20/03/2017, 15.28
RUSIA
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Estudiantes obligados a asistir (pagados) a la Fiesta por la anexión de Crimea

de Vladimir Rozanskij

Para los alumnos era un día de “fiesta obligatoria”. Volantes prometían 400 rublos “por tres horas de trabajo”, en realidad era para participar en la “Fiesta”. Diversos representantes de partidos y movimientos nacionalistas han repetido la propuesta de convertir el 18 de marzo en una fiesta nacional y oficial y- a gloria del referéndum en Crimea. Como un día fijo de las votaciones más importantes.

Moscú (AsiaNews)- Activistas, estudiantes obligados a ser espectadores (pagados), formaron la gran parte de público que el sábado pasado, 18 de marzo, tomó parte en Moscú en un gran concierto, llamado “Festival de la primavera”. Finalidad de la manifestación, celebrar los tres años de la anexión de Crimea a Rusia, con el referéndum de 2014 que se realizó justamente entre el 16 y el 18 de marzo (en Rusia la primavera convencionalmente inicia el 1 de marzo).  

Según los datos de la Cuestura de Moscú, en la colina donde surge la Universidad de Moscú se concentraron más de 150 mil personas. El canal televisivo “Dozhd”, una de las pocas voces relativamente crítica del mundo ruso de la información, difundió también la noticia que para el Festival las autoridades de Moscú han gastado más de 22 millones de rublos (medio millón de euros). Participaron a la manifestación los líderes de todos los partidos menos el comunista Zjuganov y a diferencia de los dos años precedentes no intervino el presidente Putin; en el concierto intervinieron muchos de los más famosos cantantes rusos.

El público estaba formado por activistas de los movimientos patrióticos, por estudiantes de la universidad y por los alumnos de la escuela, para los cuales era un día de “fiesta obligatoria”, pero también una parte de espectadores que pagaban. En la ciudad se distribuyeron volantes que prometían 400 rublos a quien se presentase a las 15 horas del 18 de marzo junto a la estación del metro. La compensación estaba prevista “como por tres horas de trabajo” y se les habría consignado en mano al final de la manifestación, a la cual era necesario “dirigirse en columna hasta el lugar designado, permanecer un poco y luego podían irse a sus casas”. Junto al lugar designado en la estación del metro esperaban más de dos mil miembros del servicio de orden de varios grupos y movimientos nacionalistas, que han organizado el cortejo bajo enormes cartelones con escritos “¡Por la Patria!” “¡Por la independencia de los EEUU!” “¡Por Putin!”. Otra columna esperaba a los estudiantes de las escuelas, obligados a participar a la manifestación, con carteles con los números de sus propias escuelas.

Diversos representantes de los partidos y de los movimientos nacionalistas han repetido en sus intervenciones la propuesta, avanzada en los días pasados por algunos diputados de la Duma de Estado, de hacer del 18 de marzo una fiesta nacional oficial y- a gloria del referéndum de Crimea- día fijo de las votaciones más importantes. Una especie de Election-Day a partir del año próximo 2018, cuando se realizarán las elecciones presidenciales que verán la reelección de Putin para su segundo mandato por 7 años consecutivo. El actual presidente de Rusia fue nombrado como Premier por Eltsin en 1999, el año sucesivo fue elegido presidente por un mandato cuatrienal renovado en 2004. En 2008 cedió el lugar a Medvedev (actual Premier) hasta 2012 /mientras él mismo recubría el cargo de Premier), cuando fue elegido según las nuevas reglas por siete años. En 2018, según los anuncios hechos por el mismo Putin, se deberían realizar las elecciones anticipadas de un año, para aprobar juntos algunas reformas que darían aún más poderes al presidente, cuya popularidad está todavía en sus máximos históricos, justamente gracias a la “reconquista” de Crimea de hace tres años y a la “gloriosa” resistencia a las sanciones anti-rusas de parte del Occidente y de América, que volvió a ser el enemigo de siempre.

Justamente la nueva administración americana del presidente Trump, mientras tanto, parece haya elegido acreditar siempre más abiertamente este juego de roles de la nueva Guerra Fría. El 16 de marzo, de hecho, el Departamento de Estado americano difundió por boca de su representante, Mark Toner, una declaración de apoyo a la soberanía y a la integridad territorial de Ucrania, confirmando la condena de EEUU sobre la ocupación rusa de Crimea. La Administración americana promete mantener las sanciones contra Rusia, hasta que la península anexada no será restituida a Ucrania.

En la declaración se subraya que, durante estos tres años de “ocupación” rusa, en Crimea se realizó una sistemática represión de las oposiciones y una difundida violación de los derechos humanos, hasta una serie de inexplicables desapariciones y homicidios, a la internación forzada de representantes del partido de los tártaros de Crimea en hospitales psiquiátricos, como también de algunos periodistas. Y negando a observadores extranjeros el derecho de visitar la península.

Crimea en concreto se convirtió nuevamente en el símbolo de la nueva era de las relaciones internacionales: de la “repartición de Yalta” en 1945, que inauguró la guerra fría de la segunda mitad del Novecientos, se pasó a la “anexión de Sebastopol” de 2014, como cuenca entre la globalización solidaria y la nueva fragmentación de las potencias mundiales, el “fin del fin de la historia” y quizás el inicio de una historia nueva. 

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