A salvo los cristales fenicios del Museo Nacional. La restauración de los barrios históricos
de Pierre Balanian

Las explosiones en el puerto de Beirut destruyeron una parte histórica de la ciudad, con el riesgo de que desaparezca el patrimonio cultural. Las zonas devastadas son recuerdos de la tradición otomana y del primer contacto con el occidente francés. El Ministerio de Bienes arqueológicos y la UNESCO se unen en una campaña. Sin embargo, hay saqueadores que se aprovechan de la desesperación de los habitantes. Se alistan refugios temporarios para 300.000 personas que han quedado son techo. La reconstrucción de la ciudad “llevará años”. La campaña para “Socorrer a una Beirut devastada”. 

 


Beirut (AsiaNews)- Las dos explosiones ocurridas en el puerto de Beirut el 4 de agosto pasado han devastado media ciudad. Además de las pérdidas irrecuperables de vidas humanas, de los desaparecidos y heridos, también podría desaparecer el patrimonio cultural libanés. Pero ante todo, hay una buena noticia: las piezas históricas del Museo Nacional  donde se custodian los primeros cristales de la historia, están a salvo. También se encuentran a salvo los objetos conservados en los depósitos subterráneos del edificio, que luego de las explosiones quedaron bajo el agua, debido a la rotura de tuberías.

Es necesario reconstruir los edificios históricos dañados, en los barrios cercanos al puerto. Estos edificios datan de fines del siglo XIX y son testigos del fin del imperio otomano y del inicio del colonialismo francés. Un hecho curioso: las turbulencias políticas y armadas del Líbano actual parecen retomar el hilo de la lucha franco-turca. Esta no solo se conduce en Libia, sino también en el Mar Egeo, entre Turquía y Grecia, y en la lucha por la hegemonía en la parte oriental del Mediterráneo, donde encontramos depósitos submarinos de gas. 

Los vecindarios de Jemeyze, Sursok y Mono reflejan este período. Allí llegaron los jesuitas a mediados del siglo XIX. Y con ellos, las escuelas, la esperanza y la cultura, en una época de decadencia otomana. Esos barrios fueron la puerta para abrirse a Occidente y el corazón de lo que luego sería el eje de la francofonía libanesa, en detrimento de las lenguas turca y árabe. Estos vecindarios vieron nacer intelectuales, artistas y aquella burguesía cercana al poder colonial.  

Las explosiones destrozaron fachadas enteras de las casas tradicionales; hasta el día anterior al desastre, éstas alojaban pubs, restaurantes, talleres de artesanías y galerías de arte. En esta parte de la ciudad, los jóvenes tenían su “movida”. Esos mismos jóvenes que hoy vemos trabajando en la limpieza de las calles, removiendo escombros, visitando a los habitantes y distribuyendo ayudas. 

Hay 300.000 personas evacuadas que se han quedado sin techo: saben que pasará mucho tiempo hasta que vuelvan a tener su casa, porque no se trata solo de reconstruir sino también de restaurar. 

Cerca de cuarenta voluntarios del Instituto de Restauración de la Universidad libanesa, con la ayuda y supervisión del Ministerio de Patrimonio Cultural y de la UNESCO, se dedican a evaluar los daños y programan las tareas necesarias. Además de los 1700 edificios y viviendas dañados, el conteo incluye 600 palacios históricos que poseen un valor cultural y que deberán ser restaurados para recuperar su estado inicial. Los colaboradores vigilan que nada sea descartado: tejas, partes de madera, trozos de baldosas, todo se rescata. 

El director general del Ministerio de bienes arqueológicos, Sarkis Al Khouri, no oculta su preocupación: “para las obras de restauración se necesitarán 300 millones de dólares y como es obvio, el gobierno no podrá garantizar por si solo semejante suma. Hemos dado inicio a una campaña de donaciones, hemos recurrido a la UNESCO y al Icrom; también se han unido a nosotros algunas asociaciones como Alif y ECOMOS, pero se necesita la ayuda del mundo entero”. 

En tanto, no faltan los saqueadores. Se aprovechan de la desesperación de los habitantes que se han quedado sin casa y necesitan dinero. Les proponen comprar sus propiedades a precios de remate, para emprender inversiones millonarias a futuro. Tomados por el desconsuelo y por el deseo de dejar el país, que se ha convertido en el cementerio de sus sueños, muchos propietarios venden sus casas a estos intermediarios. Para poner fin a este fenómeno y salvar el patrimonio nacional, el Ministerio de Vivienda y la Municipalidad de Beirut junto con el gobernador de la capital han promulgado una ordenanza que prohíbe la adquisición o venta de inmuebles dañados por las explosiones. 

Por ahora, el mayor gasto se destina a proteger con láminas de plástico los techos derruidos, para evitar que las últimas lluvias de verano provoquen mayores daños en los edificios.  

Beirut quiere recuperar su esplendor. Pero mientras tanto, la preocupación de las personas sin techo sigue siendo dónde alojarse, Quisieran tener nuevamente sus casas, lo antes posible; mientras, se intenta que cuenten con viviendas temporarias donde vivir. Las obras de restauración, admite Sarkis, “llevarán años, ya que hay cielorrasos que poseían frescos y estos también deberán recuperar su estado anterior”. En síntesis, hay una larga historia, por recorrer, una historia infinita para un Líbano que siempre se debate en un equilibrio entre la destrucción y la reconstrucción. 

Para sostener a la población de Beirut y del Líbano, y para colaborar con Caritas Líbano, AsiaNews ha decidido lanzar la campaña “Socorrer a una Beirut devastada”. Quienes deseen colaborar, pueden enviar sus donativos a: 

- Fondazione PIME - IBAN: IT78C0306909606100000169898 - Código de Identificación del Instituto (BIC): BCITITMM - Motivo: “AN04 –  SOCORRER A UNA BEIRUT DEVASTADA”

-  a través del sitio de AsiaNews, en la sección “DONA AHORA”