15/12/2015, 00.00
JAPON – VATICANO
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El jubileo de Niigata, ser “oasis de misericordia” en el Japón moderno

de Tarcisio Isao Kikuchi*
El obispo, mons. Tarcisio Isao Kikuchi, abrió la Puerta Santa junto a decenas de sacerdotes y unos 120 fieles. El Año Santo “aliente a los fieles a dejar de vivir en la desconfianza recíproca, aprendiendo a ser chispas de esperanza para el mundo de hoy"” Entre guerras, terrorismo y desastres naturales “la misericordia del Padre es un bálsamo fundamental”.

Niigata (AsiaNews)- El Jubileo extraordinario de la Misericordia inició el 8 de diciembre y se cerrará el 20 de noviembre de 2016. En la catedral de Niigata hemos celebrado el inicio del Año jubilar con un buen número de fieles y sacerdotes. Antes del anuncio por parte del Papa, la diócesis había planificado para el 7 de diciembre una colecta de Adviento para los sacerdotes. Por lo tanto muchos curas, que normalmente están esparcidos por la diócesis, estaban todos reunidos: entonces decidimos organizar una misa de apertura justamente en el día de la Inmaculada, de manera de hacer sentir a los fieles la unidad de la Iglesia a través de la unidad entre el obispo y sus sacerdotes.

Entonces el 13 de diciembre, antes de la misa dominical, hemos abierto nuestra Puerta Santa con más de 120 fieles presentes. Yo he presidido la ceremonia junto al párroco, el p. verbita Ngaji y al p.Itagaki de la diócesis de Sendai. Él estaba con nosotros para predicar el retiro de Adviento.

Hemos iniciado la ceremonia desde la sala parroquial y hemos desfilado en procesión hasta el portón principal de la catedral, identificado como la Puerta de la Misericordia. En total en la diócesis tenemos cuatro. La de la catedral y las de las aparroquias de Takada, Yamagata y Akita. Están todos invitados, durante este Año Santo a ir en peregrinación a una de estas Puertas; entrar a la iglesia a través de ellas, confesarse; participar en la misa, recibir la comunión y rezar por las intenciones del S. Padre a través de la oración especial para el Jubileo compuesta por el Papa Francisco. De este modo ganaréis la indulgencia.

La misericordia es necesaria en el mundo de hoy más que nunca, un mundo en el cual la población vive en la obscuridad creada por la desconfianza recíproca. La obscuridad prevalece en modo particular en el momento en el cual la seguridad global es desafiada por el terror yo por la amenaza del terrorismo que, en muchos casos, produce una invisible acumulación de miedo. Cuando nos  desconfiamos el uno con el otro iniciamos a juzgarnos entre nosotros. Vivimos en una sociedad hecha de juicios.

Aquí en Japón, debemos mirarnos alrededor de nosotros mismos. ¿No hablamos quizás en nuestras charlas de cada día de amenazas militares por parte de las naciones vecinas? En una nación donde la frase “guerra al terror” se convirtió en algo familiar con la vida cotidiana, es bastante difícil hablar en manera razonable del hecho que el contenido de las amenazas obtenido con la fuerza no hace otra cosa que promover un círculo vicioso de violencia. Las personas abrumadas por el miedo no tienen orejas para escuchar estas admoniciones. Desconfianza e intolerancia son sentimientos que prevalecen en la obscuridad de nuestros días.

Al mismo tiempo debemos reflexionar sobre cuál sea la fuerza principal que mueve esta nación, Japón en la aldea global y en días modernos. “Ganancia económica? ¿Ambición militar? ¿Dónde están nuestros principios morales? Una nación que tiene la así llamada “Constitución de la Paz” debería ser la voz principal que, sobre la base de los principios morales, empuja a las personas a salir de la obscuridad de la desconfianza y crear una verdadera paz en el mundo.

 

Pero, ¿cuál es la realidad? No estamos en vez eligiendo el camino para ir aún más bajo en la obscuridad? Debemos sentir la Misericordia de Dios. Debemos sentir que Dios nos ama a todos sin condiciones, sin excepciones y que su Misericordia es el fruto de su amor por nosotros. La Iglesia a través de este año jubilar, trata de ser una semilla de esperanza que ilumina esta obscuridad e invita a las personas a hacerse llenar de amor y de la Misericordia de Dios. Aquí, en la iglesia, cada uno debería sentir consolación y la alegría que deriva del perdón, de modo de hacernos capaces de consolarnos los unos a los otros y compartir nuestra alegría. Para salir de la obscuridad.

“Como el Padre ama, así hacen sus hijos. Como el Padre es misericordioso, así nosotros estamos llamados a ser misericordiosos” (Misericordiae vultus, 9). El S. padre invita a todos nosotros también a ser testigos de la misericordia de Dios: “La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la iglesia se hace sierva y mediadora junto a los hombres. Por lo tanto, donde la Iglesia está presente, allá debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y en los movimientos, en concreto, en todos lados donde haya cristianos, todos deben encontrar un oasis de misericordia”. (Ibidem,12).

Por lo tanto, durante este Jubileo debemos tratar de ser testigos de misericordia a través de las palabras, acciones: involucrando a parroquias y grupos. ¿Qué podemos hacer en nuestra diócesis? Es un desafío para todos nosotros, dado que aquí no hay crisis particulares. Si estuviésemos involucrados en desastres naturales, guerras, crisis de migraciones, carestía, sequías, sabríamos qué hacer. Pero por fortuna no es nuestro caso.

Ahora debemos pensar en serio en cómo ser “oasis de misericordia” en esta situación. Quizás podremos hacerlo ensanchando más nuestras prospectivas. El Papa Francisco escribe: “En este Año Santo, podremos hacer la experiencia de abrir el corazón a cuántos viven en las más diversas periferias existenciales, que a menudo el mundo moderno crea en modo dramático. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo de hoy! Sí, el mundo está esperando nuestras acciones.

*Obispo de Niigata y presidente de Caritas Asia

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