Rusos, ucranianos y bielorrusos celebraron el bautismo de la Rus’ de Kiev
de Vladimir Rozanskij

Se celebró en Rusia la memoria litúrgica del Santo Príncipe Vladimir. Patriarca Kirill: Ese hecho determinó nuestra identidad como pueblo. A menudo las ceremonias se llevan a cabo sin respetar los protocolos anti-covid. La difícil reconciliación entre moscovitas y ucranianos autocéfalos.

 


Moscú (AsiaNews) - En Rusia, Ucrania y Bielorrusia se celebró la memoria litúrgica del santo príncipe Vladimir de Kiev. En el año 988, el rey eslavo hizo bautizar a todo el pueblo de la antigua Rus en el río Dnieper, incorporándola a las naciones cristianas según la tradición ortodoxa bizantina. Desde hace 11 años esta fecha se celebra con una fiesta nacional en los tres países que comparten la herencia de Kiev.

El 28 de julio todas las iglesias del patriarcado de Moscú hicieron sonar sus campanas al mediodía, ejecutando a mano la melodía "¡Gloria a ti, oh Dios!". El himno se elevó no solo en Rusia sino también en las iglesias patriarcales de Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Azerbaiyán y Kazajstán. Debido a la difusión generalizada del covid-19, las autoridades rusas, ucranianas y bielorrusas suspendieron casi todas las tradicionales procesiones por la fiesta.

El patriarca de Moscú Kirill (Gundjaev) presidió la liturgia en condiciones de aislamiento en la capilla de su dacha en Peredelkino, en las afueras de la capital. Desde allí envió su saludo: "Hoy celebramos una gran fiesta, que cambió radicalmente la vida de nuestros lejanos progenitores: hace 1033 años en Kiev, la madre de todas las ciudades rusas, por deseo del gran príncipe Vladimir, todos recibieron el Bautismo, que hasta el día de hoy determina nuestra identidad como pueblo y ha conformado nuestra visión del mundo y nuestra moral personal y social, dando a los hombres la ayuda divina para ser cada día mejores”.

Kirill también envió un mensaje de saludo al presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, deseando "prosperidad y entereza en las fuerzas espirituales y corporales del pueblo bielorruso" y recordando "la responsabilidad de los contemporáneos respecto del futuro de los países históricos de la Rus". El patriarca envió un mensaje similar al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskii. En su carta, Kirill ha deseado una "buena colaboración" de las autoridades de Kiev con los ortodoxos fieles al patriarcado de Moscú, "para favorecer la cohesión social y la afirmación de los auténticos valores morales".

La liturgia más solemne de Rusia se celebró en Moscú, en la nueva catedral de las Fuerzas Armadas Rusas que fue inaugurada el año pasado en el parque “Patriot”, en medio de la primera ola de la pandemia. Varios miles de personas se reunieron en la iglesia, en su mayoría militares, sin tener muy en cuentra las normas de distanciamiento.

La Iglesia autocéfala ucraniana también celebró la fiesta con una liturgia presidida por el metropolitano Epifanyj (Dumenko) en la colina de San Vladimir, en Kiev, donde se erige una iglesia en memoria del lugar del Bautismo. Por razones sanitarias solo pudieron participar unos pocos cientos de fieles, muchos menos que los presentes ese mismo día en el monasterio de las Cuevas de Kiev, administrado por los ortodoxos de jurisdicción moscovita.

Pese a las limitaciones, más de 350 mil fieles ortodoxos, de observancia autocéfala o patriarcal, realizaron en los últimos días la tradicional peregrinación desde la Colina hasta las Cuevas, llevando en procesión los iconos milagrosos de los principales monasterios ucranianos de Počaevsk, Zimnensk, Kasperov y Ljubeč. . La peregrinación concluyó con la liturgia nocturna de Vsenočnaja en la plaza frente a la Catedral de la Dormición, en la Lavra Monástica. El metropolitano Antonij (Pakanič) de Borispolskij, que presidió el rito, recordó que la fiesta "está dedicada a la fidelidad a la Ortodoxia".

Numerosas delegaciones de las Iglesias ortodoxas de otros países eslavos participaron en las celebraciones en Kiev. El obispo serbio Stefan Remezjanskij observó que "la difícil condición cismática de los ortodoxos ucranianos", divididos entre moscovitas y nacionales, "afecta la vida de todo el mundo ortodoxo". Los serbios también están preocupados por los impulsos hacia la autocefalia de Macedonia y Montenegro, y miran la posible reconciliación de los ucranianos como una "esperanza para todas las demás Iglesias".