24/11/2021, 16.12
VIETNAM
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Kontum, religiosas ayudan a cientos de huérfanos y necesitados

de Peter Tran

De tres o cuatro niños las religiosas han llegado a tener hasta 800, sin padres o alejados de sus familias. Con el tiempo han construido seis casas de acogida y se han convertido en un punto de referencia para la zona. Hermana Y.B.: "Al principio ni siquiera teníamos leche para ofrecer a los pequeños", pero hoy cultivamos campos y realizamos colectas.

 

Kontum (AsiaNews) - Al principio "cuidábamos" sólo tres o cuatro huérfanos, educándolos "en el amor"; una obra que fue creciendo con el tiempo y en este momento hay "cerca de 800" niños y adolescentes, todos menores de 16 años, sin padres, "que son criados en el centro  en condiciones muy difíciles", cuenta la hermana Y.B. de la Congregación de las Hermanas de María de la Medalla Milagrosa (FMM), que desarrollan su misión en la diócesis de Kontum, en el Altiplano Central de Vietnam. La mayoría de ellos pertenecen a “minorías étnicas”, sigue diciendo la religiosa, y generalmente son “muy pobres”. Las familias tienen muchos hijos, entre 7 y 12 cada una, y nosotros nos hacemos cargo por lo menos de uno por cada núcleo”.

La tarea que realizan las misioneras en la zona montañosa es de fundamental importancia para las poblaciones locales, que deben vivir en condiciones difíciles y de grandes privaciones. Por eso decidieron llevar adelante el programa “Vinh Son”, que con el tiempo permitió construir seis casas de acogida donde hoy viven 800 niños huérfanos o necesitados.

“Al principio - cuenta la religiosa - ni siquiera teníamos leche para darle a estos niños. Cocinábamos arroz y conservábamos el agua de cocción para dársela a los más pequeños en vez de leche. Para los mayores se preparaba una sopa con las plantas que ofrecía la selva”. La misión se fue extendiendo para una congregación que vivió las dificultades de la guerra y la caída del gobierno primero en Hanoi en 1940 y depués en Saigón en 1975.

A veces hay turista o huéspedes que vienen a visitar las casas de acogida para ver a los niños. Los visitantes también participan en la misa y servicios religiosos en las iglesias de la zona. A veces estas personas traen arroz, fideos, alimentos y otros productos de primera necesidad para ayudar a la misión de las religiosas, que al mismo tiempo han comenzado a cultivar plátanos, arroz, tapioca y trigo para alimentar a los niños sin depender del presupuestos del instituto.

El trabajo de las hermanas es muy importante, pero tan discreto que cuenta con el reconocimiento de las autoridades comunistas locales. Estas acuden siempre a los hogares para evaluar la salud de los niños y controlar la rendición de cuentas, que las monjas ofrecen siempre con la máxima transparencia. "Los recibo con agrado", dice la hermana Y.B. y a veces, añade, “los llamamos đồng chí [camaradas, ndr] cuando vienen a visitarnos”. Además, concluye, el convento organiza eventos de recaudación de fondos para ayudar a las comunidades de las minorías étnicas y para colaborar con la atención de los enfermos de lepra y las personas con discapacidad, porque las necesidades son múltiples, pero no así los recursos disponibles.

 

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