28/02/2015, 00.00
LIBANO
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El obispo Baïssari, murió pobre y riquísimo en virtudes

de Fady Noun
Como profesor, como cura, y como obispo, formó una generación de libaneses al amor a la Iglesia, por el Líbano y por toda causa justa.

Beirut (AsiaNews)- Murió como su maestro, hermano y amigo Jesús: pobre y riquísimo en virtudes cristianas. Era un hombre de corazón, un hombre amado el obispo Francis Baïssari, del cual el Patriarca maronita Béchara Raï presidió, el jueves pasado el funeral, delante de una gran multitud.

En su homilía el Patriarca recordó también que con su gran sentido del humor, su bondad y su talento de narrador  había conquistado a Juan Pablo II, que se ve en una foto, mientras tienen entre sus manos la cabeza del obispo y le besa la calvicie, durante el Sínodo por el Líbano, en 1995.

Un hombre de alegría contagiosa, recuerdan aquellos que lo han conocido y que los han acompañado hasta el final. Murió, recordó el card. Raï, recitando el verso del Salmo 122 que dice: " Cuánto me alegré cuando me dijeron : ¡vamos a la casa del Señor!".

Nacido en Knat, Francis Baïssari, fue ordenado sacerdote en 1962 y había iniciado su servicio en la diócesis de Batroun, enseñando filosofía en las escuelas de la región, antes de que lo hicieran obispo, por 27 años. Como profesor, como cura y como obispo, formó a una generación de libaneses al amor a la Iglesia, al Líbano y a toda cosa justa, colmando continuamente la fosa entre la Iglesia maronita y sus elites.

No fue por lo tanto un caso que, con sus compañeros de la Liga sacerdotal, Abdo, Kahlife y Youssef Béchara, que serían luego obispos, tradujo en árabe los textos fundamentales del Gran Concilio, mayor evento del S. XX, según Juan Pablo II.

Su pastoral, en muchos aspectos, prefiguró aquella "proximidad" propia del estilo del Paap Francisco. "Voy a encontrar a los fieles dónde éstos estén", decía. En las 2 diócesis en que estuvo. Batroun y Hadeth- su amor por los pobres se convirtió en proverbial. Y tenía un cuidado muy especial por sus sacerdotes, en Jobbé ordenó 32, con los cuales compartía todo lo que tenía, lo que en su final era realmente poco. En sus últimos años casi nada poseía.

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