22/04/2017, 11.20
TIERRA SANTA
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La tradición centenaria de los tatuajes en Tierra Santa

En su origen, el tatuaje era un signo de opresión que luego pasó a ser reclamado como prueba de la fe. Desde los cruzados hasta hoy, los peregrinos llevan una prueba permanente de su viaje.

Jerusalén (AsiaNews/Agencias) – Hacerse tatuar mientras se está en peregrinación en Tierra Santa es una tradición que tiene orígenes centenarios, un “testimonio físico” de la fe de los peregrinos.

Wassim Razzouk, entrevistado por Middle East Eyes (MEE), cuenta que durante las fiestas debe tatuar a peregrinos en los espacios más amplios de los monasterios, puesto que su estudio es demasiado pequeño. Esta Pascua, se mudó al subsuelo del monasterio siriaco de San Marcos, en la Ciudad Vieja de Jerusalén.

En el momento de la entrevista, había cuando menos 30 peregrinos presentes en el subsuelo. Kareem Solomon, un cristiano asirio de 26 años, de origen iraquí y ciudadanía británica, contó a MEE que decidió hacerse tatuar una cruz durante su viaje: “Soy cristiano y quiero que los demás lo sepan”.

El tatuaje es una tradición que la familia Wassim prosigue desde hace 700 años, originada en Egipto y que ha continuado desde hace 450 años en Jerusalén. Cuando la familia emigró, los  antepasados de Wassim servían a la pequeña comunidad copta, para luego pasar a integrarse en la comunidad local.

Tatuando a los soldados ingleses entre 1920 y 1948, el abuelo de Wassim, Yacoub, logró abrir un estudio en Jerusalén occidental. Con la primera guerra árabe-israelí, Yacoub fue obligado a huir a Jordania y a cerrar sus actividades. Al terminar la guerra, la familia se estableció en Jerusalén oriental, donde permanecieron hasta ser la última familia palestina que ofrece tatuajes para los peregrinos.

El año pasado, Wassim abrió un estudio oficial en la Ciudad Vieja. Para él, su trabajo no sólo es un modo de reafirmar su propia fe, sino también sus raíces palestinas: “Sobre todo siendo parte de una minoría [religiosa] en Palestina, yo me siento honrado por ser custodio de un práctica tan profundamente conectada con nuestra historia en la región”.

En su origen, para los cristianos, hacerse tatuar en Tierra santa no era una decisión que se tomaba de manera autónoma, sino una imposición opresiva: durante la época romana, a veces eran arrestados, marcados y obligados a trabajar en minas de oro, plata o plomo; con la conquista islámica de la región en el año 640 d.C., se les impone el tatuaje de una pequeña cruz en el lado interno del la muñeca derecha. El objetivo era que a las autoridades se les tornara más fácil su reconocimiento y la recolección de impuestos.

Sin embargo, los cristianos luego “reclamaron” este signo de reconocimiento como prueba de su fe. Algunas iglesias, en particular en la tradición copta, comenzaron a ofrecer tatuajes a los fieles y a pedir mostrarlo antes de ingresar, usándolo como un instrumento de tutela. Para los cristianos perseguidos, el tatuaje de la cruz se vuelve un símbolo de cercanía con los sufrimientos de Jesucristo.  

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