02/12/2017, 10.46
BANGLADESH-VATICANO
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Misionero en Bangladés: somos un ‘pequeño resto’ guiados por el Espíritu Santo

El p. Franco Cagnasso, Pime, interviene frente al Papa Francisco, que habla libremente a sacerdotes, hermanas y religiosos. “Una Iglesia que permanece encerrada es una Iglesia enferma”. “La necesidad interior de descubrir que mi carisma sirve en cualquier lugar”. De nuestra enviada

Dacca (AsiaNews)- “Los misioneros extranjeros en Bangladés son un pequeño resto, guiados por el Espíritu Santo para anunciar el Evangelio”. Lo dice a AsiaNews, el p. Franco Gagnasco, misionero del Pime (foto 2). Él está entre los religiosos y consagrados que apenas se encontraron con el Papa Francisco en Dacca, en la iglesia del Santo Rosario en Tejgaon. Con él están recogidos en oración y han escuchado el discurso que el pontífice les hizo hablando libremente, que habla-entre otras cosas de armonía y de la división creada por las habladurías y compara el hablar mal de los otros con los “terroristas que lanzan bombas”.    

En su intervención, el misionero del Pime subraya que el “pequeño resto” de la primera tanda de misioneros hoy deja en heredad una Iglesia bien formada, que logra también a producir fuerzas para enviar al extranjero. Al margen del encuentro, reflexiona sobre el significado de hacer misión: el “servicio total” de los operadores sociales, la apertura en acoger a nuevos evangelizadores que pueden enriquecer a la Iglesias locales, la Iglesia peregrina que sigue el designio del Espíritu Santo.

El testimonio de Cristo, afirma, “en un país extranjero sucede en modo gratuito, sin esperar recompensa alguna”. El aspecto que provoca más aprensión entre los ´pocos misioneros “de la primer hora” que quedaron, es “no tener un recambio con nuevos reclutas, que puedan traer dinamismo a la misión”. Al mismo tiempo “es necesario subrayar un hecho relevante: ser un pequeño grupo de operadores pastorales nos ayuda mucho a un servicio total, porque las decisiones son tomadas por la Iglesia local. Esto nos ‘obliga’ a tener una posición de servicio no dominante. Mientras que a veces, cuando se está en mayoría, se tiende aunque en manera involuntaria a hacer prevalecer el propio juicio, el propio modo de pensar y la propia cultura. En cambio, respetar las elecciones más eficaces de cuando éramos nosotros nos tocaba tener el carro por las riendas. Estamos sumergidos en las necesidades de la comunidad y más cerca de aquellos que cumplen las indicaciones de la Iglesia. Un proceso similar lleva a adaptarse a las necesidades de la gente y responde mejor al objetivo del compartir y estar junto a la gente”.

Sobre las exigencias de nuevos evangelizadores, el p. Gagnasso explica: “Una Iglesia madura es una Iglesia misionera en su propio territorio, pero también lejos. El Espíritu Santo tiene dos caminos y alienta a ir adonde nadie jamás escuchó hablar de Jesús. Cuando partí de Italia, muchas personas me decían que había tanto para hacer por los católicos locales. Entonces uno se puede bien imaginar cuánto hay que hacer aquí en Bangladés”. “Entender que el señor me llama a ir afuera. Continúa- es un valor enorme para comprender la naturaleza de la Iglesia, que no es una aplanadora que quiere cristianizar según programas bien precisos, sino el sembrar la Palabra que después cae en terrenos diversos. Hay lugares donde la semilla da fruto y otros en los cuales no crece nada, pero nosotros intentamos lo más posible tirando semillas”. Cómo es enriquecedor continuar cosechando, porque personas que vienen de afuera con una propia cultura y bagaje personal traen modos diversos de ver las cosas que pueden ser de ayuda”.

El misionero reflexiona también sobre el “valor de la Iglesia peregrina en búsqueda del Reino, o sea sobre el hecho de no ligarse a una comunidad local, pero advierte que es necesario ir allí donde mi obra puede dar más resultados”. No se trata de un patológico sentido de inquietud “que te lleva a no quedarse de manos cruzadas en un  lugar. O sea, responde a la dimensión fundamental del hombre, que jamás es suficiente a sí mismo. El Papa dice siempre que una Iglesia que permanece cerrada es una Iglesia enferma. Ir hacia afuera, en cambio, provoca encuentros, enriquecimiento, se descubre todo. Y quizás también una necesidad interior de descubrir que mi carisma, mis capacidades, sirvan el cualquier lugar”. (ACF)

A continuación la intervención del p. Cagnasso en la iglesia del Santo Rosario de Dacca.

Santidad:

 Soy un misionero italiano, heredero de tantos otros-que en los últimos siglos- vinieron de Europa y América para evangelizar a los pueblos de Bengala y- a menudo con enormes sacrificios- han fundado la pequeña Iglesia que Lo recibe con alegría.

Hasta hace pocos decenios los misioneros extranjeros, junto a los catequistas locales, eran la “estructura portante” de la Iglesia en Bangladés, en el contexto de la gran mayoría de fieles de otras religiones. Hoy somos un ‘pequeño resto’ que se pone al servicio de una Iglesia bien formada, en grado de gestionarse sola, articulada en ministerios, varios tipos de pastoral y de compromisos.

Nuestra presencia desea ser el signo que la iglesia es misión desde su nacimiento: misión junto al pueblo que se encuentra y misión que supera fronteras, crea comunión con otros pueblos para dar y para acoger las riquezas del Evangelio vividas en Iglesias diversas.

Queremos buscar, con paciencia y creatividad, las “periferias” a las cuales Ud. a menudo se refiere, sin miedo en gastar las energías también para quien no da esperanzas de resultados concretos y visibles. Queremos sembrar en todos los terrenos posibles y ser un testimonio humilde de la condición cristiana sobre esta tierra, la condición de peregrinos en busca del Reino.

Estamos agradecidos a Dios porque la Iglesia de Bangladés inició a donar evangelizadores y evangelizadoras también más allá de sus propias fronhteras; esperemos que esta dimensión crezca y al mismo tiempo permanezca la apertura de recibir nuevos rostros, también de África, de América Latina y de otros países asiáticos.

Estamos contentos de estar aquí y agradecidos a estos pueblos que nos reciben, permitiéndonos gastar nuestras vidas en medio de ellos para ser, partícipes del Evangelio de Jesús.

 

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