07/04/2017, 16.20
FILIPINAS
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Los obispos filipinos, dispuestos a una confrontación positiva con el gobierno de Duterte

Mons. Sócrates Villegas: “Diferimos de línea desde un principio, pero las diferencias no nos impiden cooperar”. Obispos y gobierno se comprometen a bajar el tono del enfrentamiento. El presidente de la Conferencia episcopal: “No podemos callar. Que se detenga el desprecio por la vida humana”. Mons. Antonio R. Tobías: “La Iglesia católica no es enemiga de la administración de Duterte”. 

Manila (AsiaNews/CbcpNews) – A pesar de las divergencias con respecto a la guerra contra la droga y a los asesinatos extra-judiciales, los obispos han expresado un fuerte compromiso tendiente a desarrollar relaciones positivas con la administración de Duterte. En esta semana, la Iglesia filipina ha tenido varias conversaciones con altos funcionarios del gobierno. El primer encuentro fue el 31 de marzo pasado en Manila, en la sede de la Conferencia episcopal (CBCP), en lo que podría ser un importante impulso para allanar las diferencias.

El 4 de marzo pasado, en una entrevista difundida en la televisión ANC, el arzobispo Sócrates Villegas, presidente de la CBCP, afirmó que el diálogo con las instituciones representa el mejor modo de proceder. “Hay cuestiones en las que diferimos de línea desde un principio, pero no debemos permitir que dichas diferencias nos impidan cooperar. Debemos sostenerlo [al presidente Duterte] en el proceso de paz [con los rebeldes comunistas], en las políticas para aliviar la situación de los pobres y en todo aquello que sea para el bien del pueblo”, declaró Villegas.

El presidente de la CBCP no ha dado a conocer públicamente los nombres de los funcionario del gobierno con los que se han reunido, pero ha dicho que se han dado “pasos adelante”, agregando que hay un pedido recíproco de ambas partes en el sentido de “suavizar los ataques”. “Deténganse y nosotros haremos otro tanto –afirmó el obispo-. No pueden ordenarnos que nos callemos cuando las problemáticas son tan poco cristianas y contrarias a nuestras convicciones. Si se detienen los asesinatos, el llamado desprecio por la vida humana, entonces estén seguros de que sabremos moderar los tonos, porque habremos visto buena voluntad”.

Mons. Villegas agregó que los obispos están preocupados por el hecho de que, en caso de mostrar silencio y dejar de protestar, “la gente pueda pensar que ésta es la nueva normalidad”. Luego precisó que la Iglesia no está en contra de Duterte en cuanto persona, sino que está en contra de cuestiones referidas a la moral. “Hemos dado garantías para el éxito del presidente, pero las soluciones debieran darse dentro de los parámetros de la moral”, concluyó Mons. Villegas.

En estos meses, muchos líderes católicos se han expresado contra la “cultura de la muerte” de la política de Duterte. El Presidente a menudo se ha dejado llevar, efectuando durísimos ataques dirigidos a obispos, señalándolos como culpables, por haber criticado su sangrienta guerra contra la droga y la reintroducción de la pena de muerte.

“Contrariamente a lo que algunos piensan, la Iglesia católica no es enemiga de la administración de Duterte, sino más bien un aliado, un ayudante del Estado”. Quien lo afirma es Mons. Antonio R. Tobías durante la Holy Mass Eucharistic Action (HEMA), celebrada el 2 de abril pasado en la parroquia del Santo Niño en Bagong Silang, que fue ofrecida por las víctimas de los asesinatos extra-judiciales (EJK) y por sus familias. “Señor Presidente, la Iglesia y los obispos a quienes vosotros insultáis,  son los que ayudan a las víctimas de vuestra lucha contra la droga”- afirmó el prelado durante la homilía.

Mons. Tobias luego desplazó la atención para centrarse en el creciente número de viudas y huérfanos que se ha creado debido a los 7.000 asesinatos de la guerra contra el narcotráfico, emprendida por el presidente Duterte. El obispo pidió al gobierno que se concentre en la liberación de los filipinos de la esclavitud de las dependencias a través del tratamiento y la rehabilitación, en lugar de limitarse a restablecer la pena de muerte. Por último, criticó el modo de pensar que considera que los tóxico-dependientes son unos buenos para nada. Mons. Tobías afirmó que a causa de las conductas que conducen a la división, como ser críticos y la falta de aceptación de los demás, cada filipino es responsable de la elevada incidencia de la toxico-dependencia en la sociedad. 

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