18/04/2019, 12.38
IRAK
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Caldeos de la diáspora en la llanura de Nínive, para celebrar la Pascua y volver a poner raíces

El p. Paolo cuenta que muchas familias provenientes de Norteamérica y Europa llegaron celebrar para la Semana Santa. Las fuertes lluvias obstaculizan las celebraciones, pero es más fuerte el deseo de participar. Un padre trajo a su hija de Canadá al santuario de Santa Bárbara en Karamles para bautizarla. El sacerdote: “Basta de mirar al pasado, al ISIS. Se necesita construir el futuro.

 

Karamles (AsiaNews)- Los cristianos de Mosul y de la llanura de Nínive, obligados a escapar en el verano de 2014 por la llegada del Estado islámico (EI, ex ISIS), viven la Pascua con la esperanza de “volver a poner las raíces en su tierra de origen”. Por esto decenas de familias “de la diáspora” provenientes de Canadá, Estados Unidos, Europa” volvieron en estos días” para participar en las celebraciones de la Semana Santa, entre momentos de oración y de fiesta”. Es cuanto narra a AsiaNews el p. Paolo Thabit Mekko, responsable de la comunidad cristiana en Karamles, en el norte de Irak, según el cual “la gente tiene siempre más ganas de reconstruir”.

En estos días de fiesta entre las comunidades de la llanura de Nínive están programadas procesiones, Vía Crucis y celebraciones de la Eucaristía. Después del éxodo que afectó a centenares de miles de personas, hoy según las estimaciones cerca de la mitad de las familias cristianas (el 45% por un total de casi 42 mil personas) volvió a los pueblos devastados por el ISIS.

En muchos centro entre los cuales Qaraqosh y la misma Karamles -prosigue- si bien lentamente y entre enormes dificultades económicas- el proceso de reconstrucción continúa. Las casas se volvieron habitables y aquellas nuevas son poco menos de 6500 sobre más de 14 mil. Después de la liberación de la llanura, gracias a la ofensiva conjunta árabe-kurda, por la tercera vez los cristianos pueden celebrar la Pascua en sus pueblos. Sin embargo, si el primer año se trató de una función simbólica y en 2018 las iglesias no se las podía usar, la esperanza de este año es volver a respirar el clima, la atmósfera y la participación de un tiempo.

“El Domingo de Ramos- nara el p. Paolo- representó un momento importante, porque en los pueblos de la llanura de Nínive hemos podido realizar las procesiones. En Qaraqosh se vio una gran participación. Igual en Karamles había muchos fieles, que no han querido faltar al encuentro con el nuevo arzobispo caldeo de Mosul, Mons. Najib Mikhael Moussa, que presidió las celebraciones y relanzó el mensaje de fe y esperanza”.

El dato más significativo, prosigue el sacerdote, era “el retorno de tantos de los nuestros que viven en Canadá, EEUU, Europa, que vinieron justamente para participar en las celebraciones de la Semana Santa. Este es un buen signo y otros están llegando para la Pascua”. “Una persona originaria de Karamles- narra el p. Paolo- y que vive en Canadá desde hace muchos años quiso volver para celebrar el bautismo de su hija. La ceremonia se realizó en el santuario de Santa Bárbara, un lugar muy querido por todos los cristianos de esta zona. Y tantas familias de la diáspora decidieron traer a sus hijos y nietos, para hacer descubrir sus raíces, el ligamen con su tierra”.

Archivada la locura del ISIS este año la “amenaza”, confía con una sonrisa el sacerdote, está representado “por el mal tiempo, por las fuertes lluvias” que invistieron Iran e Irak, donde se cuentan daños por millardos. “Cuánta lluvia- cuenta- una primavera extraña, la noche pasada se abatió un verdadero diluvio. El mal tiempo obstaculizó diversas celebraciones, sobre todo las procesiones y otros eventos al aire libre. No obstante todo la atmósfera era realmente bella y la vida está volviendo”.

Para el Domingo de Ramos, confía, hemos desafiado al tiempo para efectuar un paseo en bicicleta y restaurar una antigua tradición: la de plantar en los campos algunas ramas de olivo bendecido, un rito que los campesinos efectúan desde hace decenios. “Un signo-explica- de nuestra pertenencia a esta tierra, de la decisión que hemos tomado de quedarnos y que queremos reafirmar con fuerza”. Cierto, problemas hay aún, la economía es débil, falta trabajo y se apunta mucho a la cosecha del año próximo para hacer repartir la vida de los campos. “Se necesitan ocupaciones, confianza- subraya. pero más que nada seguridad. Y debo admitir que en el último período la situación parece tranquila”.

“Debemos dejar de mirar para atrás-concluye el p. Paolo- y pensar en el pasado, en el ISIS, considerarnos prófugos. Se necesita construir el futuro aquí, en esta tierra y ayudar a quien partió a volver”.

 

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