04/06/2014, 00.00
CHINA
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Cancelar Tiananmen: la inútil fatiga de Beijing, después de 25 años

de Bernardo Cervellera
Cada año hay centenares de miles de policías y soldados para garantizar el silencio sobre la masacre. La represión y los arrestos muestran que el pueblo no olvida. La Tianamen cotidiana de las revueltas campesinas y obreras suspendidas, a causa del injusto "suceso económico". La libertad religiosa sobre las cenizas del Partido comunista y de los mitos materialistas del occidente.

Roma (AsiaNews)- Con determinación toda oriental, de hace 25 años las autoridades chinas, hacen de todo para cancelar la memoria de la masacre de estudiantes y obreros sucedido en la plaza de Tiananmen la noche entre el 3 y el 4 de junio de 1989. Por todos el año pedidos como "Tienanmen", "4 de junio", movimiento", "democracia" no encuentran ninguna respuesta sobre los motores de búsqueda de china, este año hasta Google se lamentó que con el acercarse del aniversario, Beijing haya reforzado los filtros y disminuido internet para evitar que la genta recuerde el acontecimiento.

La misma determinación es usada por las autoridades para eliminar posibles manifestaciones en la plaza que fue testigo de la masacre. Policía en ropa anti-manifestaciones, policías de la seguridad pública con armas en puño, guardias cívicas, miembros de los comités de barrio, fuerzas del orden en uniforme y otros vestidos de civil están desplazados por toda la plaza y en cada esquina de la capital por temor a que alguno parezca con un cartel, una camiseta, un slogan o rompa el silencio impuesto por la fuerza.

Con un enorme esfuerzo militar y económico, las autoridades pagan a 30 mil policías para controlar, cancelar, obscurecer blog y páginas de internet, gastan casi 85 billones de euros por año en video cámaras, guardias juradas y seguridad pública. Pero como en el mito de Sísifo, todo es inútil: desde hace 25 años los padres de las víctimas, los activistas democráticos, profesores, estudiantes, cristianos y budistas recuerdan a los centenares-quizás miles- de muertos triturados por los tanques o por disparos, las decenas de miles encarcelados, los tantos enloquecidos por las torturas sufridas.

La psicosis del silencio lleva  a la represión: este año, de abril hasta hoy, al menos 80 personas han desaparecido en manos de la policía, arrestados por "disturbar el orden público", interrogadas, amenazadas y perseguidas. Este año, entre las víctimas del secuestro policial esta también el estatista Bao Tong, 81 años, uno de los pocos del Partido que en 1989 estuvo en contra de la intervención del ejército.

La represión, el sofocamiento de todo recuerdo es el modo con el cual el Partido comunista trata desde hace 25 años de hacer olvidar el pasado y mostrarse exento de ninguna crítica. Hace años, cuando era presidente, Jiang Zemin dijo que la matanza de los estudiantes y obreros fue "necesaria" para salvar al País del caos y garantizar el desarrollo económico que todo el mundo envidia.

Pero justamente el desordenado desarrollo económico-sin ninguna reforma política- fue la fuente de nuevas críticas y de nuevas manifestaciones: aumentan las revueltas de los campesinos porque sus tierras son secuestradas y vendidas para proyectos edilicios o industriales, sin que ellos ganen ninguna compensación; aumentan los paros de los obreros que combaten contra los duros horarios de trabajo (hasta 16 horas por día), la falta de contratos, los salarios inadecuados.

A tales problemas se agregan los de la contaminación, que se convirtió en una verdadera emergencia nacional, con 500 mil personas que mueren cada año por causas respiratorias; el agua ya contaminada en un 70%; la seguridad alimentaria que aterroriza a las familias; los abortos selectivos causados por la ley del hijo único.

Todos estos problemas tiene su triste carga de asesinados, muertos, una especie de "Tiananmen cotidiana" que mientras renace la memoria de la gente, muestra cuánto el Partido quiera durar en el poder y esté dispuesto por esto a sacrificar a su gente, como lo hizo hace 25 años.

Después del 4 de junio de 1989, el partido perdió su legitimidad, habiendo atacado a su propio pueblo; con muertos y la represión actual, este pierde también ahora, no obstante sus sucesos económicos.

La quiebra del Partido es también la quiebra del occidente. Después de tienanmen, la comunidad internacional efectuó un embargo contra Beijing, reabsorbido después de pocos meses, en la esperanza-toda materialista-que el desarrollo económico del país habría llevado también a las reformas políticas. Todo esto no sucedió y el occidente se encuentra hoy económicamente dependiente de Beijing, si no aliado. La crisis económica europea y de los Usa y el suceso manchado de sangre de China dicen que el mundo debe volver a escuchar al pueblo.

En China, la traición de los ideales populares del Partido empuja a la gente a encontrar otras formas espirituales y está renaciendo la adhesión a las religiones y al cristianismo en particular. También muchos disidentes, después de años de búsqueda se acercan a la fe cristiana. En vez de atacar contra todas las iglesias, Beijing debería alargar la puerta de la libertad religiosa para una sociedad más armónica, justa y reconciliada. Pero para esto es necesaria también la colaboración del oeste.

 

 

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