28/05/2020, 14.01
CHINA-HONG KONG
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¿De qué tiene miedo Hong Kong? De dejar de ser libre, como China

de P. Stanislaus (达尼老神父 )

Un sacerdote chino explica qué es lo fascinante del modelo de vida de Hong Kong: la libertad de expresión, de prensa, la libertad religiosa; en síntesis, todo lo que falta en la China Popular. Se trata de una de esas raras intervenciones públicas de chinos de la madre patria, que salen en defensa de Hong Kong. Hoy, la Asamblea Nacional de Pueblo aprobó una ley de seguridad nacional que arriesga destruir la experiencia liberal de la ex colonia británica.

Beijing (AsiaNews) –  ¿Qué es lo que impulsa a la gente de Hong Kong a gritar, a manifestarse y a correr el riesgo de terminar arrestada? La respuesta es simple: el miedo de terminar como China, donde no hay respeto por la dignidad humana y donde se carece de libertad religiosa. Es lo que escribe en este artículo el Padre Stanislaus, un sacerdote chino que ya ha escrito en varias oportunidades en AsiaNews. Al contar su visita a Hong Kong de hace algunos años atrás, el Padre Stanislau es enérgico cuando saca a la luz lo que significa el principio “una país, dos sistemas”, que distingue a Hong Kong de la China Popular. Precisamente hoy, la Asamblea nacional de Pueblo votó una ley en materia de seguridad que involucra a Hong Kong, para prohibir y prevenir la secesión, las actividades subversivas, las interferencias extranjeras, el terrorismo y las ofensas contra la madre patria. La cuestión central es que las manifestaciones como las que se suceden en Hong Kong en los últimos meses, en reclamo de la democracia, son rotuladas por China como “terrorismo”, y las actividades religiosas que no están controladas por el Estado, son equiparadas a “acciones criminales”.

Al hacer esta comparación entre Hong Kong y China, en su texto, el Padre Stanislaus ha dejado algunos espacios en blanco (quizás, para evitar la censura o el arresto), que hemos tratado de interpretar colocando nuestras palabras entre corchetes. Traducción del chino realizada por AsiaNews. 

 

Hace unos diez años visité Hong Kong una vez, y exclamaba: ¿pero acaso Hong Kong no ha retornado a la madre patria? ¿Entonces por qué se necesita una pase para viajar allí, como cuando uno viaja al exterior? 

La Iglesia de Hong Kong se hizo cargo de todos los gastos de nosotros cuatro, poniendo a disposición un diácono, como guía. Fue durante el feriado del Primero de Mayo y nos topamos con una manifestación. Nos dijeron: “No se sorprendan. En Hong Kong, hacer manifestaciones es algo muy normal. Cada vez que los ciudadanos tienen un reclamo para presentar, organizan una manifestación. El gobierno de HK incluso ya está acostumbrado a esta modo de obrar. Esta vez su reclamo es para que se vele más por los trabajadores de las clases inferiores y por las personas con bajas remuneraciones”.

La Iglesia también participó de la manifestación, así que nos unimos a ellos. Había personalidades pertenecientes a diferentes clases sociales, e incluso de todas las nacionalidades, gritándo eslóganes como: “Yo ya hice mi trabajo, pero nadie se ocupa de mí”, o entonando canciones. Estaba presenta la policía, que registraba a los grupos que participaban en las manifestaciones y supervisaba el recorrido, a la vez que se ocupaba de los problemas vinculados al tráfico, poniendo orden y garantizando la seguridad hasta la última etapa, con la llegada a la entrada de la sede del gobierno de Hong Kong. 

… 

En el camino, vi una pancarta extendida, con la leyenda: “¡Que Dios los condene!” Me vinieron ganas de fotografiar el cartel, pero mi compañero me dijo: “Mejor no tomar fotos”. Los habitantes del lugar estaban tan acostumbrados que se reían de nosotros. 

En el techo de un edificio también vi un cartel enorme, con la leyenda: “Jesús es el Señor” Entonces pregunté: “¿Ese edificio pertenece a la Iglesia? ¿O es una parroquia?”. Respondieron que no; esos cuatro caracteres no son más que una publicidad del cristianismo. Además de las iglesias, en el camino podían verse restos de antiguas iglesias, librerías religiosas, etc. cada uno tenía su propia publicidad o un manifiesto; en las estaciones de la línea metropolitana había ejemplares de periódicos gratis, a disposición de todos. 

Las personas como nosotros, y sobre todos los turistas, mientras caminaban, cada tanto se detenían. En cambio, los habitantes locales caminaban siempre a toda prisa; sus pasos eran tan ágiles que casi parecían correr. Especialmente cerca del vecindario de Central, la gente parecía más ansiosa, y nos explicaron que en Hong Kong, el ritmo de vida es muy veloz y las personas siempre están estresadas. Es por eso que de noche o cuando llega el fin de semana necesitan distenderse, para evitar el colapso, y algunos van a la iglesia, mientras que otros van a las discotecas. 

El último jefe del Ejecutivo, por iniciativa propia, se contactó con el obispo de Hong Kong para pedirle construir una parroquia en un vecindario que carecía de una. El jefe del Ejecutivo le había comentando que: “Las personas soportan un estrés excesivo en su vida. Si no hubiese un lugar donde distenderse, muchas personas enloquecerían. Es por ello que las parroquias existen, no es solo por la Iglesia”. Con este propósito, se cedió una parte de un jardín público para que se construyera allí la iglesia. 

La Iglesia ha emprendido muchas iniciativas. Por ejemplo, en el hotel donde nos alojábamos; administra cerca de 300 escuelas, hospitales, entre otros, y también numerosas instituciones de caridad. Caritas, por dar un ejemplo, es un centro de caridad que goza de la confianza de toda la sociedad. Los hospitales y las escuelas fundados por la Iglesia tienen una excelente reputación en la sociedad: también se han creado varios centros de servicio, como los que brindan asistencia pastoral y espiritual en los hospitales y o en las cárceles. 

He visto muchos jóvenes, niños que no eran cristianos y que asistían a la iglesia durante los fines de semana o en las vacaciones para prestar algún servicio, participando en las actividades caritativas que organizaba la Iglesia; cada uno de ellos expresaba una gran pasión y amor. 

Y hoy, los veo doblegados por la tristeza....

Cuando se vuelcan a las calles, parecen enloquecidos, no hablo solo de los jóvenes, sino también de tantos ancianos y niños que gritan y protestan. Y pese a que muchas personas han sido arrestadas, igual continuan luchando. ¿De qué tienen miedo? 

Tal vez sé a qué le temen. No quieren crear un departamento político en las escuelas, no quieren que sea [el Partido] el que gestione los hospitales de las escuelas; no quieren que las cruces de las iglesias sean demolidas; no quieren que los misioneros extranjeros sean obligados a huir; no quieren que las casas sean demolidas; no quiere manifestarse [solo] con el permiso de las autoridades; no quieren denunciar los problemas solo con la aprobación de las altas esferas; no quieren ser….; no quieren convertirse en presos [políticos]; no quieren ser como nosotros. 

Yo tampoco quiero eso, de modo que ¡Fuerza Wuhan! Las personas cobardes como yo, no tienen el coraje de salir en apoyo de otras partes [1]!

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 [1] Durante el pico de la pandemia, en China se gritaba “¡Fuerza Wuhan!”, en chino: “Wuhan jia you!”. En el mismo período, en las manifestaciones en defensa de la democracia en Hong Kong se gritaba: “Xiang Gang jia you!”, “¡Fuerza Hong Kong!”. La última frase es irónica, y sugiere que “los cobardes” no saldrán a apoyar a Hong Kong.

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