25/09/2019, 16.30
FRANCIA-ISLAM
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En Occidente, la renovación del islam ‘pasa por las mujeres’

de Kamel Abderrahmani

El 14 de septiembre pasado, por primera vez en la historia de la comunidad musulmana, dos mujeres imanes guiaron una oración en París. Joven musulmán: “Es necesario que los musulmanes de Occidente se beneficien con el contexto de tolerancia, las evoluciones socioculturales y la racionalidad, para poder aggiornar su práctica religiosa”.  

 

París (AsiaNews) – Para que el islam salga de una situación conflictual y antagonista con relación a la modernidad y las culturas en las cuales se desarrolla, los musulmanes deben tomar distancia de los métodos y prácticas religiosas de las primeras generaciones. Es lo  que afirma Kamel Abderrahmani, al referirse al tema de la renovación de la práctica religiosa en el islam. En Occidente, el proceso requiere la contribución fundamental de una nueva figura, que en la tradición islámica medio-oriental no tendría voz ni voto: la mujer. “La cultura árabe -afirma- ha influenciado el islam en los siglos pasados, se ha mezclado con éste y luego ha dado a luz un islam paralelo para ser exportado a Occidente. Es por ello que defiendo la idea de un islam occidental, empapado de cultura occidental. Publicamos a continuación la reflexión del joven estudioso musulmán (traducción de AsiaNews).    

 

¿Acaso han dicho “mujer imán”? ¿Están shockeados? En el fondo, ¿porque habrían de estarlo? El cielo no se ha desplomado y la tierra sigue en su lugar; la evolución de la religión es algo normal, siempre que satisfaga las exigencias contemporáneas. En lo que respecta al islam, esta vez, el progreso y la renovación se han expresado en Occidente y a través de las mujeres. En Francia, el 14 de septiembre pasado, por primera vez en la historia de la comunidad musulmana, dos mujeres imanes han guiado una oración en París. Ellas se llaman Anne-Sophie Monsinay y Eva Janadin.

Pero, ¿qué corriente islámica (sunita o chií) aceptaría semejante innovación? ¿Acaso para ser musulmán se debe pertenecer a una escuela particular? Pienso que no, porque se puede ser un musulmán liberal, con interpretaciones propias, evitando un “seguimiento” ciego de aquellas antiguas; por otro lado, no son pocas las citas que nombran o aluden explícitamente a la importancia y al valor de reflexionar en la religión. 

A través de 50 versículos, el Corán insta al creyente a razonar sobre textos y a meditar. Como consecuencia, reflexionar no sería otra cosa que un intento de aportar pensamientos diversos y novedades a las cuestiones religiosas. Además, todas las religiones han evolucionado y se han librado de algunos conceptos. O bien han introducido otros, para adaptarse a la sociedad en la que existían. Por ejemplo, la música fue introducida en el cristianismo. Ella “ocupa un lugar importante en el ritual religioso, cambia la disposición de la voluntad y, por tanto promueve el abordaje de lo sobrenatural”.

Sin embargo, en el islam (sunita y chiita) “toda renovación es distracción”. Por tanto, la innovación y la adaptación teológica son percibidos, a priori, como un error. Esto tiende a convertir en un “ilícito” cualquier intento de cambio en la religión islámica [1].

Para ser claros, y contribuir a renovar el islam, para que éste salga de esta situación conflictual y antagonista con relación a la modernidad y las culturas en las que se desarrolla, los musulmanes debe tomar distancia de los métodos y prácticas religiosas de las primeras generaciones islámicas: estas últimas derivan de condiciones sociales y culturales de la época, y no del Texto fundante. En otras palabras, es tiempo de entender que la religión musulmana no es una identidad, y tampoco una ideología. ¡Se puede ser islámicos aún siendo de origen galo, ibérico o romano…! Si digo esto es porque tengo la impresión de que el islam, a través de sus dos ramas principales (sunnita y chií) se está transformando en una ideología hegemónica en la cual todos deben concebir la práctica religiosa de la misma manera. 

Sin duda, habrá lectores que podrán plantear un interrogante sobre la posibilidad de superar esta práctica, arraigada en el imaginario colectivo de los musulmanes. Dado que no hay ningún texto coránico o tradición profética que prohíba a las mujeres guiar la oración, ninguna institución religiosa tiene derecho a prohibir en nombre de Dios este derecho legítimo o el púlpito en la mezquita. “Es bien sabido que, en la mayor parte de los lugares de culto musulmanes, las mujeres no tienen derecho a acceder a la sala de oración principal.  Si una de ellas quisiera admirar la arquitectura de la sala de oración de la Gran mezquita de París, solo podría asomarse. Pero no podría entrar, salvo con la reacción violenta de los hombres. Las mujeres, por tanto, son desterradas a un sótano” [2]. Por otro lado, el Corán no prohíbe las oraciones mixtas. 

Por decirlo así, el texto fundante del islam no evoca este tema y no dice una sola palabra sobre la cuestión del imanato. En ningún versículo se alude a la prohibición de que las mujeres guíen la oración. En este caso, pienso que la cultura podría intervenir para decir lo que piensa a propósito de las condiciones para el ejercicio del imamato. Si volviésemos atrás en la historia, estaríamos en condiciones de descubrir cómo reaccionó el profeta Mahoma frente a la cuestión, según las normas sociales (códigos) que gobernaban su contexto, mostrándose menos formal. 

Según un hadiz, él efectivamente autorizó a una devota llamada Oum-Waraqa a guiar la oración [3]. Era una mujer de Medina, que conocía el Corán de memoria; ella era uno de los “Compañeros de Mahoma”, sus seguidores más estrechos. Sin embargo, este hadiz no dice si Oum-Waraqa dirigió la oración de las mujeres solas, tal como hacían Aisha y Oum Salama (las esposas del Profeta), o de un grupo mixto. En otras palabras, Mahoma había reaccionado ante la cuestión, respetando el código social de su sociedad, pero no lo consideró ilícito en absoluto. Puede decirse, entonces que dejó la cuestión abierta al debate de las generaciones que vinieron después. 

Los musulmanes que son hostiles a la idea de que una mujer presida la oración presentan argumentos insensatos, límites estúpidos que ya no forman parte de nuestra época: “El cuerpo de una mujer es provocativo y puede interrumpir la concentración de los hombres durante la oración”. Y el cuerpo de los hombres, ¿acaso no perturba, no causa desconcentración en las mujeres? ¿Cuándo dejarán de reducir a la mujer a un mero cuerpo que despierta deseo sexual? Entre hombres y mujeres, ¿sólo existe el sexo como relación? Y la espiritualidad, es decir, la relación entre ellos mismos y Dios, ¿reside en lo que es exterior o más bien en lo interior? De esta forma, ¿el hombre está sujeto a sus instintos primordiales, al punto de que éstos lo dominen hasta hacer perder el autocontrol durante la oración? Cabe recordar que la oración es el momento de recogimiento por excelencia, donde lo único que debiera existir en la mente del creyente es Dios. ¿Cómo es posible que en semejante momento de devoción, él sea perturbado por el cuerpo de una mujer que está completamente cubierta? Si me planteo tantas preguntas, no es para obtener respuestas,¡sino para afirmar que el problema es, ante todo, cultural! Podemos decir, entonces, que es la cultura árabe la que está en contra de la emancipación. Sin duda, ella ha influenciado el islam en los siglos pasados, se ha mezclado con él y luego ha dado a luz un islam paralelo, para ser exportado a Occidente. Es por eso que defiendo la idea de un islam occidental, empapado de cultura occidental.   

Para concluir, debemos saber que la cultura occidental permite a las mujeres prosperar y emanciparse más y más en todas las áreas. Es necesario que los musulmanes que viven en Occidente se beneficien con este contexto de tolerancia, de evoluciones socioculturales y de racionalidad, para poder aggiornar su práctica religiosa, de forma que esta sea coherente con los códigos sociales occidentales y los contextos en los que viven. Ello liberará a su religión del salafismo y cambiará la práctica del islam, liberándola del yugo religioso tradicional. Este último trata de crear el mismo contexto social en el cual vivió el profeta Mahoma, para ´poder vivir la propia religión: es esto lo que mata el islam hoy en día. El islam, al igual de todas las demás religiones, debe ser diluido en las culturas que lo alojan, para evitar conflictos fatales.

 

[1] Véase el hadiz nro. 1578 del Sunan an-Nasa’i, recopilación y redacción del Imán Ahmad an-Nasa’i

[2] http://www.lemondedesreligions.fr/papier/2019/95/mon-imam-est-une-femme-26-04-2019-8038_251.php

[3] http://www.lemondedesreligions.fr/papier/2017/84/ces-femmes-qui-bousculent-les-religions-27-06-2017-6370_236.php

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