12/12/2018, 14.33
BANGLADÉS
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Bangladés, viaje por el fenómeno ‘sumergido’ de las madrasas para niñas

Cerca de seis millones de niñas estudian en escuelas coránicas patrocinadas por el gobierno y por benefactores privados. La finalidad “social” de las madrasas que acogen a niñas huérfanas. El riesgo de una “santificación del Corán sin una explicación teológica”. Las alumnas serán “mujeres dóciles y conservadoras en su modo de vivir el islam”.  

Daca (AsiaNews) – En Bangladés existe un fenómeno que si bien permanece “muy sumergido y algo eludido” está cada vez más difundido, aunque poco se hable de ello: es el de las madrasas para niñas. Una fuente cristiana local sostiene que “se trata de escuelas coránicas a todos os efectos, donde se imparte la enseñanza de la religión islámica apelando mayormente a la memoria. En estas escuelas se enseña el árabe, pero a menudo ocurre que los docentes no tienen un buen conocimiento de la lengua. Por lo tanto, en lo esencial, lo que sucede es que se da una especie de santificación del Corán, el cual es aprendido de manera automática, sin encarar una real interpretación o proceso de exégesis”.   

En el pasado, en Bangladés las niñas estudiaban en el hogar. En cambio, actualmente, según una investigación periodística llevada a cabo por The Guardian en todas las escuelas del país, hay cerca de seis millones de niñas que estudian en las madrasas. Lo que empuja a las familias a optar por una enseñanza de este tipo, explica un comerciante de Daca, “es el hecho de que las escuelas son gratuitas y están a la par de los institutos estatales. Es cierto que la calidad de enseñanza no es comparable, pero aún así, estas escuelas representan la mejor solución para muchas familias indigentes, que de otra manera no tendrían el dinero para que sus hijos accedan a estudiar”.

Las escuelas son de dos tipos: “Quomi”, privadas, y “Alia”, patrocinadas por el gobierno. En las primeras (que suman 6.500 en todo el territorio) hay 1,5 millones de niñas inscriptas; las demás niñas estudian en escuelas del segundo tipo (casi 7.000) donde, además de religión islámica, se enseñan las materias clásicas de los programas estatales como lengua inglesa, matemática, historia y ciencias. Según la investigación, de este segundo grupo –las madrasas- proviene cerca del 30% de las docentes universitarias del país, porque las alumnas inscriptas en las escuelas Alia luego completan la formación superior en institutos seculares.

La diferencia fundamental entre las primeras y la segundas, explica la fuente, es “que las Quomi se sostienen con donaciones privadas, pero es muy difícil llegar a entender qué tipo de programa enseñan, si se adecúa al protocolo nacional o no; mientras que las Alia se someten a certificaciones y controles. En este segundo tipo, si bien hay una fuerte impronta religiosa, la calidad de la enseñanza es buena y las niñas pueden acceder a estudios de los niveles que siguen”.  

Si se suma todo esto, continúa, “en un país con 160 millones de personas, 1,5 millones de niñas educadas en las madrasas Quomi es un número reducido. Además, es positivo el fin social que cumplen estas escuelas, que se ocupan de niñas huérfanas, que no tienen padres o cuyos padres no pueden mantenerlas”.

Sin embargo, al referirse en términos generales a las escuelas islámicas (las hay también para varones) él subraya que “hay que mirar el tipo de enseñanza que se brinda sobre el Corán: los textos sacros son memorizados sin entender su sentido. De allí surge un problema en el principio educativo: la sola memorización lleva a una santificación del texto sin una comprensión. Por tanto, los jóvenes presumen de conocer el Corán y el árabe, y en cambio en el mejor de los casos lo han memorizado todo, sin el aporte de una verdadera explicación teológica”. El riesgo de ello “es que la interpretación posterior sea influenciada por el contexto, las amistades y por presupuestos peligrosos como los sentimientos de marginación social y la presunción de conocer la religión. El peligro que acarrea este tipo de enseñanza es que ésta no excluye la posibilidad de que se desarrollen conductas radicalizadas, dictadas sobre todo por la derivación wahabita que ha asumido el islam del Bangladés, a diferencia de lo que ocurría anteriormente, con la orientación sufí”.

Por último, en lo que concierne a las niñas educadas en las madrasas, “desde el punto de vista social, son mujeres dóciles en la relación con el marido al que son dadas como esposa; desde el punto de vista religioso, son rígidas y conservadoras en su manera de vivir su credo”. 

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