06/08/2018, 11.55
CHINA
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El dolor de un sacerdote ante las cruces destruidas, el catecismo proscripto y el escándalo de las vacunas

de Shan Ren Shen Fu (山人神父)

Eliminaron la cruz y la inscripción “Iglesia católica” de la fachada de una iglesia. Se prohibieron los centros de verano para la catequesis de los jóvenes. Mientras tanto, estalla el escándalo de las vacunas, signo de que en la sociedad china prima la carencia de valores morales. Vacunar a los jóvenes espiritualmente sería de gran ayuda para la sociedad china. Las reflexiones de un sacerdote bloguero.

Beijing (AsiaNews) – Desde hace algunos meses, alegando la “sinización”, las autoridades chinas han estado eliminando signos cristianos visibles, como las cruces y decoraciones de las iglesias. A esto se suma la prohibición de llevar a cabo encuentros, incluso aquellos de verano, orientados a jóvenes menores de 18 años, a quienes ahora se les prohíbe participar de la misa. Al mismo tiempo, en todo el país se ha difundido el escándalo de las vacunas para recién nacidos, que resultaron ser ineficaces. Semejante escándalo ha sido causado por la corrupción generalizada, por el escaso control que ejercen las autoridades y por un proteccionismo que ampara a las compañías chinas.  El sacerdote y bloguero Shan Ren Shen Fu (“el cura de montaña”), expresa a continuación sus reflexiones y comentarios sobre estos hechos. Él resalta particularmente que, si en la sociedad china se difundiesen la fe y sus valores, lo cierto es que habría menos corrupción y vacunas más eficaces. Además, le disgusta el hecho de que en China haya una preocupación por vacunar el cuerpo de los niños, pero se prohíba vacunarlos en el espíritu, excluyéndolos del catecismo.  De esta manera, se perpetúa la falta de honestidad y la carencia de una conciencia recta en la sociedad.  

 

Ayer, un sacerdote de mi fraternidad me dijo en WeChat: "Hermano, nuestro obispo ayer me telefoneó para decirme que retire la cruz y la inscripción ‘Iglesia Católica’. En los últimos dos años, este hermano ha trabajado con muchas dificultades. En la zona no había iglesia, y la Iglesia compró un establecimiento de dos plantas y lo transformó en un lugar de oración para los fieles del lugar. Desde ese momento, el sacerdote enseguida organizó a la gente para poder limpiar y decorar el lugar. Si bien era un sitio pequeño, con la transformación quedó bien, y al llegar la Navidad, pudo abrirse y utilizarse. Este sacerdote hizo lo mejor que pudo en todo sentido: desde la proyección del altar a la compra de bancos, e hizo miles de kilómetros para poder tener todo a nuevo.  

 

Come dice el proverbio: "Para hacer algo, ¡debes publicitarlo!” Igual que en el comercio: acaso ¿quién no puede colocar un cartel en su negocio? A modo de signo, sobre el techo del edificio, el sacerdote colocó la cruz y la inscripción “Iglesia Católica”. Sin embargo, el obispo acababa de participar en un encuentro del gobierno local, y el hermano recibió una llamada telefónica en la cual se le pedía remover el signo que representa la fe”.

Cuando él se comunicó conmigo, el signo de la fe ya había sido eliminado. Esto fue realizado por gente que acudió mandada por el obispo o por el gobierno local –no pregunté al respecto-, pero era obvio que mi hermano de fraternidad estaba muy triste. No creo que culpara al obispo por no apoyar la justicia. Pero lo que más lo entristecía era que la justicia de la fe subsistiera en la sociedad a fuerza de hacer un camino tan dificultoso y accidentado.

Un párroco de la diócesis recibió una orden de la organización: el curso de catequesis de verano debía suspenderse. El sacerdote protestaba: mi superior es el obispo, y sólo podré hacerlo una vez que haya recibido una orden escrita del obispo, pidiendo suspenderlo. Sin embargo, al fin y al cabo, la autoridad siempre es arbitraria: algunas parroquias no escuchan, pero la mayoría vive sometida a presiones, y entonces decidieron deshacerse de los cursos de catequesis de verano.   

En los últimos días, estalló el caso de la vacuna producida por Changsheng Biotech de Changchun. Hace ya dos años, en aquél entonces, refiriéndome al caso de la “vacuna ineficaz” de Shandong, yo escribí un artículo: “En medio del gran debate sobre la ‘vacuna ineficaz’, aquello sobre lo cual más urge reflexionar es si este país ha extraviado la verdad, y ¿cuál es la verdad que vive en el corazón de la gente? Tenemos que hallarla y recuperarla… Lamentablemente, Él (Dios) no fue encontrado, no se lo ha seguido, sino que se decidió prescindir de Él y excluirlo”.   

La libertad de [profesar el] credo religioso es un derecho que la Constitución brinda a toda persona. Cuando un niño no tiene autoridad para decidir de manera autónoma, sus padres biológicos o tutores legales tienen derecho a dejar que sus hijos reciban la religión de sus antepasados. Si esta realidad no existe, se viola claramente la ley del Estado. Por lo tanto, ninguna organización tiene poder para impedir o limitar la búsqueda o la decisión de una persona de seguir su credo religioso.  

Es más, la fe religiosa es la base para formar personas con una conciencia recta. Así como el niño es vacunado para prevenir las enfermedades, la conciencia puede impedir que las personas tomen un camino equivocado a futuro. No me atrevería a decir que no hay malos entre todos los creyentes, pero sí podemos sostener que incluso un creyente malvado, en su corazón se siente unido a la ley de Dios.

Luego de que surgió el caso de la vacuna del laboratorio Changsheng de Changchun, ¡cuántos fueron los padres que protestaron y se lamentaron por hallar el nombre del laboratorio Changsheng de Changchun en la lista de vacunas para niños! En este caso en que se ha perjudicado a los niños en su cuerpo y espíritu, la supervisión de los departamentos estatales responsable ha demostrado ser inútil, creando nuevos problemas en el sector.

Para el cuerpo del niño surge el problema de las vacunas, pero en cuanto se refiere al espíritu, se rechaza la vacuna de la fe. De esta manera, los niños chinos sufren un daño doble: ¡algo raro en el mundo! ¡Qué familia no tiene hijos? ¡Es realmente algo difícil de entender!

En tanto las autoridades puedan seguir mintiendo de manera ciega, no podrá decirse que la vida humana esté segura. Luego del problema surgido con la vacuna de Changchun, de inmediato algunos lugares anunciaron que en el último tiempo no habían adquirido [estas vacunas] y esto se hizo sólo para dar tranquilidad al público. Sin embargo, hay quienes al instante subieron fotos de la vacuna de Changchun, que había sido hallada en el sitio de prevención epidémica: realmente fue un cachetazo directo, porque lo cierto es que el hospital sí usó la vacuna en esta ciudad.   

Si no produce ningún efecto, una vacuna es peligrosa. ¿Cuál es –podría decirse- el peligro de la fe? Si los niños chinos son ‘castrados’ desde pequeños, impidiéndoles recibir la fe en Dios que existe naturalmente en el espíritu humano, entonces, en un mundo sin Dios, generación tras generación, inevitablemente, continuarán las tragedias que violan lo profundo de la conciencia humana.   

El pequeño lugar de oración de mi hermano sacerdote hizo felices a muchos creyentes del lugar. Pero ahora, este lugar, despojado del símbolo de la cruz, sin poder organizar cursos de catequesis, además de regir una imposición de aplicarse una vacuna adulterada, sufre un daño cada vez más grave. El dolor del sacerdote por la eliminación de la cruz no es comparable con la preocupación de los padres por la vacunación de sus hijos, y el miedo por la posibilidad de la muerte o invalidez (obviamente, con esto no se niega el dolor de la Iglesia por la opresión que sufre). Sumamente confuso y lleno de pesar, me pregunto: en China, a fin de cuentas, con mano violenta, ¿quién podrá recoger flores?’ (lo cual equivale a decir: quién podrá lograr buenos resultados, con medios violentos)? … 

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