18/03/2020, 16.41
ITALIA-CHINA
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Al son de trompetas, las donaciones de Beijing a Italia y al mundo

de Bernardo Cervellera

Periódicos y noticieron dan amplia cobertura a las llamadas “ayudas” que China hace llegar a Italia, para combatir la epidemia de coronavirus. Angela Merkel: Es un gesto de reciprocidad. Una enorme campaña publicitaria pretende mostrar una China triunfante, que ha salido airosa del Covid-19, pero olvida mencionar el manto de casi dos meses de silencio sobre la epidemia. Una Nueva Ruta de la Seda, de tipo “sanitario”, prodiga ayudas a Italia, España, Serbia, Irán, Filipinas, Pakistán, Corea del Sur, Japón e Irak. “Es mejor la dictadura que la democracia”. La libertad religiosa en China y en Europa, en peligro.

 

Roma (AsiaNews) - “Cuando des limosna, no lo grites a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser bien vistos por los hombres. En verdad les digo que ellos ya tendrán su premio. Pero cuando tú des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. (Mateo 6, 2-3).

Esta frase, que se repite como un estribillo en este período de Cuaresma, viene a mi mente cuando veo cuánta cobertura están dando los periódicos y noticieros, y el nivel de difusión que alcanzan estas imágenes, a las llamadas “ayudas” que China está brindando a Italia para hacer frente a la epidemia de coronavirus. 

En rigor, estas “ayudas” parecerían ser el fruto de contratos económicos, si bien algunos -es el caso de nuestro ministro de Relaciones Exteriores - han querido hacer pasar esto como un gesto de benevolencia. Es más, tal como afirmó, justamente, Angela Merkel, “la Unión Europea envió instrumental médico a China cuando ella pedía ayuda… Estamos en presencia de una reciprocidad”. 

En los momentos de necesidad, es bello ver que los países se ayudan entre sí. Sin embargo, me impresiona el son de “trompetas” en los espacios mediáticos, por el hecho de que en este caso, la “izquierda” sabe perfectamente lo que hace la “derecha”. Sin lugar a dudas, si China – como se dice oficialmente, pero no es cierto – es “el país más ateo del mundo”, no se puede pretender entonces que su comportamiento se atenga al Evangelio.  Y es precisamente esto lo que nos lleva a interrogarnos sobre el porqué de esta inmensa campaña publicitaria. Los saludos y el presentismo de Li Junhua, el embajador chino en el Quirinal; los mensajes y las llamadas telefónicas de Xi Jinping, los eslóganes como “¡Fuerza China e Italia!” en las redes sociales; las donaciones de Jack Ma,... Ayer incluso recibí una llamada telefónica de un joven chino que estudió en Italia. Él me contó que un grupo de estudiantes hizo una colecta de fondos para enviar material sanitario a varias organizaciones, lo cual generó en mí sorpresa, por un lado por la generosidad, pero también por la riqueza de los estudiantes chinos, al enviar “¡cientos de miles de máscaras junto con respiradores!” 

Hay algo que ya ha quedado claro: China – que rechaza que se defina como “virus chino” o “de Wuhan” a este coronavirus que estalló en su propia casa - quiere mostrarse con un aire triunfal sobre el Covid-19, poniendo a disposición “su experiencia”, “su material sanitario”, “sus médicos”, mientras el mundo sucumbe al virus, y en China éste ya ha sido prácticamente erradicado. 

Esta pretensión de haber vencido a la epidemia en su propia casa es harto dudosa: desde China, recibimos noticias de algunas provincias del norte y del oeste donde hay casos de nuevos contagios, que sin embargo no aparecen en las estadísticas oficiales, que pregonan que con la salvedad de Wuhan, no hay nuevos infectados. 

Pero lo que más se pone en duda es la confianza en una cúpula de líderes que aún sabiendo la gravedad de la epidemia ya en el mes de noviembre, decidió callar hasta fines de enero y reprimió y amenazó a cualquier persona – médicos, enfermeros, periodistas - que se atreviera a advertir sobre el peligro inminente. Un manto de silencio que se mantuvo por casi dos meses, precisamente en el período del Año Nuevo Lunar, cuando cientos de millones de chinos viajaban a todas partes, lo cual determinó la pandemia. 

Mientras fingen ser solo una “víctima del virus”, pero no los responsables de su difusión, los líderes de gobierno de China ahora se montan a las necesidades del mundo -que ellos mismos han provocado - para afirmar una Nueva Ruta de la Seda, de tipo “sanitario”, ofreciendo ayudas a Italia, España, Serbia, Irán, Filipinas, Pakistán, Corea del Sur, Japón, Irak… 

El punto es que ellos no solo se proponen como un “modelo” de lucha contra el coronavirus, sino también como un “modelo de sociedad”. Hasta ahora había economistas y empresarios que aplaudían a Beijing por sus logros económicos; ahora están los que la aplauden por haber derrotado al virus. La conclusión es que “es mejor la dictadura que la democracia”. 

Lo preocupante es que el aplauso provenga de políticos italianos y europeos, que, quizás, por su fragilidad e inconsistencia, se ven empujados a procurar un sostén y un apoyo en el nuevo emperador, como sucedía en otro tiempo con los señores feudales. 

En este momento, lo que tememos – al menos en lo que concierne a la difusión del coronavirus - es que este período de emergencia, en el cual nos vemos forzados a permanecer aislados, a no encontrarnos, a no llorar ni festejar, a no debatir cara cara, permanezca como un nuevo estilo de vida inspirado en el “modelo China”, donde el Estado controla todos y cada uno de los aspectos de la vida de los ciudadanos.

El Estado incluso ha llegado a decretar la cancelación de las misas con el pueblo, precisamente siguiendo el estilo chino: en China, han reabierto sus puertas las fábricas, pero no así las iglesias. Y tal vez es un error que la Iglesia italiana se haya sentido impulsada a aceptar estos límites demasiado invasivos. 

En los Estados Unidos, por ejemplo, hay diócesis que han seguido el “modelo chino”, pero también hay muchas otras que han multiplicado las misas dominicales, para permitir la participación del pueblo de forma adecuada, garantizando la seguridad y la distancia para preservar la salud. 

También es bien sabido que en los Estados Unidos el debate y la defensa de la libertad religiosa están siempre candentes; en China, este es un principio que solo existe en los papeles. Esperamos que Europa no siga el “modelo chino”, también, en esto.

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