06/02/2015, 00.00
COREA - NUEVOS ESCLAVOS
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Las minas de sal, "infierno en la tierra" para los minusválidos de Corea del Sur

El condado de Sinan produce los 2 tercios de toda la sal que se usa en el país. Compuesta por decenas de islitas, está concentrada en la producción del mineral. Para romperla en las salinas, de hace años se lleva adelante un tráfico de seres humanos que son empleados como esclavos hasta que escapan o mueren. La connivencia de las autoridades locales y la indiferencia del gobierno central mantienen su "status quo". La historia de Kim, ciego y con un atraso mental, raptado en Seúl y obligado a romper sal.

Seúl (AsiaNews)- Escapó en la primera ocasión útil. Con el sol tórrido en la costa marítima donde Kim Seong-baek fue obligado a trabajar sin salario, por 18 horas al día, rompiendo grandes cristales de sal juntados en el agua barrosa. Casi del todo ciego, en calzoncillos, Kim se aferró a otro esclavo- minusválido como él- y juntos se dirigieron hacia la costa. Allá  a lo lejos se veían brillar las luces brillantes e la capital, Seúl, hecha de hierro y vidrio, ahora ambos son buscados en esta remota islita sudcoreana: aquí la esclavitud de los minusválidos, empleados en las minas de sal, es un secreto que todos conocen.

Hablando con la Associated Press, después de una denuncia pública que ha conmovido a abogados, policía y funcionarios de gobierno, Kim describe su "trabajo" con palabras simples: "Un infierno en la tierra". Su fuga se enfrentó con una realidad local: caminado delante de los ojos de los habitantes, cubiertos por un sutil polvo blanco, se sintieron como animales bajo inspección. El hijo del propietario de un mercadito llamó a su patrón, que los alcanzó y le pegó a Kim con un palo antes de reenviarlo a la salina.  

Estamos en el condado de Sinan- formada por pequeñas islas- más precisamente por Sinui, en la parte sud occidental del país. Aquí la esclavitud es lo más normal: trabajo alternativo no hay, del mar llegan sólo peces y sal. Desde hace tiempo esta zona eligió la sal: es de este contado que provienen los dos tercios del total usados en Corea. Hay 850 industrias de varias dimensiones, que dan trabajo a más de la mitad de los residentes en total.

En el último decenio, de aquí partieron 5 denuncias en total por esclavitud. Quienes terminaron encerrados fueron los minusválidos como Kim, que no tienen modo para rebelarse. El trabajo es simple, pero masacrante. Y el "escándalo" provocado por las denuncias siempre terminó en un nada de hecho. Bajo investigación terminaron unos 50 entre propietarios y "capataces" del trabajo, pero ningún policía o u  oficial público. Y según la impresión general nadie será castigado en serio.

El mismo "patrón" de Kimn, Hong Leong-gi, fue condenado a 3 años de cárcel y se prepara para apelar y según su abogado, se le reducirá a la mitad la pena. El hombre fue considerado culpable de trata de seres humanos, reducción a esclavitud, falta de pago de un salario, mutilaciones, golpes.

La investigación, y sobre todo os testigos de algunos hombre liberados, cómo detrás de la producción de sal exista un proyecto y una realidad de un mercado de esclavos. Según lo contado por el mismo Kim, sin fija demora de hace más de 10 años, la trasferencia a las salinas fue organizado por un hombre que la noche del 4 de julio de 2012 lo nota mientras está durmiendo en la estación de Seúl. El desconocido le ofrece comida y una noche en su casa y le habla de una gran oportunidad de trabajo.

La mañana después está ya en la isla de Sinui, donde su nuevo patrón paga el equivalente a 700 dólares americanos al hombre que le llevó  a Kim. Allí deberá trabajar gratis "hasta pagar esta deuda" que no contrajo ni deseó. Según la corte que juzgó su caso, el hombre es un no vidente y tiene la conciencia social de un niño. Por eso no logra escapar.

Después de diversos meses- en los cuales recibe golpizas y violencias continuas- tiene una idea simple, pero genial. Escribe a la madre, como hacía durante su vida de un sin demora fija. La mujer es anciana pero aún auto-suficiente y vive en Seúl. Kim logra enviar la carta durante una hora de permiso ene l cual junto a otros esclavos, es llevado por el patrón a la ciudad. La estampilla o sello de fue lanzado por otro trabajador, "vendido" a una nueva fábrica.

La madre recibe la carta y la muestra a un vecino y amigo, Seo Je-gong, en esa época capitán del distrito de policía. El hombre conoce la connivencia de los funcionarios locales con las fuerzas de seguridad, por lo tanto lleva a su equipo a la isla fingiendo que son turistas. El ir a la salina resulta un suceso y, cuando los policías locales entienden lo que está sucediendo, es demasiado tarde. Hoy Kim volvió a vivir con la madre y ha recibido una indemnización que le permitirá vivir en un modo digno. Pero durante las noches tiene pesadillas y debe tomar medicina muy fuertes para curar las heridas que le causaron en la salina. No logra ni siquiera comer bien: "Si siento algo de salado, me aprieto los dientes hasta resquebrajarlos".

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