21/07/2017, 13.54
SIRIA
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Inválido y huérfano por culpa del conflicto, os pido: dad una primavera de paz a Siria

Rabee Zarife es un joven musulmán de 15 años. En noviembre de 2016 perdió al padre y ambas piernas en la explosión de un mortero. Hoy recibe atención médica y apoyo psicológico gracias a los trabajadores de Caritas Siria. Su deseo más grande es poder completar sus estudios, pero todavía no puede asistir a la escuela. Y confiesa: a veces me siento como “un niño de un año”.

Damasco (AsiaNews)- Su mayor sueño es poder caminar y continuar sus estudios, para poder tener un diploma, como había prometido a sus padres. Sin embargo, cada día tiene que enfrentarse con su invalidez, con la pérdida de sus piernas a causa de la explosión de un mortero que, además obligarlo a estar en una silla de ruedas, también le quitó el afecto de su padre, que murió en la explosión. Es la historia de Rabee Zarife (en la foto), un musulmán de 15 años originario de un pueblo de la periferia de la capital, que poco después del inicio del conflicto se mudó a Damasco junto a su familia,  para escapar de la violencia de las milicias combatientes.

Él es uno de los muchos inválidos, cristianos y musulmanes, que están en el programa de ayudas y asistencia promovido por Caritas Siria. Una “cara oculta” del conflicto, que lleva su enorme carga de dolor, sufrimiento y privaciones y que en seis años de guerra ha afectado a más de 300.000 personas. El ente caritativo cristiano se ocupa de los gastos médicos del joven y brinda apoyo moral y psicológico, para ayudarlo a superar el trauma del accidente que sucedió en noviembre del año pasado. En árabe su nombre significa “primavera” y a los poderosos del mundo él pide que traigan la paz a su país. “Perdí a mi padre y mis piernas en este conflicto, nadie, jamás  podrá restituírmelos - afirma- (pero) pueden ayudarnos a encontrar los días felices de otro tiempo y traer la primavera” a Siria.

A continuación, su historia recogida por los operadores de Caritas Siria:

 

Rabee, ¿puedes contar cómo era tu vida en Siria, antes de la guerra?

Siempre he vivido en mi pueblo, que se llama Rihan, en el norte de Damasco. La familia de mi padre poseía una empresa agrícola. Transcurría mi tiempo corriendo y jugando con mis hermanos y primos, durante todo el día. Cada tanto ayudaba también a mi padre a cultivar la tierra y en su pequeño taller especializado en reparaciones de automóviles. La nuestra era una vida simple, pero al mismo tiempo maravillosa.

 

Luego llegó la guerra, con su carga de violencia incomprensible para la mayoría de la población. ¿Cómo la has vivido?

En realidad, ni siquiera yo pude entender jamás las motivaciones de este conflicto. Fui gravemente herido por algo que ni siquiera estoy en grado de entender. Esta guerra nos ha obligado a abandonar nuestras casas y nuestros pueblos, sin siquiera poder llevarnos nuestras cosas. Un día, mientras mi madre estaba cocinando, mi padre inesperadamente volvió a casa y de repente le pidió que armara las valijas rápidamente, porque grupos armados estaban por entrar a nuestro pueblo y debíamos escapar inmediatamente, antes de que cortaran la calle.

Mi madre preparó una bolsa con unas mudas de ropa para cada uno de nosotros. No pudimos tomar nada más. Abandonamos nuestro pueblo y llegamos a Damasco sin nada más que eso, sólo esta mochila. Mi padre y mi tío comenzaron a buscar un departamento para alquilar. Pero en la capital todo es muy caro, por eso decidimos compartir una pequeña habitación con la familia del tío. De otro manera, no habríamos llegado a sostener los gastos.

 

¿Cuál es el recuerdo que tienes de tu padre?

Mi padre era un gran trabajador y un hombre muy valiente. Él jamás perdió la esperanza. Poco tiempo después,  logró alquilar un pequeño local en el barrio de Abbasying, en Damasco, para poder ganar algo de dinero para nuestra subsistencia. La vida comenzó a ser dura para todos nosotros, pero gracias al apoyo constante de mi padre, las cosas parecían solucionarse. Amaba reparar los autos junto a él, si bien él no quería que hiciese su misma vida. Siempre nos decía a todos nosotros, a mí y a mis dos hermanos, que nos comprometiéramos a fondo con los estudios, para ser personas buenas y respetables en el futuro.

 

¿Recuerdas el día en que perdiste las piernas? ¿Qué pasó?

Un día, llega al negocio un amigo de mi padre y le pide reparar su automóvil. Mi padre me dijo que fuese a estacionar el auto cerca del taller. Hice lo que me pidió y salí del auto, mientras mi padre estaba saliendo del taller, cuando de repente explotó un mortero. Me encontré tirado en el suelo, con un dolor tremendo, sin saber siquiera qué me había sucedido. A un cierto punto escuché la voz de mi padre que me decía: “Rabee, no tienes que morir, trata de resistir”. Mi padre murió poco después de llegar al hospital. Mi corazón también dejó de latir por un instante, luego la vida comenzó nuevamente. Me dijeron que yo había expirado y que una enfermera me había cubierto el rostro con una tela. Sin embargo, notó un pequeño movimiento de mi mano, fue entonces que quitó el velo e inició la reanimación con el desfibrilador; poco después volví a la vida. ¡Obedecí a mi padre y sobreviví!

 

Y hoy, ¿cuáles son tus sueños?

Mi sueño más grande es poder caminar de nuevo… Quiero volver a jugar con mis amigos. Hoy, cuando los veo jugar en la calle debajo de la ventana de mi casa, o cuando mis hermanos y primos me saludan a la mañana para ir a la escuela a pie, empiezo a llorar y no puedo parar. Me siento solo. Todos salen para ir a la escuela, mi madre empieza a hacer las tareas domésticas y a cocinar, y yo me quedo solo. A veces comienzo a gatear alrededor de ella entre las paredes de casa, como cuando era un niño de un año…

 

¿Qué te gustaría hacer en el futuro?

No lo sé. Sólo quisiera poder continuar mis estudios. Esto es todo lo que deseo. Después del incidente, por algún tiempo perdí también la vista; me controlaron la cabeza y me aplicaron rayos para ver si tenía esquirlas que me estuviesen dañado la vista, pero no había nada. Los doctores dijeron que la pérdida temporal pudo haber sido causada por el shock. Cuando, después de algunos días, volví a ver, de repente perdí el habla. También esto fue por el trauma vinculado al incidente. Todavía hoy, a veces tengo problemas en la vista y por esto no logro estudiar. Quizás algún día pueda estar mejor y entonces comenzaré a estudiar de nuevo, quizás justo a tiempo para el próximo año escolar.

 

Rabee, sólo por curiosidad: ¿Cuál es el significado de tu nombre?

En árabe significa primavera, pero desde que se produjo el incidente mi familia y yo vivimos en un frío invierno sinfin…

 

Si pudieras enviar un mensaje a los poderosos del mundo, ¿qué les dirías?

Les diría: pongan fin a la guerra en mi país, detengan los asesinatos y el derramamiento de sangre, dejen de herir a las personas inocentes. Perdí a mi padre y mis piernas en este conflicto, nadie podrá jamás restituírmelos, pero podrían hacer algo: pueden ayudarnos a encontrar la paz, los días felices de otro tiempo y traer nuevamente la primavera a nuestro país. (DS)

 

 

(Ha colaborado en esta nota Sandra Awad, Responsable de Comunicación en Caritas Siria)

 

 

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