18/11/2013, 00.00
FILIPINAS
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Los filipinos desafían a la devastación del tifón con la fe y la caridad

En todas las parroquias el país la población organizó colectas de bienes de primera necesidad y vigilias de oración. El p. Gianni Re, superior regional del Pime, subraya la gran fe de los filipinos cerace de sus queridos y no sólo con ayudas materiales sino también, con la oración. En las áreas golpeadas las iglesias destruidas retoman la vida. Primeras misas en Tacloban y Guinan.

Manila (AsiaNews) - La devastación del tifón Haiyan no frena las esperanzas de la población filipina que en estos días se movilizó para juntar fondos y ayudas para organizar vigilias de oración por las víctimas. El p. Giovanni re que es le superior del pontificio Instituto misiones Extranjera, cuenta a AsaiNews que, en concomitancia  de las ayudas humanitarias y económicas, las gente ha iniciado a sostener a los damnificados con la oración. "El pasado 15 de noviembre en manila- afirma el sacerdote- los jóvenes de distintas parroquias han dedicado una vigilia para rezar jusnto a las víctimas y manifestar espiritualmente sus cercanía". El p. Re hace notar que muchas personas tienen parientes y amigos que residen en el archipiélago de las Visayas donde se abatió el tifón: "En las provincias de Leyte y de Cebu la religión católica está aún en el centro de la vida de las comunidades y es justamente en momentos dramáticos como el que están viviendo que la población busca confortación en la fe".

Desde ayer en las parroquias damnificadas por la tragedia, que costó hasta ahora 3900 muertos, fieles y sacerdotes han reiniciado a celebrar misas dominicales. En Guiuan, la primera ciudad más atacada por el tifón, unas 300 personas han participado a la función entre las ruinas de la iglesia de la Inmaculada Concepción. Entrevistado por el Afp, el p. Arturo Cablao, párroco en Guiuan elogia el espíritu y la fuerza de sus parroquianos. "Algunos de ellos- cuenta- han asistido a la misa en silencio, muchos estaban arrodillados llorando en medio de las ruinas de su iglesia". Bibeth Subulao, parroquiana de Guinan declara que. "Si no hay un Dios, ¿qué hay? Él es nuestra única esperanza".

En Taboclan, una de las áreas más dañadas, centenares de devotos han celebrado la eucaristía en medio de los destrozos de la iglesia del santo Niño, rezando sentados en los bancos todavía mojados por el tifón. El p. Edwin Bacaltos, párroco de la iglesia redentorista de Taboclan, explica que muchos fieles le han preguntado sobre las razones de la catástrofe: "no les di ninguna explicación teológica. Escuché y me quedé en silencio. Este no es el momento de detenerse a pensar". El sacerdote hizo notar que también él ha luchado consigo mismo para darse una explicación a tal devastación y a la pérdida de tantas vidas humanas, "pero esta- afirma no es un castigo divino. A mis fieles les dije y expliqué que Dios nos ama y no nos abandonará nunca".

El tifón más potente en la historia de Filipinas, no trajo sólo devastación, sino también gestos de solidaridad por parte de los países vecinos como China, Malasia, Indonesia que en estos años han tenido problemas en lo relacionado a cuestiones territoriales y apoyo a movimientos separatistas filipinos. Kuala Lampur, hasta hoy sede de movimientos separatistas islámicos de Mindanao (Filipinas meridional), ha enviado en días pasados más de un millón de dólares y movilizó parte de la aviación militar para colaborar en las operaciones de socorro. Siguiendo el ejemplo de Malasia también Indonesia organizó colectas de ayuda y envió 2 helicópteros de la marina militar a Taboclan. China de hace años en conflicto con Filipinas por las islas Spratly (Mar Chino meridional), destinó 1,6 millones de dólares para comprar elementos de ayuda humanitarias. Sin embargo para algunos analistas, la ayuda es insuficiente en relación a los 30 millones de dólares donado por Japón, luego del tsunami de 2011. 

Tokio en vez, ha recambiado con 30 millones de dólares, un equipo de 26 médicos especializados en las regiones afectadas por desastres naturales y 1200 soldados la gran solidaridad del pueblo filipino en ocasión del tsunami de marzo 2011. Joji Tomioka, responsable del grupo médico afirmó: "En el momento de necesidad Filipinas nos ha ayudado. Ahora es nuestro turno" (S.C.)

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