22/01/2021, 13.30
ARGENTINA-SIRIA
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Buenos Aires da una cálida bienvenida a los refugiados sirios

de Silvina Premat

El país sudamericano es un destino codiciado por quienes quieren huir de la guerra en Siria junto a toda su familia. El trabajo de la comunidad católica y de las ONG de inspiración cristiana. Una respuesta a la llamada del Papa Francisco. Los migrantes agradecen la humanidad del pueblo argentino.

 

Buenos Aires (AsiaNews). Emigrar de Siria y adaptarse a un país totalmente diferente no le resultó fácil. Sin embargo, Fadi Ali, oriundo de la ciudad de Latakia, en marzo cumplirá cinco años de su llegada a la Argentina y está “feliz y muy agradecido”. De hecho, en febrero obtendrá la ciudadanía argentina. Es un “migrante forzado”. Los voluntarios de las organizaciones no gubernamentales que trabajan en el acogimiento de sirios en este país latinoamericano llaman así a los que otros designan como “refugiados”.

Cuando con su esposa decidieron irse de Siria llevaban casi una década viviendo en medio de la guerra. Fadi tenía un buen trabajo, pero fue más fuerte el temor de perder un ser querido en alguna explosión de bomba. “Después no lo puedes recuperar y ya no sirve decir que hubiésemos tenido que hacer tal o cual cosa”, reflexiona, en diálogo con AsiaNews, un ingeniero agrónomo que hoy es gerente de una empresa textil en Buenos Aires, donde vive con su familia.

Fadi y su esposa eligieron un país tan lejano y totalmente desconocido porque les permitía emigrar con sus dos hijos pequeños. “Para mí no era una opción salir solo, como hacen muchos de mis paisanos que van a un país europeo, se instalan y luego hacen toda la documentación para llevar a sus familias. Eso lleva años. Yo no los podía dejar; quería que saliéramos todos juntos y otros países no lo permitían”, recuerda Alí.

Gracias a las religiosas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, que actuaron como intermediarias, y a una comunidad que los recibió en Buenos Aires, las dificultades propias de estos casos fueron menores de lo habitual.

“Al principio es muy difícil – dice Fadi – por haber dejado todo atrás, la familia, los recuerdos y porque no sabes el idioma, el país y la gente”. Cuenta que los primeros meses se comunicaba en inglés y después hizo un curso intensivo de español y pudo incluso trabajar como intérprete en el programa del gobierno argentino de acogimiento de sirios.

Se trata del “Programa Siria” en el marco del cual no todas fueron experiencias felices. Varias organizaciones no gubernamentales de identidad religiosa comenzaron entonces a trabajar en red y desde hace dos años hicieron posible la réplica en Argentina del “Patrocinio Comunitario”, un modelo colaborativo que comenzó en Canadá y hoy se implementa en varios países europeos. Este facilita la interacción entre organismos internacionales, programas gubernamentales y grupos de la sociedad civil que se hacen cargo de migrantes o refugiados

Entre las entidades más activas se destacan la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), la Fundación Amal, la Juventud con una misión (JUCUM, de cristianos bautistas) y Manos Abiertas, una obra apostólica vinculada a la Compañía de Jesús. Los evangélicos se hicieron eco de un pedido que en términos estrictos no iba dirigido a ellos: el que hizo el Papa a los católicos europeos, en 2015, de recibir a quienes “huyen de la muerte por la guerra y el hambre”.

El trabajo en conjunto con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) hizo posible que esas y otras organizaciones pudieran concretar el acogimiento de una decena de familias sirias.

Los voluntarios acompañan y asisten a los migrantes desde el aeropuerto hasta que logran integrarse en la sociedad. El compromiso de tipo administrativo o de gestión es complicado e insume tiempo y energía. “Es lo más arduo, pero cada uno lo hace como un servicio que es parte de la misión. Lo más lindo es estar con la familia”, describe Marta Irigoy, referente de Manos Abiertas.

Las restricciones internacionales y locales a raíz de la pandemia retrasaron las salidas de otra decena de familias sirias que esperan poder viajar a la Argentina y aumentaron las expectativas de quienes los aguardan aquí. “Lo nuestro es un granito de mostaza”, dice Marta Irigoy. “Un granito que para los migrantes puede tener un significado gigante”.

Fadi Ali lo atestigua. De familia musulmana, él no practica ninguna religión. “Tengo mi forma de comunicarme con Dios”, dice, y agrega que en medio de un conflicto como el de Siria se puede perder la fe, a causa de la tristeza por todo lo que pasa, y llegar a preguntarse ¿dónde está Dios? “En un momento pensé que en este mundo estamos solos, pero cuando llegué a la Argentina vi que todavía hay seres humanos, hay gente a la que le importan los otros, gente que tiene la capacidad de amar y de ayudar.  Para mí Dios no es mucho más que eso. Es el amor puro entre nosotros. Es el cuidado. Es sentir el dolor del otro aunque no haya relación familiar o idioma en común. Cuando llegamos no había forma de comunicarnos, pero el amor que nos mostraban, la paciencia que nos tenían era por algo”, comenta. De esa experiencia surgió esta oración que Fadi escribió y regaló, como una forma de agradecimiento,a la religiosa que los recibió en el país:


Señor mío,

Te estuve buscando por mucho tiempo con los ojos vacíos y el corazón cerrado.

Te he buscado por todos lados y en cada rincón de oscuridad de esta vida. En los asustados ojos de aquellos que no tienen hogar y que no tienen esperanza. Intentaba escuchar Tu voz en los ruidos de la guerra y en los gritos de los oprimidos.

Estuve muy cerca de perderte para siempre... pero finalmente te encontré. No en una gran mezquita ni en una lujosa iglesia.

Encontré Tu luz brillando en los corazones de aquellas personas que ahora me rodean.

 

Señor mío,

me encontraste mientras pasaba mi vida buscándote en otros lugares. Que Tu gloria brille en los corazones de aquellos que viven en la oscuridad.

Que Tu Santo nombre le dé paz a aquellos que perdieron todo.

Que Tu Santo nombre bendiga este lugar y a aquellos que nos dieron esperanza y que demostraron que la humanidad, al fin, triunfará.

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