30/07/2020, 12.12
CHINA-VATICANO
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El Acuerdo sino-vaticano, dos años después. ‘Santo Padre, no renueve el acuerdo’ (IV)

Un joven laico del Norte de China narra las dificultades que han sobrevenido con la firma del acuerdo. El Padre Juan comprende la misericordia de Papa Francisco hacia los obispos y sacerdotes oficiales. La represión se ha incrementado, incluso hacia otras religiones, y especialmente contra los protestantes.

Roma (AsiaNews) – “Pido al Santo Padre que no renueve el Acuerdo con China, porque ello podría poner en peligro la supervivencia de la Iglesia en China, llevándonos por el camino de la desesperación”: así se expresa Benedicto, un fiel de la comunidad subterránea del norte de China. Benedicto y el Padre Juan, un sacerdote del norte de China, son dos voces más que enriquecen esta serie de testimonios que forman parte de la investigación que AsiaNews lleva adelante  sobre la situación de la Iglesia china, a pocos meses del vencimiento del Acuerdo provisorio entre China y la Santa Sede. El grito amargo de Benedicto es el contrapeso de la sobria exposición del sacerdote, que afirma que comprende el paso dado por Francisco, un gesto de misericordia hacia los sacerdotes y obispos de la comunidad oficial, que quizás se divide entre la obediencia al régimen y la obediencia a la Iglesia.

Dos relatos que sacan a la luz otros elementos El primero es que la represión del régimen hacia la Iglesia también va dirigida a las demás religiones, y en particular contra los cristianos protestantes. El segundo es que tal represión no es aplicada de la misma manera y con la misma intensidad en cada rincón de este inmenso país. El padre Juan recuerda que también hay funcionarios de gobierno que, siguiendo su conciencia, garantizan libertad a las comunidades, y con ello no es poco lo que arriesgan. 

AsiaNews ya ha publicado tres partes de esta investigación, a las que se puede acceder aquí: primera parte, segunda y tercera

 

A mi modo de ver, el diálogo y las negociaciones entre China y el Vaticano reflejan plenamente la preocupación y la atención del Papa por la Iglesia china: como sea, él trata  de aflojar las cadenas que oprimen nuestro cuerpo y nuestro corazón. Para algunos, esto tiene sentido, porque ya no deben sufrir más por los problemas creados por China respecto a  la consagración [lícita o ilícita] o la comunión sacramental. 

En el pasado, en muchas oportunidades hubo personas que se aprovecharon de la benevolencia del Papa que, atento a la salvación de las personas, siempre ha perdonado. El Papa jamás fue tan duro de corazón al punto de castigarlas o abandonarlas, y siempre ha estado dispuesto a liberar su corazón de las cadenas y las cargas. Pero la verdad es que el corazón de estas personas jamás ha sentido el peso de este lastre que cargan. El punto más crítico es que el Papa quizás ha subestimado el ansia de poder de algunos, su voluntad de tener el control total de la Iglesia. Puedo asegurar que la presión ejercida sobre la Iglesia en ciertas zonas se está volviendo cada vez más fuerte, hasta que esta sea destruida o al menos, hasta que quede debilitada su influencia. Esto, siempre que la Iglesia no sustituya su objeto de fe con el “Gran Líder Kim il-sung” [un seudónimo irónico, aplicado a Xi Jinping - ndr]. En algunos lugares, ya se ha llegado a esta sustitución. En cierto sentido, el Acuerdo ha otorgado una identidad casi legítima en lo que respecta a perseguir este objetivo. Si no hubiera sido por el Papa, que inconscientemente justificó esta identidad,  ellos igual lo hubieran seguido haciendo sin ninguna reserva, con la única diferencia de que habrían carecido de una pantalla para ocultar sus intenciones.  Por dar un ejemplo, en una diócesis o parroquia de “Hujian” [probablemente se refiera a Fujian] exigieron el registro de sus sacerdotes y lugares de culto, de lo contrario las actividades no sería autorizadas. Una diócesis o parroquia de “Huonan” [probablemente Henan] ya ha tramitado este registro. Con esto se exige prohibir la entrada de menores a la iglesia; luego, dado que los estándares de la Iglesia no se adecuaban a las normas de prevención y de control para el coronavirus, la iglesia fue cerrada al público. Si en un lugar hay demasiados lugares de culto protestantes, se les exige cerrar una decena. En cuanto al motivo, es tarea del personal [de gobierno] hallar uno: porque el número de fieles es reducido, por problemas financieros, etc. En todos los casos, el trabajo asignado tiene que ser completado. 

Hay que remarcar que esto no ocurre en todas las zonas. Aún en los momentos más oscuros de la historia, siempre ha habido funcionarios que actúan a conciencia y protegen a los inocentes, dentro de sus posibilidades. Lo que se teme es que estas personas también puedan toparse con dificultades, en un ambiente cada vez más crítico. No creo que el Papa pueda salvarnos de esta situación. Lo mejor es resignarse a ello, o tal vez esperar [que se resuelva] en la próxima generación.

Padre Juan, sacerdote, Norte de China

 

En cuanto a la Iglesia en el sur del país, nuestra situación es bastante tranquila. En años anteriores hemos tenido una relativa estabilidad en nuestra sede; las misas dominicales, las misas solemnes y todas las actividades de oración se daban de forma bastante regular. Todo esto se acabó con la firma del Acuerdo provisorio sino-vaticano del 22 de septiembre del 2018. En vista de la Navidad del 2018, el personal del gobierno local se hizo presente para decirnos que nuestro lugar de encuentro sería proscripto. Advirtieron a los sacerdotes que no debían celebrar misas ni llevar a cabo otras actividades de oración, ya que, según el gobierno, son ilegales. Ahora, ya no contamos con un lugar para la oración, o para celebrar la misa u otros sacramentos, y ni hablar de las misas dominicales y solemnes. Rara vez logramos ver al sacerdote, que viene a celebrar la misa cada 2 semanas. Durante la pandemia, los controles del gobierno se hicieron más rígidos, y apenas logramos tener una misa cada 2 o tres meses. ¿Acaso Roma sabe realmente de nuestros sufrimientos, de nuestro empeño, de nuestros gritos y lágrimas? Todo esto, ¿lo ve Roma? ¿lo siente, lo oye? 

Hemos oído decir que el Acuerdo podría ser renovado. En nombre de todos los fieles de la Iglesia subterránea, le pido al santo Padre que no renueve el Acuerdo con China, porque ello podría poner en peligro la supervivencia de la Iglesia en China, llevándonos por el camino de la desesperación. Pido al Santo Padre que tome en seria consideración lo que digo, y espero que el Santo Padre ruegue por todos los sacerdotes y fieles de la Iglesia china ¡y que también ruegue por Hong Kong! 

Benedicto, laico, Norte de China

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