26/08/2018, 18.34
IRLANDA-VATICANO
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El Papa en Irlanda: Un Pentecostés doméstico para las familias. La larga lista de pedidos de perdón

En la misa de cierre del IX Encuentro Mundial de las Familias, celebrada en el parque Fénix, el Papa Francisco dio un mandato misionero a las familias: ser portadoras de la “alegría del Evangelio”. El ejemplo de San Columbano que “llevó la luz del Evangelio a las tierras europeas en una época de oscuridad y decadencia cultural”. De manera sorpresiva, la misa se inició con un largo momento penitencial, con el pedido de perdón por los abusos cometidos por miembros de la Iglesia, por la ineptitud de pastores que no vigilaron; por los hijos que fueron apartados de las madres solteras. El próximo Encuentro mundial de las familias será en Roma, en el 2021. 

Dublín (AsiaNews) – Gracias a “un Pentecostés doméstico” que “da valentía”, las familias pueden convertirse en “fuente de ánimo para los demás”, eliminando todas las barreras para “reconciliar al mundo”, convirtiéndose en portadores de la “alegría del Evangelio”. Es el mandato misionero que el Papa Francisco ha dado a las familias presentes en la misa conclusiva del Encuentro Mundial de las Familias, que congregó a miles de personas, incluso bajo la lluvia, en el Parque Fénix de Dublín. El papa llegó a equiparar la vocación de las familias con la de Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, por ser “el amor en el corazón de la Iglesia”.

De manera espontánea y hablando en español, el Papa Francisco dio inicio a un momento penitencial, en el cual recordó que se había encontrado con ocho personas que han sido víctimas de abusos sexuales por parte del clero irlandés. Él pidió perdón por los abusos; pidió la sanación de quien ha resultado herido, pidió perdón por la ineptitud de los pastores que no supieron velar [por sus fieles]; misericordia por los niños apartados de madres solteras y dados en adopción por la fuerza. Ante cada pedido de perdón, los fieles respondieron con un cálido aplauso.

 “Cada nuevo día en la vida de nuestras familias –dijo en la homilía- y cada nueva generación, trae consigo la promesa de un nuevo Pentecostés, un Pentecostés doméstico, una nueva efusión del Espíritu, el Paráclito, que Jesús nos envía como nuestro Abogado, nuestro Consolador y quien verdaderamente nos da valentía.  Cuánta necesidad tiene el mundo de este aliento que es don y promesa de Dios. Como uno de los frutos de esta celebración de la vida familiar, que podáis regresar a vuestros hogares y convertiros en fuente de ánimo para los demás, para compartir con ellos “las palabras de vida eterna” de Jesús”.

El Papa luego se refirió a los desafíos y a las dificultades en el anuncio de la Buena Noticia. “Sin embargo –continuó-, los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son, a su manera, más difíciles de los que debieron afrontar los primeros misioneros irlandeses. Pienso en San Columbano, que con su pequeño grupo de compañeros llevó la luz del Evangelio a las tierras europeas en una época de oscuridad y decadencia cultural. Su extraordinario éxito misionero no estaba basado en métodos tácticos o planes estratégicos, sino en una humilde y liberadora docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo. Su testimonio cotidiano, de fidelidad a Cristo y entre ellos, fue lo que conquistó los corazones que deseaban ardientemente una palabra de gracia y lo que contribuyó al nacimiento de la cultura europea. Ese testimonio permanece como una fuente perenne de renovación espiritual y misionera para el pueblo santo y fiel de Dios”.

Pero las dificultades también son interiores: “Sin embargo, si somos honestos con nosotros mismos, también nosotros podemos encontrar duras las enseñanzas de Jesús. Qué difícil es perdonar siempre a quienes nos hieren. Qué desafiante es acoger siempre al emigrante y al extranjero. Qué doloroso es soportar la desilusión, el rechazo o la traición. Qué incómodo es proteger los derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad. Sin embargo, es justamente en esas circunstancias en las que el Señor nos pregunta: «¿También vosotros os queréis marchar?» (Jn 6,67). Con la fuerza del Espíritu que nos anima y con el Señor siempre a nuestro lado, podemos responder: «Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (v. 69)”.

“Con los sacramentos del bautismo y de la confirmación, cada cristiano es enviado para ser un misionero, un “discípulo misionero” (cf. Evangelii gaudium, 120). Toda la Iglesia en su conjunto está llamada a “salir” para llevar las palabras de vida eterna a las periferias del mundo. Que nuestra celebración de hoy pueda confirmar a cada uno de vosotros, padres y abuelos, niños y jóvenes, hombres y mujeres, religiosos y religiosas, contemplativos y misioneros, diáconos y sacerdotes, para compartir la alegría del Evangelio. ¡Que podáis compartir el Evangelio de la familia como alegría para el mundo! Mientras nos disponemos a reemprender cada uno su propio camino, renovemos nuestra fidelidad al Señor y a la vocación a la que nos ha llamado. Haciendo nuestra la oración de san Patricio, repitamos con alegría: «Cristo en mí, Cristo detrás de mí, Cristo junto a mí, Cristo debajo de mí, Cristo sobre mí». Con la alegría y la fuerza conferida por el Espíritu Santo, digámosle con confianza: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68)”.

Antes de la bendición final, en su agradecimiento al Papa, el Card. Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida, anunció que el próximo Encuentro Mundial de las Familias será llevará a cabo en Roma, en el 2021.

Antes de la conclusión, Francisco quiso agradecer a los organizadores del Encuentro Mundial de las Familias y a las autoridades civiles. “De manera especial”, quiso dar las gracias “a todas las personas que han rezado por esta Jornada: ancianos, niños, religiosos, enfermos, presos… Estoy seguro de que el éxito de esta Jornada se debe a sus sencillas y perseverantes oraciones. ¡Gracias a todos! ¡Que el Señor los recompense!”

Al final de la celebración, el pontífice se dirigió al convento de las monjas dominicas, donde se reunió con los obispos irlandeses. Desde allí, el Papa se trasladó al aeropuerto para tomar su vuelo de regreso a Roma, cuyo arribo esta previsto para esta noche, alrededor de las 23 horas. 

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