30/08/2018, 16.35
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Guerra de aranceles: llega el fin de dólar y el nacimiento de una moneda única mundial

de Maurizio d'Orlando

El efecto bumerán del eslogan “America great again” de Donald Trump. Su política conducirá a la caída de los activos financieros y de los inmuebles. Los países emergentes, en aprietos.  

Milán (AsiaNews) – Gran parte de los comentaristas económicos a nivel mundial están volcando a la opinión pública una versión profundamente errada de los efectos de las “guerras comerciales” en curso, que se han desencadenado por las sanciones comerciales aplicadas sobre Rusia e Irán, y por último, por las políticas arancelarias de Trump en relación a China y Europa (en realidad, se apunta contra la industria automotriz alemana).  

La mayor parte de estos comentaristas –estoy convencido de ello- se equivocan de buena fe. En efecto, se trata de periodistas que jamás han estudiado economía (me refiero a economía política, no a economía empresarial –es decir, management, administración de empresas- que es algo totalmente distinto- y mucho menos finanzas, que, también, es otra cosa diferente).

 

Son pocos los que entienden realmente qué pasa

El efecto neto de las políticas económicas de Trump no es restablecer un equilibrio de su balanza comercial en las distintas áreas económicas del mundo. El déficit del comercio exterior estadounidense está tocando su  pico máximo de los últimos 10 años, y es más que obvio que la economía americana se encuentra en una fase de gran euforia, con un crecimiento y una fuerte reducción de la desocupación.  Considerando lo antedicho, ¡sería el colmo si así no fuera!

Sin embargo, quien elogia a Trump por estos logros, está completamente equivocado. A esta fase apolínea le seguirá una dionisíaca y destructiva, en el sentido clásico de los esquemas hegelianos más cursis: tesis, antítesis, síntesis. El fin de la QE [Quantitative Easing, Expansión Cuantitativa o Flexibilización Cuantitativa-ndt] ya es inminente, sobre todo porque el dinero fácil no puede durar hasta el infinito. En esto se equivocan mucho los llamados independientes, como algunos economistas que tenemos aquí –que en los hechos son keynesianos y “de izquierda”, aún sin saberlo, con su énfasis en el estatismo en la economía: el gasto público deficitario, tarde o temprano, se paga.  

Quisiera referirme a un artículo de Brandon Smith publicado en Alt-Market.com, que cito a continuación, porque el mismo suma una gran cantidad de niebla, que ha sido propagada deliberada y astutamente.

El fin de la QE, en todo el mundo conlleva, en primer lugar, el  derrumbe de los activos financieros y de todos los llamados assets patrimoniales, afectando acciones y títulos u obligaciones en primerísimo lugar pero también, aunque probablemente en menor medida, los inmuebles. Las materias primas debieran salir beneficiadas de esta situación, pero la caída de la producción industrial -como consecuencia del fin del QE ad infinitum- podría llevar a pensar que quizás hay ciertas materias primas de la industria, como los metales no férreos, a las que no les irá bien. Sólo los bienes de refugio, como los metales preciosos, tendrán buena demanda y aumentarán sus cotizaciones. Sin embargo, el efecto combinado de guerras arancelarias y sanciones varias generará dificultades para los países emergentes, que se verán empujados a huir del dólar.

La consecuencia de todo ello será el desarrollo de sistemas de pago alternativos al dólar, en los intercambios comerciales a nivel mundial. Será el fin del rol del dólar como moneda de reserva mundial.

De esa forma, se llegará al fin del sistema que ha dominado en las últimas décadas, es más, en los últimos 70 años, desde Bretton Woods hasta hoy.

La paradoja es justamente esta: Trump, que quiere que América vuelva a ser grandiosa, terminará hundiendo el sistema financiero basado en el dólar.

No sé si Trump es consciente de ello. Pero estoy seguro de que en la FED sí lo son, porque allí hay personas que de economía entienden mucho y de verdad. Sin embargo, son todos keynesianos, y por lo tanto, su objetivo último es llegar a una moneda única que rija a nivel mundial, los Derechos Especiales de Giro (DEG, en inglés SDR). Es justamente lo que deseaba Keynes, un intelectual progresista y “laico” libertino.

La moneda única mundial implicará una forma de “governance” mundial. Debemos prepararnos para esto, porque este gobierno mundial será “laico”, progresista, libertino, sin fronteras nacionales, tolerante con cualquier desviación pero absolutamente intolerante ante cualquier oposición real y verdadera.  

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