01/03/2016, 13.58
TAILANDIA PAKISTAN
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Misionero Omi: La Iglesia tailandesa en ayuda de los refugiados paquistaníes, perseguidos en su propia patria

Son más de cuatro mil los cristianos que escapan a Tailandia huyendo de las persecuciones en Pakistán. El p. Domenico Rodighiero, párroco de San Miguel en Bangkok: “A la llegada no reciben una visa duradera ni el status de refugiados y están obligados a vivir en modo ilegal. La Iglesia local los ayuda como puede, donando comida y ayudándoles a buscar trabajo, pero es difícil”.

Bangkok (AsiaNews)- Desde hace tres años “llegan a Tailandia numerosos grupos de paquistaníes, escapando de las leyes sobre la blasfemia de Islamabad que los priva de tierras y bienes. Desde hace diez años nuestra parroquia se ocupa de recibir a los refugiados y así hemos empezado a ocuparnos de ellos”. Lo dice a AsiaNews, el p. Domenico Rodighiero, misionero de la Congregación de los Oblatos de María Inmaculada (OMI) y párroco de San Miguel en Saphanmai, periferia norte de Bangkok. Los refugiados cristianos, afirma, “ya sean protestantes o católicos, son más de cuatro mil. También hay un gran número de musulmanes de la secta Ahmadi, también ella perseguida en Pakistán”.

La mayor mayoría de los prófugos escapa a Tailandia con la esperanza de desplazarse a otros países del sudeste asiático, pero a la llegada se encuentran en una calle sin salida, sin que se les reconozca ningún derecho reconocido por Bangkok y sin la posibilidad de irse, sino para volver a Pakistán. “A la llegada -explica el p. Rodighiero - los emigrantes reciben la visa turística en el aeropuerto, con duración de sólo un mes, veinte días. A alguno se la renuevan, pero esto sucede raramente, porque cuesta mucho y es complicado. Tailandia y es la cuestión más importante, no firmó la Convención Onu del año 1951 para los refugiados, por lo cual quien está más allá del término de la visa no es tutelado y puede ser detenido en los centros de detención o repatriado. Esto sucede tanto  a los que piden asilo como a los refugiados.

Hace un año y medio, la parroquia de San Miguel empezo a ocuparse de los artículos de ´primera necesidad para los miles de refugiados y fue seguida tal iniciativa por todas las otras diócesis: “Hemos partido de las cosas esenciales como la comida. Los musulmanes a veces tienen vergüenza porque se dan cuenta que la causa de la emigración de los cristianos son justamente los musulmanes paquistaníes”. “Todos los refugiados - explica el p. Rodighiero - son subdivididos en grupos en algunas zonas de Bangkok y viven en habitaciones en alquiler con sus familias”.

“Yo los visito en sus casas - continúa- y celebro la misa para los cristianos. Luego voy también al centro de detención, donde están encerrados los ilegales o aquellos a quienes les caducaron las visas. La policía, aparte de algún caso, no va a buscar a estas personas, porque saben dónde están y las controla. En el último período está superpoblado el centro y han abierto la posibilidad de salir pagando una caución (que normalmente es de mil doscientos dólares, ndr), si bien esto depende del humor de los policías”.

Los miles de prófugos, explica el p. Rodighiero, vive en impasse, porque “poquísimos tienen la posibilidad de ser reconocidos como refugiados por la ONU, status no reconocido por Bangkok pero permite emigrar. A ese punto la única posibilidad es la de volver a Pakistán. Si intentan emigrar en manera ilegal la policía tailandesa los detiene en la frontera”.

La situación se hace aún más difícil por el hecho que “el proceso a través del cual la ONU reconoce el status de refugiado dura años: se necesitan años para tener un primer coloquio y años para tener una respuesta. Mientras tanto estas personas no tienen derecho al trabajo. Algunos reciben ayudas de sus familias que quedaron en la patria, pero después de cuatro o cinco meses los recursos se acaban y deben volver”.

Según el p. Rodighiero, “lo primero que hay que hacer sería acelerar los procedimientos de la ONU. Desde el punto de vista político, en cambio es más complicado resolver este punto muerto, porque se deben modificar las leyes tailandesas. Además, la ONU en los últimos años cortó los recursos para los refugiados en Tailandia, porque hay otras prioridades en el mundo (Siria, África, etc)”.

La Iglesia Tailandesa es generosa - concluye el misionero- y ayuda a los refugiados a encontrar trabajo. Algunas veces nos sucede que podemos ayudarlos a volver a sus casas o también los ayudamos en situaciones de enfermedad. Pero no es fácil, porque ellos son muchísimos y las exigencias son enormes. La Iglesia aquí es pequeña y no tiene muchos recursos, la fatiga para enfrentar una emergencia tan grande es difícil”.

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