05/02/2018, 14.39
FRANCIA - ISLAM
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Imán Drouiche: la yihad con violaciones, un crimen contra la humanidad (III)

de Hocine Drouiche

El derecho musulmán que justifica la esclavitud y la violación de mujeres y niños debe ser enmendado. Los musulmanes deben superar el silencio y la inercia, y denunciar los genocidios. Las perspectivas en cuanto a la convivencia.

Nimes (AsiaNews) – A continuación, transcribimos las conclusiones del estudio que nos ha hecho llegar Hocine Drouiche, imán de Nimes y vicepresidente de la Conferencia de los Imanes de Francia. En la primera parte y en la segunda parte, él ha revelado que  la violencia de Daesh hacia cristianos y yazidíes, hacia las mujeres y los niños en Siria y en Irak, es aconsejada y está justificada por la enseñanza islámica, y es difundida en los centros culturales e incluso en las universidades.   Aquí él sugiere algunos pasos para una reforma del derecho islámico: denunciar los genocidios y crímenes contra la humanidad, y repensar el islam para hacer que éste pueda convivir con el resto del mundo.  

Para poner remedio a esta delicada situación, y contribuir a una mejor comprensión de todos estos aspectos del islam, el CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) organiza, con cada vez mayor frecuencia, debates, diálogos y encuentros con estudiosos musulmanes, a menudo sufís, en estos Estados  musulmanes que han quedado hechos añicos por los conflictos armados.

Tales encuentros llevados a cabo mientras rigen conflictos armados, completan las conferencias organizadas en tiempos de paz, y generalmente se orientan a resaltar los puntos en común entre el derecho humanitario internacional y la sharia, promoviendo así el respeto del primero por parte de los seguidores del segundo. Incluso ciertas ONG como Human Rights Watch y la Convención de Ginebra adoptan el mismo acercamiento, por un lado, promover la información y la formación de grupos armados dedicados a conflictos en los Estados musulmanes, pero por otro también enseñándoles –de ser posible- el respeto de estas enseñanzas y compromisos.  

Es necesario ratificar el estatuto de la CPI [Corte Penal Internacional] para favorecer la implementación de la competencia penal universal. Gracias a todos estos esfuerzos, se medirá el alcance y la realización de estos objetivos y de la evolución de estos puntos, de los cuales el principal es la puesta en práctica de tales medidas por parte de todos los implicados, creando un ambiente que sea realmente favorable al respeto y a la aplicación del derecho internacional en materia humanitaria.

Todos los considerables esfuerzos cumplidos por los Estados musulmanes desde su involucramiento en la elaboración del derecho humanitario internacional –con la participación activa en las Conferencias diplomáticas de 1949  y de 1977- corren el peligro de ser debilitados por grupos terroristas yihadistas como Daesh, que no respetan y no dan ningún valor al derecho positivo, y continúan practicando la trata de mujeres, su violación, así como vendiendo prisioneros africanos como esclavos. Y todo, en nombre de un derecho musulmán que sigue estando lleno de ambigüedades y contradicciones, a pesar de todos los esfuerzos hechos hasta ahora para enmendarlo.  

Las violaciones en masa y otros graves abusos de parte del Estado islámico contra los civiles yazidíes, en particular las mujeres, constituyen crímenes de lesa humanidad.

Los crímenes contra la humanidad consisten en delitos gravísimos como la violación, la esclavitud sexual, la esclavitud, las detenciones ilegales, la persecución de un grupo religioso y otros actos inhumanos que causan, de manera intencional, graves sufrimientos, que se inscriben en el marco de un ataque generalizado o sistemático contra las poblaciones civiles. Es lo que han hecho estos grupos yihadistas contra los yazidíes, los cristianos iraquíes y contra otras minorías locales.

El terrorismo islamista y la esclavitud sexual desaparecerán cuando sean quemados todos los textos que enseñan a la juventud musulmana, a los imanes y a la mayoría de los musulmanes del mundo, esta barbarie y esta brutalidad inhumana.  

Hasta tanto esta enseñanza no sea cuestionada en profundidad, estas universidades y estos centros religiosos continuarán produciendo, directa o indirectamente, grupos terroristas, que prosperan bajo varias marcas de fábrica, como Daesh, al Qaeda,  Aqpa, Aqmi, Boko Haram, Shabab, Frente al-Nusra, llegando a Ansar Dine y pasando por Ansar al-Sharia, etc.

Si los musulmanes quieren ser respetados en todo el mundo, entonces es necesario enseñar a nuestros hijos que los seres humanos son todos iguales en cuanto a sus derechos, sin importar cuál sea su religión, y que la violencia y la esclavitud sexual son crímenes de lesa humanidad. Hasta tanto no cambie esta situación, los cristianos de Oriente, los yazidíes y las otras minorías, continuarán viviendo con miedo a la persecución y a la esclavitud. Estos crímenes son cometidos por una bárbara minoría islamista, que siempre se verá alentada por el silencio inaceptable y por la chocante inercia de la mayoría de las instituciones y de la comunidad musulmana.

A falta de una profunda reforma interior del islam, el alba de la libertad recuperada y de la seguridad restablecida tardarán en llegar, y durante este tiempo, serán las minorías religiosas quienes habrán de pagar, a un alto precio,  esta demora.

En Irak y en Siria, la derrota militar del ISIS no impide los “discursos de odio”, en particular anti-cristiano, que siguen transmitiéndose en las “mezquitas radicalizadas” y en los círculos chiitas. ¿Nos estamos preparando para una nueva marca que continuará el trabajo de Daesh?

El silencio y la inercia de la mayoría musulmana ante el genocidio perpetrado contra sus conciudadanos cristianos y yazidíes, tanto en los países musulmanes como en Occidente, siguen siendo el verdadero obstáculo que impide una normalización de las relaciones entre musulmanes y minorías locales, y el mundo no musulmán en su conjunto.

Una normalización que se basará en la fraternidad humana, la ciudadanía, un estado de derecho garante de la neutralidad y de los principios de laicidad, que asegura la libertad religiosa a todos sus ciudadanos sin restricciones, respetando el derecho de cada ciudadanos a tener su propia creencia religiosa, a cambiar de credo y a practicar su propio culto, pero también a no tener y a no practicar ningún culto.

Una normalización indispensable, concertada, abierta y tolerante, que no combatirá a ninguna religión, pero que les impedirá propagar su influencia en el seno del poder político, de la esfera pública y administrativa, y que permanecerá en el rol de guiar la práctica religiosa y las ideas espirituales y filosóficas, colocándolas exclusivamente en el campo de la conciencia individual y de la libertad de opinión.

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