El gobierno tailandés escuche a los jóvenes estudiantes que protestan; son la voz del pueblo
de Anand Prasert

La mayoría de los tailandeses teme que las manifestaciones sean sofocadas con la violencia. No hay dos Tailandias que se confrontan: ancianos y jóvenes tienen los mismos deseos de libertad. Un pequeño grupo de poder tiene como rehén a un país. Llegó el momento de transformar la nación sobre bases siempre más democráticas. La esperanza del diálogo entre autoridades y manifestantes.

 


Bangkok (AsiaNews) – El 16 de agosto, miles de manifestantes, sobre todo jóvenes estudiantes, desencadenaron en la capital una nueva protesta contra las autoridades. Algunos de ellos fueron arrestados por la policía. En el último período, también por los efectos dde la pandemia de coronavirus, creció la presión pública contra el Premier Prayuth Chan-ocha, el ex comandante en jefe del ejército, que subió al poder hace 6 años con un golpe militar. Prayuth guía desde el año pasado un gobierno civil, pero sus críticos consideran falseadas las elecciones que han decretado la finalización formal de la junta militar. Los manifestantes piden la dimisión del gobierno, el fin de la dictadura, una reforma de la Constitución en sentido democrático y de revisar el rol de la monarquía. El rey es una figura sagrada en el país y las ofensas contra él son castigadas con la cárcel. AsiaNews recopiló un testimonio en el campo.

La mayoría de la gente en el país no tiene voz, está sin aliento, no tiene fuerza, no tiene ganas y no ve la utilidad de las recientes protestas del movimiento estudiantil contra el gobierno. Y tiene tanto miedo que sus jóvenes sean una vez más masacrados como sucedió demasiadas veces en el pasado.

El corazón de la mayoría de los tailandeses está con los jóvenes estudiantes. Ellos son la voz, el aliento, la fuerza, la esperanza escondida de sus padres y abuelos. Aquello que estos jóvenes escucharon en el secreto de las paredes de sus casas ahora lo manifiestan al aire libre.

Para algún analista, ahora hay 2 Tailandias que se confrontan: aquella de los ancianos y la de los jóvenes. Pero, yo pienso que hay una sola Tailandia, donde jóvenes y ancianos tienen los mismos deseos de libertad, compartir el poder y la justicia.

Pero hay un pequeño grupo que gobernó por años y es muy rico y potente, que no quiere escuchar a los jóvenes estudiantes, la voz de la gente. Un taxista me dijo el otro día que estos pocos potentes consideran al país como su propia propiedad, no tienen ningún sentido del bien del pueblo y solo están haciendo sus propios intereses para mantener el poder. 

Los estudiantes piden la disolución del gobierno, nuevas elecciones democráticas, una reforma de la Constitución que dé el poder al pueblo y que todas las instituciones-incluida la monarquía- sean controladas por la autoridad política. Ellos piden además que los disidentes no sean más perseguidos o asesinados, como sucedió también recientemente. Esto quitaría la corona y a los militares que la apoyan el poder absoluto. Aunque parezca imposible ahora tal cambio, las personas de sentido común creen que haya llegado el momento de transformar Tailandia sobre bases siempre más democráticas.

Ruego que Dios pueda donar sabiduría y discernimiento a las autoridades para que escuchen al pueblo que habla a través de los propios jóvenes y se pueda iniciar un diálogo no sólo con los manifestantes, sino también con los representantes del pueblo del cual estos jóvenes son hijos amados.