03/08/2020, 13.17
ASIA - EEUU
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Asia central: la nueva guerra económica y diplomática entre China y Estados Unidos

Desde Afganistán a las cinco repúblicas, pasando por Nepal, la India y Pakistán, se despliega un nuevo juego de alianzas y equilibrios. Ante el acercamiento de Washington a Delhi, Beijing responde con Irán y Pakistán. Kabul está bajo la mira china, pero allí la influencia americana sigue siendo fuerte. La diplomacia del Covid-19. 

 

Kabul (AsiaNews) - Afganistán y el Asia Central, que por años fueron escenario de guerras y violencia fundamentalistas - todavía actuales, pese al reciente acuerdo de paz con los talibanes - se están transformando en un nuevo campo de batalla entre los Estados Unidos y China por el liderazgo global. Hay acuerdos multimillonarios en juego, tanto en materia de comercio como en los nuevos corredores energéticos que conectarán la región con el sur de Asia y con el Oriente Medio, la reserva mundial de petróleo. 

La magnitud de la competencia que libran Beijing y Washington salió a la luz inmediatamente después de los enfrentamientos entre las tropas chinas e indias en la región de Ladakh, en el área disputada de Cachemira, a mediados de junio. Desde aquél momento, entre los Estados Unidos y la India hubo un aumento considerable de contactos diplomáticos y de seguridad. En la región Indo-Pacifica surgió una Nueva Delhi, orientada a adherir a la alianza estratégica de Washington, Japón y Australia, en clave anti-china. 

Al ver el acercamiento entre indios y americanos, Beijing respondió reforzando su vínculo estratégico con Irán. Con este país se dispone a firmar un pacto de colaboración por un plazo de 25 años, que podría ensombrecer el corredor económico (CPEC) entre China y Pakistán. Se trata de proyectos que forman parte de la Belt and Road Initiative (BRI) y que marcan una ulterior redistribución de las alianzas. 

La ex embajadora paquistaní en Gran Bretaña, la ONU y los Estados Unidos, Maleeha Lodhi, confirma que se están produciendo “reajustes fundamentales” en todo el mundo, en un período “de transformaciones y desafíos”, con un desequilibrio progresivo “hacia el Este”, y que asistimos a una “reorganización de las alianzas”.  Las recientes actividades diplomáticas en el Asia central y en el Sur de Asia parecen confirmarlo, en un contexto de crecientes proyectos que enfrentan a China con los Estados Unidos. 

En una serie de encuentros en Qatar, con los ministros de Relaciones Exteriores de Pakistán, Afganistán y de las cinco repúblicas del Asia Central, además de representantes y negociadores talibanes, una delegación estadounidense replanteó el propósito de Washington de mantener un rol geopolítico preponderante en el área. Sobre todo en Afganistán, donde todavía se yergue como el principal socio económico y financiero del gobierno de Kabul. 

En el otro flanco, China pretende extender los eslabones de las alianzas estratégicas para reforzar el canal que lleva desde Beijing hasta el Oriente Medio, abrazando el centro y el sur de Asia. En este contexto, el gobierno chino juega la carta de la lucha contra la pandemia del nuevo coronavirus. Sobre la balanza, vuelca recursos humanos y competencias para combatir el Covid-19, con una excepción: la India, cuya mirada se dirige cada vez más a Washington, desde un punto económico, comercial y estratégico. 

El 27 de julio pasado, durante una vídeo-conferencia con los colegas de Nepal, Afganistán y Pakistán, el ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi propuso reforzar la colaboración en la lucha contra la pandemia, dando vida a un “corredor verde” que conecte a todos los países. No hay que excluir la posibilidad de que Beijing quiera extender hasta Afganistán el corredor económico (CPEC) que sostiene actualmente con Islamabad. Sin embargo, también en este caso hay que sopesar las jugadas con cautela, y Beijing mueve los hilos detrás de escena, para no abrir un nuevo frente de choque con los americanos. 

Uno de los proyectos implementados por China es el corredor a través del Himalaya, que pretende abarcar Nepal, excluyéndolo de la esfera de influencia india, a través del Tíbet,  Xinjiang y Gwadar. Desde este mismo punto de vista debe leerse el intento de Beijing de extender el CPEC hasta Afganistán, y en ello actúa con extrema cautela. 

“La relaciones más estrecha entre China e Irán pueden favorecer la estabilidad de la región, su desarrollo económico y la conectividad, y todo ello será bien recibido por Pakistán”, subraya la ex embajadora Lodhi. En cuanto a Islamabad, dice, “espera conocer los detalles del plan, para entender en qué contribuiría este” a su situación. Para Seyed Mohammad Marandi, profesor de Literatura inglesa en la Universidad de Teherán, es “natural” que China e Irán estrechen lazos: por milenios han tenido intercambios comerciales y se jactan de tener buenas relaciones, empezando por la antigua Ruta de la Seda. “Ello crea una convergencia natural entre las naciones - concluye el experto - , tanto para protegerse entre sí, como para enfrentar una amenaza externa”, léase los Estados Unidos. 

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