15/11/2017, 10.14
RUSIA
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Nuevas persecuciones, ahora contra los cristianos baptistas rusos

de Vladimir Rozanskij

Confiscaron una Casa de Oración en Tula (Rusia central) y multaron a los propietarios del edificio. Muchos recuerdan la violencia sufrida por los evangélicos baptistas durante la dictadura ateísta de la URSS. Los baptistas padecen la misma suerte que ha tocado a los Testigos de Jehová y a Scientology. La ley referida al registro de los lugares de culto. 

Moscú (AsiaNews) - Una Casa de oración de los evangélicos baptistas (v. foto) fue confiscada en Tula, en Rusia Central, luego de 26 años de haberse erigido, en los comienzos del período de Yeltsin. El Vice inspector general del Territorio asignado a la Región de Tula, un burócrata cuyo título evoca las obras de Gogol, llamado Viktoria Ishutina, promulgó el decreto Nro. 118-UR-T/17 del 31.08.2017 condenando a los bautistas locales al pago de una multa de 10.000 rublos (cerca de doscientos euros) por parte de cada uno de los propietarios del edificio -dos mujeres jubiladas,  Olga Astakhova y Ljubov’ Bogdanova- aduciendo como motivo el uso inapropiado dado al inmueble (compuesto por dos ambientes, de los cuales uno es utilizado como vivienda y el otro como sala de oración).  

El Consejo de las Iglesias evangélico-baptistas es un movimiento surgido clandestinamente en los años ’60, y su negativa a tramitar su registro oficial siempre ha formado parte de su estilo misionero. Sus Casas de oración son edificios bastante espartanos y nada invasivos, si bien generalmente ostentan la evidente arquitectura de las iglesias.

En la época de la dictadura ateísta de la URSS, los baptistas figuraban entre aquellos que sufrían en mayor medida las represiones del régimen, dado que por principio, a menudo se negaban a registrarse ante las autoridades locales. Tras la caída del comunismo, y hasta que se implementó la nueva ley referida al registro de cultos, en 2016 (la “ley Jarovoj”, por el nombre de la diputada Irina Jarovoj que firmó la misma), las comunidades libres de evangélicos baptistas podían vivir y predicar tranquilamente, incluso sin registrarse, aunque permanecían ciertas tensiones con los órganos de seguridad. Según parece, hoy en día, nuevamente se los está sometiendo a prohibiciones y restricciones similares a las que regían en los tiempos soviéticos.

Se ordenó aplicar la multa a la Casa de Oración de Tula a fines del mes de agosto, por indicación de los vigilantes locales, que señalaron como prueba la fijación del cartel en la puerta del edificio, con la leyenda “Iglesia de Tula CCEB”, acompañado por los horarios de la biblioteca bíblica y de las celebraciones del culto. En el protocolo que fue entregado a las propietarias se declara que a partir del día 8 de febrero de 2018, tanto la casa como el terreno serán confiscados, en caso de persistir la infracción. El inspector Ishutina, arrojando leña al fuego en el asunto, se presentó personalmente ante los miembros de la comunidad, para avisarles que la medida dispuesta contra ellos sería utilizada como precedente para proceder a confiscaciones similares en toda la región.  Según fue informado por los mismo baptistas, el inspector habría afirmado que “las asociaciones religiosas tienen derecho a rezar y a desarrollar sus ritos en sus domicilios particulares, pero no tienen derecho a usar viviendas particulares y terrenos vinculados a éstas como edificios de culto, sin haber obtenido previamente el permiso de la administración, según marca la ley”, haciendo referencia a un apartado del Código Catastral de vivienda.

Los creyentes intentaron demostrar que el cartel que se exhibe en la puerta, donde se define al lugar como “Casa de Oración”, se atiene a las normas vigentes, que permiten reunirse en oración sin necesidad de cambiar la connotación catastral, invocando, por su lado, un artículo de la ley referida a la libertad de conciencia y de asociación religiosa. En el mismo, se afirma, precisamente, que ninguna autoridad puede prohibir a los propietarios de un inmueble desarrollar celebraciones religiosas en el mismo. Pareciera que aquí no se trata de una cuestión interpretativa de las normas, sino de la decisión de aplicar a los baptistas las mismas medidas que se han emprendido contra los Testigos de Jehová y contra los grupos de Scientology. Sin siquiera atenerse a los términos que figuran en el mismo decreto administrativo, días atrás se procedió a cortar el suministro eléctrico y de gas en todo el edificio, exhortando a los habitantes a retirarse del lugar o a cambiar la naturaleza jurídica de la propiedad.

Las dos titulares de la casa, junto a toda la comunidad, no tienen intenciones de someterse a las sanciones, y están tratando de presentar la apelación correspondiente. Por otra parte, ya hay varios casos de multas emitidas así como de limitaciones impuestas a los misioneros baptistas,  que han incluido episodios de irrupción en viviendas de particulares durante los encuentros de oración. Habitualmente la multa se aplica al pastor de la comunidad, acusándolo de no contar con la autorización oficial para llevar adelante actividades religiosas. Así ocurrió el 4 de agosto pasado en la región de Brjansk (donde se aplicó una multa de 15.000 rublos al pastor Dmitrij Berdnikov, acusado de filmar en video, ilegalmente, un encuentro de catequesis). El 26 de julio una multa similar, en este caso de 10.000 rublos, fue emitida contra el pastor Pavel Shpak, en base a  acusaciones de estudiantes de un liceo local. El mismo día, en Voronezh, se multó a dos mujeres baptistas, exigiéndoles el pago de 5.000 rublos, por haber distribuido ejemplares de los Evangelios y la revista titulada “¿Tú nos crees?” entre los peatones, y muchas otras medidas de este tipo han sido adoptadas en base a la ley Jarovoj.

La nueva ola de discriminación de las minorías religiosas, que retrotrae al país al clima soviético que regía hace 50 años, genera fuertes reacciones emotivas entre los creyentes: los baptistas se cuentan entre aquellos que han dado los testimonios de resistencia más valientes durante las persecuciones del régimen pasado. Como entonces, los miembros de las comunidades han comenzado a reunirse en las plazas y parques públicos, cantando himnos y orando, casi provocando a la policía para que los arreste, y están difundiendo boletines en los cuales dan cuenta de los atropellos cometidos por las autoridades, tal como hacían a través del famoso Boletín de los prisioneros baptistas, como parte del samizdat de los años ’70.

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