Los 29 años de Bartolomé I en el trono de la Iglesia de Constantinopla
de NAT da Polis

El Patriarca ecuménico ortodoxo ofrece un breve repaso de su "diaconía": la cuestión ucraniana, destinada a fortalecer la unidad de la Iglesia ortodoxa; el compromiso de la Iglesia oriental en el mundo contemporáneo; la importancia del sínodo pan-ortodoxo. Todo es "don de Dios ... La historia nos juzgará".

 


Estambul (AsiaNews) - El patriarca ecuménico Bartolomé I cumplió ayer 29 años en el trono de la Iglesia de Constantinopla. En un breve pero significativo mensaje, transmitido por la televisión estatal de Chipre, hizo un breve relato de su "diaconía" - como él la definió - en la sede del patriarcado de Constantinopla.

Se refirió a tres temas.

1. La cuestión de Ucrania, después de que el arzobispo de Chipre reconoció de hecho a la XV Iglesia Ortodoxa, tras el patriarcado de Alejandría y la Iglesia de Grecia. Esto provocó la ira de cuatro metropolitanos de los 17 que integran el sínodo chipriota (Athanasios de Limasol, Nikiforos de Kykkou, Isaías de Tamasou y Nikolaos Amathountos, que forman parte del partido pro ruso). Estos metropolitanos acusan al arzobispo de haber procedido al reconocimiento sin previa convocatoria del sínodo. Cabe aclarar que los cuatro metropolitanos no solicitaron la convocatoria del sínodo a fin de presentar la anulación del acto de reconocimiento. Por otra parte, para convocarlo se requieren al menos 9 de sus 17 miembros. Los metropolitanos se limitaron a exhortar a Crisóstomos a revocar su decisión.

2. Los desafíos del mundo ortodoxo en el mundo contemporáneo.

3. La importancia del sínodo pan-ortodoxo

Bartolomé comenzó su mensaje agradeciendo a Dios por todo lo que se ha hecho en el trono apostólico del patriarcado en estos 29 años, pero también durante los casi 60 años de su sacerdocio, reconociendo que todo esto no ha sido mérito propio sino un regalo de Dios. Destacó que la brújula de su diaconía son las palabras del apóstol Pablo: "¿Qué posees que no hayas recibido?" (I Corintios 7,4), y de san Juan Crisóstomo: "Gloria a Dios por todas las cosas".

"Nuestro objetivo - dijo - fue el que expusimos en el discurso de nuestra toma de posesión: poner nuestro diaconado al servicio de la unidad de la Iglesia Ortodoxa. Ella encuentra su sólido fundamento en el patriarcado ecuménico de Constantinopla, tal como lo establecieron los sínodos ecuménicos, según la tradición eclesiológica ortodoxa del primer milenio”.

“Según esa tradición milenaria - prosiguió el primado ortodoxo - el papel del patriarcado ecuménico consiste en trabajar por la unidad de toda la Iglesia Ortodoxa. No le corresponde a la historia juzgar o impugnar el papel del Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Sin embargo, puede y debe evaluar, juzgar y expresar opiniones y juicios sobre nuestro humilde trabajo, durante el ejercicio de nuestra modesta diaconía en el trono patriarcal”.

“En este contexto, - continuó - asumiendo nuestra responsabilidad, con el único propósito de dar estabilidad y unidad al mundo ortodoxo, procedimos a conceder la autocefalia a la Iglesia ucraniana. Un acto, este último, que se hizo con absoluta certeza, pues así se restableció el orden en plena conformidad con los cánones de la eclesiología ortodoxa. Al mismo tiempo, se han beneficiado tanto la vida eclesial en Ucrania como el testimonio ortodoxo común en el mundo”.

Bartolomé destacó que "el cuestionamiento de la tradición eclesiológica común y sus cánones, en nombre de intereses que se originan fuera de la propia Iglesia, ciertamente socava los cimientos de la unidad de la Iglesia ortodoxa y la transforma en una institución secularizada, en una confederación de iglesias, donde prevalecen los intereses partidarios en detrimento de todo el Cuerpo de la Iglesia”.

"Por lo tanto - continuó - el reconocimiento de la autocefalia a la Iglesia ucraniana, avalado también por el arzobispo de Chipre Chrysostomos y precedido en el tiempo por el de la Iglesia de Grecia y el patriarcado de Alejandría, se encuentra dentro de la tradición eclesiológica ortodoxa, tal como se procedió, por otra parte, en la concesión de la autocefalia a Rusia, Grecia, Serbia, Bulgaria, Rumanía, etc. Por tanto, a ellos también les corresponde seguir el mismo camino”.

Bartolomé definió al arzobispo Chrysostmos como un "hombre valiente de visión amplia y hermano de sueños comunes". Luego agregó que los esfuerzos de la Iglesia ortodoxa deben enfocarse en abordar las cuestiones y los problemas que afligen al mundo contemporáneo, como la salvaguardia de la creación, el respeto a la sacralidad de la persona humana, el desarrollo de la cultura de la solidaridad y el diálogo interreligioso como vector de paz. Y especificó: "El rechazo del diálogo en nombre de la pureza de la tradición favorece las tendencias fundamentalistas, incluso dentro del cuerpo de la Iglesia ortodoxa".

Estos últimos temas ya fueron planteados, discutidos y aprobados durante el sínodo pan-ortodoxo que tuvo lugar en junio de 2016 en Creta. En esa oportunidad, poco antes de comenzar, Rusia, Bulgaria, Georgia y Antioquía se ausentaron por diversas razones. El Sínodo había tenido una larga gestación y le dio al universo ortodoxo la oportunidad de hacer acto de presencia y confrontarse con el mundo contemporáneo, después de siglos de silenciosa ausencia.

Bartolomé concluyó diciendo: “En estos 29 años hemos tratado de implementar las promesas programáticas que hicimos. Sin duda no pudimos cumplir todo. Pero como acabamos de decir, la historia nos juzgará”.