14/07/2020, 10.22
RUSIA
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Madre Anastasia, monja cirujana murió de Covid-19, el día de Pentecostés

de Vladimir Rozanskij

Mañana en Rusia se recuerdan a “los mártires de la pandemia”. Madre Anastasia (Nina Artemeva), continuó hasta la doble profesión, la religiosa y la de doctora Entró al monasterio casi a los 70 años. Se casó 2 veces, tuvo 2 hijos. Para ella la medicina hace actual al Evangelio: “amar al prójimo, aunque está sucio, herido o ensangrentado”. 

 

Moscú (AsiaNews) – Mañana 15 de julio se realiza en Rusia una jornada en memoria de los médicos que perdieron la vida a causa del coronavirus, sacrificándose por el bien de todos. En San Petersburgo, inicia la lista de 56 “mártires de la pandemia” un personaje muy conocido y amado, la profesora de cirugía, Nina Artemeva, consagrada con el nombre monástico de madre Anastasia. desaparecida el pasado 8 de junio por el Covid-19. Fiel hasta el último día a su vocación, Nin-Anastasia murió mientras se ocupaba de las monjas y de las personas enfermas en el monasterio de San juan en Karpovka.

Aún siendo muy conocida, las noticias sobre madre Anastasia no se encuentran en Wikipedia o en otros sitios de internet. La mujer jamás concedió una entrevista, porque no consideraba extraordinaria su vida, ni siquiera cuando continuaba realizando delicadas operaciones quirúrgicas vestida como monja ortodoxa. Como en muchos monasterios rusos, la liturgia pascual en Karpovka fue celebrada con una enorme presencia de religiosos y laicos, con el resultado de una general infección de coronavirus, a la cual la madre trató de poner remedio de alguna manera, ante que ella misma fuese internada en terapia intensiva, donde se rindió justo el día de Pentecostés.

Había nacido en 1936, en Uljanovsk, la ciudad de Lenin, Nina soñaba ya desde niña ser doctora. Habiéndose transferido a Leningrado, concluyó los estudios de medicina, casándose con Nikolaj, un compañero de estudios. mientras termianaba la especialización en cirugía, trajo al mundo un hijo, también él de Nikolaj  (v. Foto 2, Nina con el hijo). El marido no soportaba el deseo de Nina de continuar la carrera científica, y pronto se divorciaron, en segundas nupcias se casó con Mark Lansakij, un colega en la cátedra de cirugía hospitalaria, con el cual tuvo su segundo hijo Ilja.

En 1984 Nina defendió su tesis doctoral en cirugía intestinal y se volvió famosa por las operaciones de rara dificultad que nadie tenía el coraje de realizar, con una metodología toda suya. Era particularmente amada por la atención asidua a cada paciente, algo que no quería delegar a ninguno. En 1990 murió su segundo marido y en ese mismo año por su iniciativa se abrió una capilla en el hospital. Durante los años soviéticos, nadie la conocía como una personas religiosa.

La muerte del marido la llevó a acercarse siempre más a la Iglesia y a casi 70 años decidió dejar la medicina y entrar en el monasterio, tomando el nombre de Anastasia. La hermana Tatjana recuerda, “que parecía que hubiese decidido ir a la guerra, para salvar al mundo”. Un sacerdote que la acompañó en la conversión, el p. Andrej (también él médico) explica que “al monasterio se entra para morir dignamente, donando la vida a Dios; no importa más cuántos todavía se vive, porque ya está junto al amado más grande, a Cristo”. 

La Madre Anastasia explicaba que “la medicina es una posibilidad práctica para realizar cuanto está escrito en el Evangelio, de amar al prójimo, también si está sucio, herido o ensangrentado”. Naturalmente sus pacientes y tantos que la conocían y admiraban comenzarona venir a visitarla en el monasterio, creando un verdadero movimiento de “curación del alma”. Al final la superiora le permitió seguir ejercitando la cirugía y prepararon una sala operatoria en el monasterio de San Juan, bajo la mirada muda y vigilante de los íconos. El Sábado la madre Anastasia se dedicaba a los pacientes, aunque no fuera nada más que por una consulta, sin turno y si compensación. 

La memoria civil, en este caso, se acompaña a la memoria religiosa, que reconoce la santidad antes y mejor del mismo humano heroísmo: la historia de la madre Anastasia no terminó, porque puede aún hacer mucho bien y está en grado de hacerlo.

 

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