28/10/2019, 11.53
VATICANO
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Del Sínodo brota un río de Vida para la Amazonía

de Martìn Lasarte

En el documento final se subraya reiteradamente la conversión a Cristo, la labor en favor de los jóvenes de la Amazonía, la Iglesia como compañera de la cultura india, capaz de inculturar el Evangelio. Las Iglesias locales de toda América deben contribuir con personal y medios financieros en la “misión amazónica”. Los temas delicados de los curas casados y el diaconado femenino quedan en manos del Papa o, mejor aún, de un Sínodo universal. 

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) –  Presentamos a continuación un comentario del Pbro, Martín Lasarte, sobre el documento final del Sínodo sobre la Amazonía. El documento final (disponible solamente en idioma español) puede ser hallado aquí.  

 

Acabamos de salir de la conclusión del Sínodo.

Como decía un padre sinodal, luego de las cascadas y los rápidos andinos, se llega a los ríos pacíficos y serenos amazónicos, que se dirigen al mar.

Leyendo el hermoso documento final, se tiene esta sensación. Luego de un rico y animado intercambio de puntos de vista, de compartir experiencias a veces bastante diversas, se ha llegado a un sereno río amazónico, donde la riqueza de sus contenidos y el equilibrio están presentes, sin sacar nada de su fuerza, ni de la vitalidad transformadora de la naturaleza, de la sociedad y de la vida de los hombres y mujeres.

El documento es un río caudaloso y profundo, que recoge muchas corrientes de los diversos países y vivencias de las iglesias amazónicas y les ofrece a todos sus aguas para que tengan vida y Vida en abundancia. Ciertamente que precisa todavía de algunos ajustes, pero el trabajo está realizado.

Uno de los nombres que se le puede dar a este río es “conversión”. Conversión a Cristo y a su Evangelio, que se traduce en una conversión pastoral, cultural ecológica y sinodal.

La gran mayoría de las problemáticas ecológicas y pastorales planteadas en el Sínodo están presentes en el documento final, con una síntesis feliz y serena. Hay que felicitar a la comisión de redacción que recogió los 831 modos de los círculos menores, y con un trabajo titánico, supo integrarlos y armonizarlos coherentemente … lógicamente, siendo conscientes de la presencia y acción del Espíritu Santo en la cotidianidad de su Iglesia. 

Quisiera subrayar algún que otro elemento de la riqueza del texto.

Particularmente deseo agradecer el significativo espacio dedicado a la Amazonía de rostro joven: la preocupación por los jóvenes indígenas, ribereños, afrodescendientes, migrantes, colonos, rurales, urbanos, a los cuales el documento dedica una particular atención. Se está atento a su vulnerabilidad, a sus sueños y dificultades. A la luz del sínodo anterior, surgen varias interpelaciones: la necesidad de acompañarlos y educarlos; ayudar a su proyecto de vida con un discernimiento y acompañamiento vocacional, proponer espacios creativos para formar líderes con una pastoral de procesos dialógica e integral centrada en Jesucristo y su proyecto. Los jóvenes son un enorme potencial por su compromiso en la Iglesia, en la sociedad y por su sensibilidad por el cuidado de la Casa Común, pudiendo ser “profetas de la esperanza”.

Una de las características del Sínodo es la opción preferencial por los pueblos indígenas. El Cap. III es muy rico en la atención prestada al tema de las “culturas”: las riquezas culturales, la interculturalidad, el diálogo, el valor de la alteridad y la inculturación del Evangelio. La Iglesia está presente como hermana aliada de los pueblos indígenas en la defensa de su dignidad, de su vida vida y de sus derechos. El anuncio inculturado del Evangelio, la teología india o de rostro amazónico, la piedad popular, son caminos para interiorizar y apropiarse de Jesucristo y de sus actitudes. Se subraya la importancia de la educación y de que ésta sea intercultural, bilingüe y realmente de calidad, pues es un derecho fundamental.

El Capítulo IV presenta las bien reflexionadas propuestas en favor de la ecología integral. En la elaboración de esos párrafos estuvieron presentes profesionales y expertos en la materia. Es la temática que nos sumerge nuevamente en la Laudato Si, que nos interpela y nos llama a vivir nuestra fe teniendo muy presente esta dimensión del cuidado de lo Creado, no como un apéndice, sino como un aspecto constitutivo de la ética cristiana que nos lleva a alargar la caridad con las generaciones que vendrán. Esto trae, por consecuencia, una propuesta de vida menos consumista y felizmente más austera.

El capítulo V, sobre la conversión sinodal, es aquel que se ha construido con más paciencia, artesanalmente, en la búsqueda de consensos. Se profundiza el concepto de sinodalidad a la luz de las Escrituras y de la Tradición de la Iglesia. 

El presente documento final es un auténtico fruto de la sinodalidad. Aparece el aspecto fundamental de la ministerialidad eclesial, a la cual todos, por el bautismo, todos son llamados. Una ministerialidad creativa, capaz de dar nuevas respuestas misioneras.

Queda abierto al diálogo y al estudio del diaconado permanente femenino, y se pide establecer criterios y disposiciones por parte de la autoridad competente para ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos por la comunidad, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para atender las zonas más remotas amazónicas. 

La redacción del texto es equilibrada y se abre, al final, a la posibilidad de que el tema sea abordado a nivel universal (siendo yo particularmente favorable a esta propuesta). De hecho, estos dos puntos fueron los menos consensuales. De todos modos, estos temas quedan en manos del Santo Padre, quien, como Pastor Universal, nos orientará sobre los caminos a seguir. 

Un gran tema propuesto en este capítulo es cómo implicar a las iglesias locales de toda América en la “misión amazónica”, tanto en la contribución de personal como de medios económicos. Se abre también a la reflexión sobre los ritos para los pueblos originarios, siendo necesarias buenas traducciones de textos, para celebrar el único misterio de Cristo con gestos y símbolos que, sin perder lo esencial, lo hagan más próximo a la vida de los pueblos; hay que ser conscientes de que la Amazonía es un conjunto de diversas familias de pueblos con variadas tradiciones culturales, por lo cual, hay que estar atentos a no homologar tal riqueza y diversidad cultural.

Agradecemos a Dios por el regalo de este Sínodo Amazónico. Que de este evento, de esta fuente, puedan surgir procesos de vida en la Amazonía y de la Vida (zoe), con mayúscula, vivificando con su gracia, con su Palabra, con su presencia salvadora y liberadora a los 34 millones de habitantes, pueblos y comunidades de esta bendita tierra, don de Dios para toda la humanidad.

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