26/12/2016, 12.47
RUSIA - ITALIA
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Murió el Pbro. Romano Scalfi, stárets de Occidente

de Stefano Caprio

El fundador de “Rusia Cristiana” vivió por décadas dedicado a la misión en Rusia, dando a conocer en Occidente la grandeza de los cristianos perseguidos. Un profeta del ecumenismo, que trabajó para que la espiritualidad oriental enriqueciera a la occidental. 

 Roma (AsiaNews) – El padre Romano Scalfi vivió casi un siglo entero (1923-2016), representando para todos nosotros un punto de referencia y un guía espiritual muy especial. Se volvió sacerdote luego de la Segunda Guerra Mundial, la cual perturbó el equilibrio político y cultural de los siglos anteriores, dejando al mundo en un estado de permanente conflicto entre los distintos sistemas y concepciones del mundo; era el mundo de los ateos contra los cristianos, y aunque en realidad las cosas no eran tan simples (entre los ateos seguía habiendo muchos creyentes, y, rápidamente, los buenos cristianos se volvían más ateos que los ateos mismos) la Iglesia Católica del Papa Pío XII llamaba a todos los fieles, y especialmente a los sacerdotes, a una gran cruzada contra los enemigos de la fe.  

El padre Romano respondió con entusiasmo, como tantos otros; los años de la posguerra fueron testigos de una gran ola de vocaciones sacerdotales y misioneras, de jóvenes impulsados por la idea de reconstruir espiritualmente un mundo destruido por el odio y por la violencia. La tierra natal del padre Scalfi, el Trentino, fue una de las más generosas, y muchos de esos jóvenes se dedicaron a la misión más audaz y riesgosa, la que apuntaba a los países dominados por el “demonio comunista” en Rusia y en Europa Oriental. Junto a él, en aquellos años, muchos sacerdotes pasaron por el Colegio “Russicum” y estudiaron en el Instituto Pontificio Oriental, fundamentalmente hombres provenientes de los ex territorios del Imperio Austro-húngaro, de los cuales Trento formaba parte, y que durante siglos supo reunir a los cristianos de Oriente y Occidente. Concluidos los estudios, el padre Romano intentó emprender el camino romántico de la “misión en Rusia”, pero luego de algunos intentos, esta posibilidad fue impedida: la cortina de hierro se había vuelto impenetrable.

Entonces él buscó caminos alternativos, junto a otros misioneros que provenían del Russicum, hallando una solución completamente distinta: ya no centrada en Rusia y en Oriente, sino dirigida a los fieles de Italia y de Occidente. Si no se podía ir a Rusia, se podía traer a Rusia a la casa propia: junto a otros (recordemos al padre Pietro Modesto y al padre Nilo Cadonna), él fundó el Centro de Estudios “Rusia Cristiana”, y se dedicó a difundir la espiritualidad ruso-bizantina en el mundo latino. Luego de tantos siglos de desconfianza -de la mano del padre Romano Scalfi y de otros pocos pioneros de la misión ecuménica- Occidente aprendió a amar los iconos, la liturgia bizantina, la mística de Dostoevskij y la filosofía de Solov’ev y Berdjaev, así como muchos otros tesoros de Rusia y del Oriente Cristiano. Con la solemne barba monástica, y la mirada celestial del hombre de Dios, para muchos jóvenes él se convirtió en el stárets de Occidente, maestro de fe y de vida, amante de los alejados y defensor de los perseguidos, apasionado lector de los Padres de la Iglesia y voz de la “Iglesia del Silencio” de Europa, de la cual publicaba testimonios clandestinos.

No sabemos exactamente cuántos méritos habrá tenido el padre Scalfi en la caída del régimen ateo de la Unión Soviética (ciertamente, no habrán sido pocos), pero de cualquier manera él tuvo la alegría de ver realizado su sueño, y de ver a los jóvenes formados por él ir a Rusia como misioneros y exploradores de un mundo tan amado como deseado, y él mismo regresó para regalar a Rusia su sonrisa y su sabiduría. Al final de su larga vida, el padre Romano pudo contemplar el renacimiento religioso de Rusia y, al mismo tiempo, el inicio de nuevas aprehensiones por el futuro del mundo globalizado, al cual él, desde el cielo, dedicará su intercesión sincera, con la certeza de que Nuestro Señor escuchará su voz, ahora que canta en el cielo los himnos de la Iglesia unida de todos los santos.   

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