06/07/2020, 12.17
RUSIA
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Murió el Padre Opiela, jesuita, uno de los padres del renacimiento católico en Rusia

de Stefano Caprio

Fue el primer superior de los jesuitas de la región rusa, entre 1992 y 1998. Protagonista en la era de la Solidarność y de los grandes cambios en Polonia en la década del ‘80.  Organizó la presencia de los jesuitas en Rusia. Fue el primer sacerdote que vio impedida su actividad en la Rusia post-comunista. Un hombre de grandes visiones y proféticas intuiciones.

Moscú (AsiaNews) – En la noche del pasado 29 de junio, volvió a la casa del Padre el sacerdote polaco Stanislaw Opiela SJ, a los 82 años de edad. Fue el primer superior de los jesuitas de la región rusa, entre 1992 y 1998. Dos días antes de morir, había festejado sus 50 años de ordenación sacerdotal.   

El Padre Opiela fue director del Instituto de Filosofía y Teología Santo Tomás de Moscú, secretario de la Conferencia de obispos rusos y, antes de la misión rusa, provincial de los jesuitas en Polonia. Se desempeñó activamente, siendo un protagonista durante los tiempos de la  Solidarność (Solidaridad) y de los grandes cambios en Polonia, en al década del ‘80.

Como todos los jesuitas, el Padre Opiela recibió una doble formación, teológica y laica, graduándose en Filología polaca en la Universidad de Poznan. Sus estudios de Filosofía y Teología los cursó en Francia, donde fue ordenado sacerdote por el famoso teólogo y cardenal jesuita Jean Daniélou, el 27 de junio de 1970. Por varios años se desempeñó como capellán universitario en Varsovia, y luego trabajó en Roma, en la sección polaca de Radio Vaticana, cuando la emisora pontificia lograba atravesar los muros entre los bloques políticos y difundía la palabra de Dios a todos. En 1978 pronunció sus últimos votos delante del superior general de los jesuitas, el Padre Pedro Arrupe.

El Padre Opiela regresó a Polonia en 1979, un año después de la elección de San Juan Pablo II, para trabajar en la facultad de Teología de los jesuitas, en Varsovia. En 1981 fue el inspirador de la revista Przegląd Powszechny, una de las publicaciones más importantes en los años de cambios en el país, y fue su jefe de redacción por un tiempo. En su revista se formó uno de los más importantes círculos de la oposición al régimen comunista polaco, reuniendo a los grandes exponentes de la cultura y del arte, que después de 1989 ocuparon importantes cargos en la nueva Polonia democrática. Entre 1985 y 1991 fue superior de la provincia septentrional de los jesuitas polacos, la llamada “Gran Polonia y Mazowskaya”, y luego fue enviado a Rusia. 

En 1992, un año después del nombramiento de los primeros obispos católicos tras la caída del comunismo, el Padre Stanislaw organizó la presencia de los jesuitas en Rusia, herederos de una historia formidable. En el siglo XVII, partiendo de Polonia y a través de Kiev y los territorios ucranianos, los jesuitas habían iniciado una cultura universitaria, llegando hasta Rusia. Hasta mediados del siglo XIX, en Rusia se enseñaba la escolástica jesuita, en latín. Los jesuitas fueron admitidos y expulsados del país en más de una oportunidad. De hecho, a fines del siglo XVIII, la zarina Catalina la Grande se negó a eliminar la Orden - que había sido suspendida en todo el mundo - porque no quería renunciar a su sistema académico. Por más de 20 años, la Compañía de Jesús sobrevivió en Rusia, hasta la restauración, a principios del 1800.

El Padre Opiela se ocupó de las obras de los jesuitas en Siberia - donde el obispo Josip Werth de Novosibirsk, actualmente en funciones, es miembro de la Compañía - y también en Moscú, donde organizó la sede patriarcal. En 1996 recibió de manos del obispo Kondrusiewicz la tarea de asegurar la supervivencia del Instituto teológico, fundado por la diócesis, que aún hoy es un importante punto de referencia para los católicos rusos, con su biblioteca formada por varios centros jesuitas en Europa y la revista “Los Puntos”, fundada por él. Para obtener el registro estatal de la Provincia rusa de los jesuitas, en 1999 la Compañía fue obligada a sacrificar a Opiela, quien era mal visto por los rusos, desde los tiempos de sus actividades polacas; fue el primer sacerdote católico al que le impidieron la actividad en la Rusia posterior al comunismo. 

Tras dejar Rusia, el Padre Opiela volvió  trabajar en Polonia y luego en Estrasburgo, en el Parlamento Europeo, donde se desempeñó como Jefe de la Oficina Católica de Información sobre Iniciativas Europeas. Apasionando del alpinismo y del ciclismo, él sabía sortear cimas difíciles de alcanzar y recorrer caminos que para muchos resultaban infranqueables. Fue un hombre de grandes visiones y proféticas intuiciones, capaz de entablar relaciones humanas sencillas e inmediatas con personas de las más variada proveniencia. La Iglesia Católica, en Rusia, Polonia e incluso más allá, le debe mucho al Padre Stanislaw Opiela, y su figura no caerá en el olvido.

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