P. Georgij Edelstein: Deben liberar a Navalny. Su juicio es un espectáculo político
de Vladimir Rozanskij

El famoso sacerdote ruso de 88 años, ex-disidente, defiende al bloguero condenado. Confiesa que no es partidario de Navalny, pero el tribunal se equivocó, al igual que la policía que reprime las protestas en las calles. En lo que concierne a la "la violencia del poder", Rusia se ha convertido en "una Soviet-pedia".


Moscú (AsiaNews) - El célebre sacerdote ruso y ex disidente Georgij Edelstein, de 88 años, concedió el 17 de febrero una entrevista al sitio web 7x7, la que fue retomada por numerosos medios de comunicación nacionales. En la nota, el sacerdote comenta los acontecimientos en torno a la detención de Alexey Navalny. Durante las protestas de enero, el padre Georgij fue el único sacerdote que firmó el llamamiento para detener las violaciones de los derechos humanos, y para la liberación de Navalnyj. Edelstein ha sido una figura destacada de la disidencia antisoviética durante mucho tiempo: en 1965, siendo seminarista, firmó, junto con el padre Nikolaj Eshliman y el padre Gleb Jakunin, una carta dirigida al entonces Patriarca Aleksij I, en la que se condenaba a la Iglesia rusa por su connivencia con la dictadura atea soviética.

Desde 1992 el P. Georgij es párroco de la Iglesia de la Resurrección en el pueblo de Karabanovo, en la provincia de Kostroma, y durante la pandemia se aisló en una dacha cerca de su iglesia. Sigue siendo una voz autorizada en la sociedad rusa, y dice: "No creo que tenga que pasar por idiota, y lo mismo vale para millones de mis conciudadanos, cuando nos dicen que Alexey Navalny fue encarcelado por no registrarse como debía, hace cinco o seis años".

El sacerdote explica: "Nunca he sido partidario del Sr. Navalny, que siempre se ha limitado a gritar contra alguien acusándolo de corrupción, cosa que jamás me ha interesado mucho... Pero el juicio contra él ha sido sólo un espectáculo, en el que el fiscal ha mentido y el juez ha dictado una sentencia infundada, cuando estaba claro que se trataba de un juicio político contra un opositor al régimen".

Lo mismo sucede con las protestas, y el padre Georgij se remite a los hechos: "¿Por qué cerraron el centro de las principales ciudades, llenándolas con decenas de miles de policías de la llamada Guardia Nacional: ¿porque (Navalny) no estaba registrado desde hace años? ¿Quién puede creer semejantes cosas? Hay una sola cosa que me gusta de Navalny: podría haberse quedado tranquilamente en Alemania, en Suiza, en Estados Unidos, pero se subió a un avión y regresó a su país, sabiendo lo que le esperaba".

Hay que decir que el padre Edelstein pertenece a esa generación de disidentes de la época soviética a la que no le gustaba la búsqueda de la fama en el extranjero, y estaba dispuesta a sufrir en silencio en cualquier rincón de su país.

Navalny se ha convertido en "un héroe, gracias a la estupidez de sus jueces", y ahora decenas de millones de personas "saben que no se puede creer en los tribunales y en los fiscales: ¡hermosa forma de educación de la gente en nuestro Estado!" Edelstein también se queja de que todos los canales de televisión se lanzan contra Navalny, pero jamás dan voz a sus partidarios: "Tal vez tengan miedo del qué dirán... en 88 años nunca he ido a manifestarme a la calle, no soy un político y no quiero participar en luchas políticas, y esto mismo es lo que recomiendo a mis hijos. Estoy convencido de que cualquier revolución es mala, desde la francesa hasta la rusa, porque en las revoluciones siempre ganan los malos. Sin embargo, dice, "yo no condeno a los que protestan, porque toda persona tiene derecho a ejercer la libertad de decidir... los que están en el poder tienen el deber de hablar con estas personas, preguntarles qué quieren. Incluso en la antigua Roma existía la regla audiatur et altera pars. Si la gente marcha pacíficamente, no quema coches de la policía y no rompe escaparates, apoyo sus acciones con mis palabras".

El anciano sacerdote concluye diciendo que "todo hombre debe tener el derecho a creer o no creer, a ir o no ir a la iglesia, a ser budista o judío, mahometano o lo que quiera: no se puede coger a una persona por el cuello y obligarla a entrar en la iglesia, o por el contrario, arrastrarla fuera de la iglesia; y esto también se aplica a las opiniones de los jóvenes que protestan en las calles". Cuando veo la violencia del poder, me niego a llamar a este país Rusia: como estamos en la era del dominio de la información, yo la llamo Soviet-pedia".