12/08/2014, 00.00
VATICANO-ISLAM
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El Consejo Pontificio para el Diálogo: Los crímenes y la barbarie del Califato Islámico

Los militantes del Califato responsables de acciones indignas de un ser humano: las ejecuciones públicas, la humillación de las mujeres, el terror... hacía los cristianos, yazidies y miembros de otras religiones. La invitación a los líderes religiosos y los gobiernos islámicos a condenar y perseguir estos delitos para que sea creíble su voluntad de diálogo. Fortalecer la convivencia entre cristianos y musulmanes que, incluso en medio de subidas y bajadas ha durado por siglos.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso denuncia en términos muy claros la ola de violencia que los militantes del califato islámico están haciendo en Oriente Medio, especialmente en Irak y Siria. El organismo vaticano demanda de  los miembros de todas las religiones y la comunidad internacional unirse en la condena. También se pide a los líderes religiosos islámicos condenar el uso de la religión como justificación falsa para el terrorismo, para que sea más real y creíble la cultura de la convivencia y el diálogo, cultivada en los últimos años. A continuación la traducción completa de la declaración emitida hoy por el Consejo Pontificio.

 
Todo el mundo ha visto con asombro a lo que ahora se llama "la restauración del califato", que había sido abolido el 29 de octubre 1923 por Kemal Ataturk, el fundador de la Turquía moderna.

La crítica de esta "restauración" de la mayoría de las instituciones religiosas y políticas musulmanas no impidió que los yihadistas del "Estado islámico" cometer y seguir cometiendo actos criminales indecibles.

Este Consejo Pontificio, todos los que están empeñados en el diálogo interreligioso, los seguidores de todas las religiones, así como los hombres y mujeres de buena voluntad no pueden sino denunciar y condenar sin ambigüedades estas prácticas indignas del ser humano:

- La matanza de personas por el sólo hecho de su afiliación religiosa;

- Las prácticas abominables de decapitación, crucifixión y exposición de cadáveres en lugares públicos;

- La elección impuesta a los cristianos y yezidies entre la conversión al Islam, el pago de un impuesto (jizya) o el éxodo;

- La expulsión forzada de decenas de miles de personas, incluidos los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas y los enfermos;

- El secuestro de las niñas y las mujeres pertenecientes a las comunidades yezidies y cristianas como botín de guerra (Sabaya);

- La imposición de la bárbara práctica de la circuncisión femenina;

- La destrucción de lugares de culto y mausoleos cristianos y musulmanes;

- La ocupación forzosa o la profanación de iglesias y monasterios;

- La retirada de los crucifijos y otros símbolos religiosos cristianos y otras comunidades religiosas;

- La destrucción de la herencia religiosa-cultural cristiana, de valor inestimable;

- La violencia extrema con el fin de aterrorizar a las personas para forzarlas a rendirse o huir.

Ninguna causa puede justificar semejante barbarie y ciertamente ninguna religión. Se trata de una ofensa de extrema gravedad hacía la humanidad y hacía Dios que es el Creador, como a menudo lo recuerda el Papa Francisco.

No se puede olvidar, sin embargo, que - aunque con altas y bajas - cristianos y musulmanes han vivido juntos durante siglos, construyendo una cultura de la convivencia y una civilización de la cual están orgullosos. Y es sobre esta base que en los últimos años, el diálogo entre cristianos y musulmanes ha continuado y se ha profundizado.

La difícil situación de los cristianos, yezidies y otras comunidades religiosas y étnicas numéricamente minoritarias en Irak exige una postura clara y valiente por parte de los líderes religiosos, especialmente los musulmanes, las personas que participan en el diálogo interreligioso y de todas las personas de buena voluntad. Todos deben ser unánimes en la condena de estos crímenes y sin ambigüedades denunciar el recurso de la religión para justificarlos.

De lo contrario, ¿qué credibilidad tendrán las religiones, sus seguidores y sus líderes?

¿Qué credibilidad puede tener todavía el diálogo interreligioso con tanta paciencia perseguido en los últimos años?

Los líderes religiosos también están llamados a utilizar su influencia con los gobernantes para poner fin a este tipo de delitos, sean castigados quienes los cometen, que se restablezca el Estado de Derecho en todo el país, garantizando el retorno de los desplazados a sus hogares. Recordando la necesidad de la ética en la gestión de las sociedades humanas, estos mismos líderes religiosos no dejarán de señalar que el apoyo, el financiamiento y el armar al terrorismo es moralmente reprobable.

Dicho esto, el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso agradece a todos aquellos que ya han levantado su voz para denunciar el terrorismo, especialmente aquel que usa la religión para justificarlo.

Por lo tanto, unimos nuestras voces a la de Papa Francisco: "Que el Dios de la paz inspire en nosotros un deseo genuino para el diálogo y la reconciliación. ¡La violencia no se vence con la violencia. La violencia se vence con la paz!"

 

 

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