19/02/2018, 12.10
CHINA-VATICANO
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Católico subterráneo: Somos excluidos de los diálogos entre China y la Santa Sede

de John

Católicos de la Iglesia no-oficial protestan por el “inminente” acuerdo entre Roma y Beijing en torno al nombramiento de obispos, puesto que se olvidan todas las persecuiones que están padeciendo las comunidades cristianas. Tambén se critica a Mons. José Wi Jingyi, que – según el autor- es “clandestino” de palabra. Los obispos arrepentidos sólo muestran “arrepentimiento” cuando están en privado, pero en público siguen la política del gobierno.

Beijing (AsiaNews) – La noticia de un “inminente” acuerdo entre China y la Santa Sede referido a la modalidad para el nombramiento de obispos está generando tensiones, debates y tomas de posición, tanto entre los católicos chinos oficiales como no oficiales (subterráneos). Lo que está en la mira es fundamentalmente la campaña a favor de la firma del acuerdo, que algunos medios habrían emprendido para convencer al mundo acerca de las bondades del mismo, y quizás también para convencer a China, que hasta el momento no se ha expresado al respecto. Varias intervenciones critican el hecho de que dicha campaña ha silenciado la voz de la Iglesia no-oficial. El artículo a continuación fue recibido por AsiaNews y ha sido escrito por un católico subterráneo de la China a quien conocemos, que ha firmado con el seudónimo John.

 “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis” (Mateo 7, 15-19).

Antes de comenzar, he querido mencionar este pasaje bíblico para recordar lo que está sucediendo o está por suceder. No sabemos nada de ello, pero en cuestión de una noche, los medios masivos de comunicación están transformando a la Iglesia clandestina en  “un paquete”  o bien la están metiendo dentro de él [en el sentido de que están elaborando una imagen de ella, para ser usada –ndr]

Tras haber leído el artículo “China, el obispo clandestino: seguimos al Papa, confiamos en el Señor”, quisiera agradecer al autor por haber colocado entre comillas la palabra “clandestino”, para definir a este obispo chino de Qiqihar [se trata de Mons. José Wei Jingyi, que fue entrevistado por  Vatican Insider, el 16 de febrero pasado].  Todo esto es realmente ridículo: este obispo supuestamente clandestino en realidad es uno oficial que quiere representar a la Iglesia clandestina y declara ser una voz autorizada. El obispo pide a los amigos de Hong Kong, Macao y Taiwán que no pretendan hablar en su lugar. Si realmente esto es así, yo quisiera preguntarle: ¿quién debe representar la voz de la Iglesia clandestina? ¿Cuál sería esa voz? ¿En qué se basaría? ¿Cuál es el núcleo de nuestra fe católica? ¿Quién puede representar el interés de los fieles chinos?

Este obispo “clandestino”, “en su nombre y [en nombre] de la comunidad que Dios le ha encomendado para el cuidado pastoral, declara solemnemente, como sea que vayan a terminar las relaciones entre China y el Vaticano, que ellos obedecen totalmente la decisión del Papa y de la Santa Sede, cualquiera sea ésta. Y ni siquiera habrán de preguntar por qué”. Además, él cita el pasaje del hijo pródigo, “cuando el hijo se arrepiente, y pide regresar donde su padre, ¿acaso podrá haber motivos por los cuales el padre le niega el perdón? Por el contrario, el padre esperaba su regreso desde hacía mucho tiempo”.

Parece que todos los obispos de la Iglesia patriótica ahora se muestran arrepentidos, pero dicho “arrepentimiento”, ¿es público o privado? Si siguen tomando decisiones que no son transparentes ni públicas, sino sólo privadas y a escondidas, entonces, ¿cómo podemos creer que este arrepentimiento es realmente fiel? El obispo de Qiqihar utiliza el pasaje de la mujer adúltera, pero el Señor nos dice que la condición para el perdón es no pecar más. En cambio, hay obispos de la Iglesia patriótica que al día de hoy siguen trabajando en la Asociación Patriótica, ¿y cómo se pueden justificar?

Con respecto al acuerdo entre China y la Santa Sede, el obispo continúa diciendo que “para llegar a un acuerdo, siempre es necesario confiar un poco en el otro. De no haber algo de confianza recíproca, ni siquiera cabría la posibilidad de hablar, y jamás se llegaría a ningún acuerdo”. Yo quisiera saber: ¿de dónde deriva esta confianza suya?”.  

Son harto conocidas las nuevas normativas sobre las religiones en China (que rigen desde febrero de 2018): son varias las fuentes que dan cuenta de que las iglesias clandestinas están siendo prohibidas y sancionadas.  

Son varios los ejemplos que demuestran que en China hay una falta de libertad religiosa: el caso del padre Pedro Wei Heping, sacerdote bueno y fiel, muerto en circunstancias misteriosas, que oficialmente han sido decretadas como suicidio; la campaña contra las cruces en Zhejiang en 2015 y la demolición de las iglesias en tantas otras regiones; la desaparición [en manos de la policía] del obispo Santiago Su Zhimin, del cual aún no se sabe el paradero.

Quisiéramos saber qué está pasando en el Vaticano. ¿Acaso el Card. Parolin y los demás “optimistas” quieren colocar a todos los fieles chinos en una gran jaula? Pues quizás se precise una jaula más grande, porque la actual es demasiado pequeña para contener a 12 millones de fieles.

Este acuerdo entre China y el Vaticano nace de manera secreta, y no hay ningún sacerdote o fiel involucrado de manera directa o indirecta. Entonces, ¿cómo podemos creer que dicho acuerdo será favorable para la Iglesia católica china?

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