17/08/2018, 10.25
RUSIA
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Incendio de una antigua iglesia de Carelia, reivindicado por un joven satanista (Fotos y Video)

de Vladimir Rozanskij

El edificio del siglo XVIII constituía un ejemplar de iglesia ortodoxa realizado en madera. En Rusia hay entre 50 y 100.000 personas que declaran ser satanistas. En la época de la Unión Soviética, el satanismo era perseguido y se lo consideraba un símbolo de disidencia y de crítica a la Iglesia “colaboracionista” del régimen bolchevique. Ahora, en Moscú hay una Iglesia satánica que ha sido registrada oficialmente. Su jefe se hace llamar “Oleg Sataninov”.

Moscú (AsiaNews) – El 10 de agosto pasado, incendiaron la Iglesia de la Asunción en Kondopoga,  Carelia, en el norte escandinavo de Rusia. Aparentemente, el edifico del siglo XVIII fue destruido por un joven de unos 15 años, probablemente afectado en su salud psíquica, que pretendía “volverse famoso en todo el mundo”, según fue informado por los agentes de policía que lo interrogaron. El joven estaba en contacto con una secta satánica.

La iglesia era un monumento protegido por el Estado, y fue completamente tomado por las llamas, al punto de que los expertos consideran que no hay ninguna esperanza de restaurarla. La iglesia ortodoxa estaba situada sobre un promontorio del gran lago Onega, y fue construida en el año 1774, con características típicamente nórdicas. Se destacaba por su forma particular y sus 42 metros de altura. Para referirse a la iglesia, a menudo solía llamársela el “canto del cisne” del arte ruso de las iglesias de madera, del cual sólo quedan unos pocos ejemplares, esparcidos por el territorio del país. Una decena de ellos se concentra en el parque arqueológico de la ciudad de Súzdal.

En Rusia, las sectas satánicas se difundieron velozmente luego de la caída del comunismo, si bien hay quienes consideran que éstas ya estaban activas desde la década del ’80, y se movían en los ambientes más extremistas de la disidencia juvenil. Más que ser un influjo de la cultura del rock -que estuvo prohibida en la época soviética y fue duramente condenada por la Iglesia ortodoxa- en el satanismo ruso hay elementos de protesta que cuestionan precisamente a la Iglesia nacional. Además de la natural inspiración anti-cristiana, los satanistas le reprochan a la Iglesia que ésta haya colaborado con el régimen - de por sí “satánico”- de los bolcheviques, y se justifican con la necesidad de un “derrocamiento” espiritual. El culto de Satanás sería un modo para “purificarse” de la falsa religión soviética.

Se considera que en el país hay entre 50 y 100.000 personas que practican cultos satánicos. El Ministerio del Interior ha comenzado a investigar y a intervenir sobre su actividad a partir del 2003, clasificándolas como “sectas destructivas” dedicadas al esoterismo y a la magia negra. No es raro que ciertos adolescentes impresionables terminen bajo su influencia, como fue el caso del joven que incendió la iglesia de  Kondopoga.

 

Una Iglesia satanista oficial

Así pesar de ello, ya hace dos años que en Moscú existe una Iglesia satánica que está registrada oficialmente. La fecha de su registro (10 de mayo de 2017) es recordada todos los años como el “Día del satanismo ruso”. Resulta bastante sorprendente que los satanistas se hayan adecuado a la legislación rusa poco después de la aprobación, en 2016, de la “Ley Jarojov”, la disposición que limita y de hecho impide la profesión de fe en cualquier ámbito público, sin adecuarse rígidamente a los estándares que marca la ley.

Al ser entrevistados por el sitio 66.ru, los satanista rusos, por boca de uno de sus líderes cuyo seudónimo es “Oleg Sataninov”, declararon que tomaron la decisión de salir a escena a partir del 2013, y que su intención fue formar una organización de índole precisamente religiosa, ateniéndose a lo que marca la Constitución rusa. Se presentó un documento sobre los “Fundamentos de la doctrina satanista” con sus mandamientos, la lista de pecados y símbolos de la Iglesia satanista, como la cabeza de cabrón rodeada de letras mágicas del alfabeto de Enoc. Normalmente los miembros de la organización mantienen en reserva su pertenencia, pero están esparcidos en toda la Rusia.

Los satanistas rusos aseguran que no dependen y que ni siquiera están conectados con la Iglesia de Satanás que existe en los EEUU. No traducen la literatura del inglés o de otras lenguas, sino que producen libros justamente en ruso, si bien en general se atienen a los principios de la Satanic Bible, que fue publicada en los Estados Unidos de América en 1969, y cuyo autor es Anton LaVey. No tienen edificios de culto, sino que, cada tanto, utilizan espacios que los mismos miembros del grupo ponen a disposición, y niegan la acusación de que llevan a cabo sacrificios humanos. A tal fin, toman distancia de los “adoradores del diablo” que se consideran lisa y llanamente “lo contrario de los cristianos”.  

Por el momento no se sabe cuál es la secta y el ritual que guió al adolescente que incendió la iglesia de Carelia, y si la destrucción de las iglesias constituye una práctica aconsejada por las autoridades del satanismo ruso, sea éste registrado o clandestino. De seguro, se trataba de una práctica habitual en el ateísmo militante de los comunistas soviéticos. 

 

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