Bangkok: cada vez más débiles las protestas de los jóvenes demócratas
El arresto de líderes, las medidas anti-Covid y las divisiones internas han reducido el movimiento juvenil contra el gobierno. Las demandas de reforma de la monarquía han asustado a las generaciones más maduras. Politólogo tailandés: Este status quo "sofocante" está destinado a continuar.
Bangkok (AsiaNews) - Cientos de manifestantes prodemocráticos desafiaron ayer las prohibiciones policiales y tomaron las calles para protestar contra el gobierno. Pidieron la liberación de un centenar de activistas, detenidos el día anterior por violar las medidas sanitarias contra el coronavirus. Pero después de los picos de los últimos meses, con manifestaciones que congregaron a decenas de miles de personas, el movimiento está perdiendo intensidad.
Desde hace casi un año, la juventud tailandesa está pidiendo la dimisión del Primer Ministro “golpista” Prayuth Chan-ocha, una constitución democrática y la reforma de la monarquía. Para frenar la ola de protestas, las autoridades han vuelto a utilizar la acusación de "lesa majestad" y detuvieron a nueve líderes antigubernamentales. El ataque contra el soberano se considera un acontecimiento trascendental en Tailandia porque es una figura sagrada y los delitos contra él se castigan con penas de hasta 15 años de cárcel.
Thitinan Pongsudhirak, director del Instituto de Estudios Internacionales y Seguridad de la Universidad de Chulalongkorn, señala que las redadas contra los líderes de las protestas han desmoralizado la base: "Todavía está en movimiento, pero su número ha disminuido". Por su parte, explica el académico tailandés a AsiaNews, las autoridades han recuperado el control de la situación, reprimiendo el movimiento antisistema más vigoroso que ha visto el país en décadas.
Prayuth es el principal objetivo de las protestas. Ex comandante en jefe del ejército, llegó al poder en 2014 con un golpe de Estado y encabeza un ejecutivo civil desde el año pasado. Sus críticos lo acusan de haber hecho aprobadar una Constitución a medida en 2017 y de manipular las elecciones que decretaron el fin formal de la junta militar.
Según Thitinan, es difícil determinar si las revueltas del último año son la primera ronda de una larga pelea o si ésta ya terminó. Explica que el movimiento de protesta comenzó a debilitarse en diciembre, con la llegada de la segunda ola del Covid-19. De hecho, la policía utilizó la pandemia para multiplicar los arrestos de manifestantes.
Las divisiones internas y la incapacidad para trascender las franjas más jóvenes de la sociedad e involucrar a la población más madura jugaron a favor del Primer Ministro. Prayuth siguió una estrategia de espera, dejando que el movimiento fuera perdiendo fuerza. Para Thitinan, los ataques contra la monarquía, las crecientes exhortaciones de una parte de los manifestantes "a la utopía comunista" y las violencias cometidas por pequeños grupos le han devuelto legitimidad al gobierno.
Con una agenda política más contenida, afirma el politólogo, la revuelta juvenil habría tenido más éxito. De hecho, la generación mayor es consciente de la necesidad de realizar reformas para combatir la corrupción pública, el estancamiento económico y el déficit de la educación. Es probable que en el futuro inmediato se mantenga en Tailandia este status quo "sofocante", dice Thitinan, y que la atención de la comunidad internacional se focalice en lo que está ocurriendo en el vecino Myanmar.
Las esperanzas del campo democrático están puestas en los grupos de jóvenes, como la Milk Tea Alliance, que desde la web tratan de mantener viva una red de protesta y acción en la que participan activistas tailandeses, birmanos y de Hong Kong.
