11/08/2017, 10.55
JAPON – COREA - EEUU
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Mons. Kikuchi: En Japón, la Iglesia ruega por la paz, mientras los líderes políticos alimentan la tensión

de Tarcisio Isao Kikuchi

Para el obispo de Niigata, las tensiones en la península coreana datan de 70 años, pero los nuevos líderes políticos “están alimentando un fuego que ya estaba presente”. Una solución militar de agresión de los EEUU o norcoreana sólo conduciría a resultados devastadores para todos. Los 10 días de oración por la paz. La colaboración entre obispos japoneses y coreanos.  

Niigata (AsiaNews) – Las tensiones y las amenazas de guerra entre Pyongyang y los Estados Unidos se acrecientan justamente mientras la Iglesia japonesa dedica 10 días a la oración por la paz, comenzando a partir del 6 de agosto, aniversario de la bomba atómica sobre Hiroshima. Mons. Tarcisio Isao Kikuchi, obispo de Niigata (300 km al norte de Tokio) y presidente de Caritas Japan, está convencido –al igual que muchos de sus connacionales- de que no habrá un conflicto militar, lo cual sería demasiado costoso y destructivo para todos. Pero el crecimiento de la tensión es aprovechado por parte de los “nuevos líderes políticos” implicados: Kim Jong-un, Donald Trump, Shinzo Abe. Mons. Kikuchi también espera que haya una colaboración entre obispos del Japón y de Corea del Sur, para impulsar a sus gobiernos en la búsqueda de una solución diplomática, que ha de obtenerse a través del diálogo.  

En los últimos meses, creció de un modo dramático la tensión entre las naciones del Nordeste de Asia. Estas tensiones han existido en el área desde la época de la guerra coreana (1950-1953), pero han crecido con el surgimiento de nuevos líderes políticos en Corea del Norte, en los EEUU y en Japón. Estos líderes están alimentando un fuego que ya estaba presente.

Habitualmente, China, siendo protector de la leadership coreana, supo asumir el rol de controlar la situación para prevenir inútiles conflictos militares, pero ahora la influencia de China sobre Corea del Norte parece haber disminuido.

Entre la vasta mayoría de los japoneses se ha difundido la idea de que ni Corea del Norte ni los Estados Unidos optarán por una solución militar de agresión, a pesar de que sus líderes han amenazado continuamente con llevar adelante una acción militar el uno contra el otro. Semejante solución militar de agresión sólo conduciría a resultados devastadores en la península coreana, lo mismo le sucedería a Japón, y tampoco sería ventajosa para los Estados Unidos, además de determinar el fin de la existencia de Corea del Norte.

Lamentablemente, el problema actual es que en Corea del Sur y en Japón, sectores militantes, o extremistas y patrióticos de cada una de estas naciones, sacan partido de esta situación para impulsar su causa y tratar de ganarse el apoyo de la mayoría de la población.

Una situación similar ya se había dado muchas veces en esta área, pero la de hoy ha de ser tomada mucho más en serio, porque los dos líderes, el de los Estados Unidos y el de Corea del Norte, ambos, son imprevisibles. De todos modos, pienso que la tensión actual ha sido inflada por demás, superando la realidad.

Por desgracia, el actual gobierno japonés también esta aprovechándose de esta tensión, potenciando su causa de cambiar la Constitución pacifista [del país], y de crear una opinión pública que permita al ejército japonés decidir acciones preventivas, que no están permitidas por la Constitución que rige en el presente.

En este período, del 6 de agosto –fecha en que se recuerda la bomba de Hiroshima- al 15 de agosto, la Iglesia católica japonesa está llevando adelante Diez días de oración por la Paz. En todo el Japón, las comunidades católicas se reúnen en estos diez días para rezar por la paz, para organizar encuentros de estudio y para reunirse con otros grupos de la sociedad civil a fin de desarrollar algunas manifestaciones.

Para la ocasión, y en nombre de todos los obispos del Japón, el presidente de la Conferencia episcopal, el arzobispo Joseph Takami de Nagasaki, ha difundido una declaración. A continuación transcribimos lo que ésta dice:  

“Deseo reafirmar mi apoyo al derecho de una existencia pacífica, garantizada por la Constitución japonesa sancionada hace 70 años. La paz no puede ser construida con el poder militar. Especialmente ahora, me dirijo al gobierno japonés y a la población para que ponga en práctica un sincero y persistente diálogo por la paz en el Nordeste de Asia y en el mundo, evitando respuestas militares a las amenazas de las naciones vecinas o al terrorismo”.

Sinceramente, espero que el gobierno japonés asuma con toda sinceridad una iniciativa de diálogo, que involucre a todas las partes implicadas en esta crisis, para hallar una solución diplomática.

Hasta el momento, los obispos japoneses no han iniciado una cooperación pacífica con los obispos coreanos. Pero en el próximo mes de noviembre, en Kagoshima (Japón), tendremos un encuentro en común de las dos conferencias episcopales, de tres días de duración. Allí podremos discutir las posibilidades de presionar a nuestros gobiernos para impulsarlos a una vía pacífica de diálogo, como única solución para la coexistencia pacífica en esta parte de Asia. 

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