “vengan a orar”. En tanto, en Turquía, la Secretaría de Asuntos Religiosos confirma que “cada creyente en buen estado de salud debe ayunar como Dios manda”. Más allá de la dificultad para abastecerse de víveres, se marca que “el ayuno no presenta riesgos particulares en cuanto a la difusión de la enfermedad”. 

Por último, el Ramadán en la era del coronavirus crea otro frente de choque entre sunitas y chiítas, ya que los primeros excluyen cualquier posibilidad de relajar la obligación del ayuno, mientras que los segundos se muestran más flexibles a fin de preservar la salud, sobre todo de las personas que deben trabajar. En este sentido, un ejemplo es la fetua emitida por el gran ayatolá Al Sistani, en la que afirma que si un musulmán teme estar infectado, “cesa la obligación del ayuno”.