05/09/2019, 20.19
MOZAMBIQUE - VATICANO
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El Papa en Mozambique, a los sacerdotes: no ‘petrificarse’ en la nostalgia de tiempos pasados

Durante el encuentro con los operadores pastorales de Mozambique, Francisco recomendó renovar la “llamada” de Jesús. “Frente a la crisis de identidad sacerdotal, quizás tenemos que salir de los lugares importantes, solemnes; tenemos que volver a los lugares donde fuimos llamados, donde era evidente que la iniciativa y el poder eran de Dios”.

 

Maputo (AsiaNews) – Para combatir la crisis de identidad sacerdotal, hay que renovar la “llamada” de Jesús, dejar las seguridades y la ritualidad, para elegir decir sí y “cansarse con aquello que es fecundo a los ojos de Dios, que vuelve presente, encarna, a su Hijo Jesús”. Estuvo dedicada a los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, la tarde de la primera jornada del Papa en Mozambique, que comenzó en la catedral de la Inmaculada Concepción, en Maputo, y prosiguió con la visita al Hogar Mateo 25, la obra que se ocupa de asistir a los jóvenes y niños de la calle. 

La cita estuvo precedida por un encuentro en la nunciatura, con miembros de la Comunidad de Xai-Xai, una ciudad portuaria de cara al Océano Índico, ubicada cerca de la desembocadura del río Limpopo, que quedó completamente sumergida durante la grave inundación que azotó el sur de Mozambique en febrero de 2000. Concluido el encuentro, el pontífice regresó a la nunciatura para tener una breve reunió en privado, con los miembros de la Compañía de Jesús de Mozambique. 

En un país donde más de la mitad de la población mantiene los lazos con las religiones tradicionales, al dirigirse a los obispos, sacerdotes y operadores pastorales reunidos en la catedral, Francisco dijo que “nos guste o no, estamos llamados a enfrentar la realidad tal como es. Los tiempos cambian y es necesario reconocer que a menudo no sabemos cómo insertarnos en los nuevos escenarios". Se trata de “mirar para adelante”, a la Tierra prometida, y no “petrificarse” en la nostalgia de tiempos pasados”. “Frente a la crisis de identidad sacerdotal, quizás tenemos que salir de los lugares importantes, solemnes; tenemos que volver a los lugares donde fuimos llamados, donde era evidente que la iniciativa y el poder eran de Dios. A veces, sin querer, sin culpa moral, nos acostumbramos a identificar nuestra actividad cotidiana de sacerdotes con determinados ritos, con reuniones y coloquios, donde el lugar que ocupamos en la reunión, en la mesa o en la sala, es jerárquico”.  

“Renovar la llamada muchas veces requiere verificar si nuestro cansancio y nuestras preocupaciones tienen que ver con una cierta “mundanidad espiritual” dictada «por la fascinación de miles de propuestas que no podemos quitarnos de encima para caminar libres, por los senderos que nos conducen al amor de nuestros hermanos, a la grey del Señor”. 

Se trata de saber mostrar a la juventud el camino del seguimiento de Jesús “de tal forma que, deslumbrados por la alegría de una entrega cotidiana, que no es algo impuesto sino una maduración, una decisión tomada en silencio y en oración, quieran decir su “Sí”, resistiendo a las “muchas propuestas bien armadas, que se presentan como bellas e intensas”, pero que con el tiempo, lo dejarán a uno vacío, cansado y solo. 

“Vosotros – al menos, los más ancianos- que habéis sido testigos de divisiones y rencores que terminaron en guerras, debéis estar siempre dispuestos a ‘visitarlos” y acortar las distancias. La Iglesia de Mozambique es enviada, para ser la Iglesia de la Visitación;  no puede participar del problema de las competencias, del desprecio y de las divisiones de unos contra otros, sino [que debe ser] puerta de solución, un espacio en el cual sean posibles el respeto, el intercambio y el diálogo. La pregunta sobre cómo comportarnos respecto a un matrimonio interreligioso nos desafía con relación a esta persistente tendencia que tenemos a la fragmentación, a separar en lugar de unir. Y lo mismo sucede para la relación entre nacionalidades, entre etnias, entre los del norte y los del sur, entre comunidades, sacerdotes y obispos. Es un desafío, ya que, en tanto no se desarrolla «una cultura del encuentro en una pluriforme armonía», se requiere de «un constante proceso, en el cual cada nueva generación se ve implicada. Es un trabajo lento y arduo, que exige la voluntad de integrar y de aprender a hacerlo». Es el requisito necesario para la «construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, para «el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo en el cual las diferencias se armonicen dentro de un proyecto común» (ibid., 220-221). Así como María fue hasta la casa de Isabel, de la misma manera, también nosotros, en la Iglesia, debemos aprender el camino a seguir en medio de nuevas problemáticas, tratando de no quedar paralizados por una lógica que contrapone, divide, condena. Poneos en camino y buscad una respuesta a estos desafíos, pidiendo la segura asistencia del Espíritu Santo. Es Él el Maestro capaz de mostrar los nuevos caminos por recorrer”.  

El Hogar Mateo 25, lugar donde Francisco se dirigió luego del encuentro en la catedral, es fruto de una iniciativa de la nunciatura apostólica y de más de 20 congregaciones religiosas locales. Allí se ayuda a jóvenes y niños de la calle, que no tienen qué comer y que a menudo no saben siquiera dónde dormir. Todos los días se sirve la comida a alrededor de 70 o 120 personas: niños, jóvenes y adultos (hombres y mujeres). Entre ellas, hay personas con distintos tipos de pobreza; niños de la calle (todos varones), personas que viven en las calles, gente que se gana la vida lavando carros, personas que sufren dependencias (del alcohol, drogas, etc.), enfermos, gente sin techo, ex convictos.

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