08/02/2016, 16.16
MACAO
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Nuevo obispo de Macao: la unidad con Dios, la misión en la ciudad del juego y en China

de Xie Qircan

Pocos días después de ingresar en su nueva diócesis, Mons. Stephen Lee Bun-sang cuenta a AsiaNews acerca de los desafíos que se presentan en su ministerio episcopal: desde la industria del juego, coloso de la economía de Macao, a la importancia de fortalecer los vínculos dentro de la comunidad católica.  Pasando por el Jubileo de la Misericordia, las relaciones con la Iglesia de China y la evangelización de Asia; “Macao siempre ha dado tanto en pos de esto. Debemos volver a encender el espíritu misionero de nuestros fieles”.

Macao (AsiaNews) – La unidad de cada católico con Dios Padre, el Hijo y el espíritu Santo, “no es algo superficial o nominal: es un concepto vital que cada fiel debe experimentar. A través de esta unidad, que debe reflejarse en la diócesis, podemos testimoniar el Evangelio en la sociedad y así reemprender la evangelización en Asia”. Es lo que dice a AsiaNews Mons. Stephen Lee Bun-sang, que el 23 de enero pasado inició su ministerio episcopal  en la catedral dedicada a la Natividad de Nuestra Señora de Macao. En el curso de una larga entrevista, Mons. Lee habla de la relación con la Iglesia de China continental, de la industria de los juegos de azar como un “desafío para los católicos” de Macao, así como de la necesidad de volver a encender el espíritu misionero de los fieles. A continuación, el texto completo.

 

¿Cómo se siente a pocas semanas de haber entrado en su nueva diócesis?

Mi toma de posesión como obispo de Macao fue hace dos semanas y media, y como podrá imaginar, aún me estoy organizando y aprendiendo muchas cosas. Como consecuencia, podemos decir que este es un período de adaptación. Todavía no he entrado siquiera en la oficina, pero estoy feliz. Debo decir que hasta ahora, todo marcha bien. Me he sentido verdaderamente bienvenido, y las personas que me rodean son todas muy gentiles: incluso el clima es bueno. No puedo decir otra cosa más que el hecho de que estoy impresionado positivamente. El día de mi toma de posesión ha representado un buen comienzo: me ha resultado muy agradable ver a chinos, portugueses, filipinos y católicos de otras nacionalidades rezar juntos y mostrar su apoyo hacia mí.

 

¿Qué piensa usted que deba hacer un obispo al inicio de su mandato?

La primera cosa es conocer a las personas que me rodean empezando por la Curia y por los sacerdotes, pasando por los líderes laicos, los religiosos, y los fieles locales. Debo conocerlos y aprender de ellos. También debo ir al encuentro de los fieles de las diferentes parroquias y conocer las distintas organizaciones de la diócesis. Estas son las cosas más importantes que hacer en los próximos meses. Y para esto quiero subrayar dos palabras: escucha y aprendizaje   

 

En su sermón como obispo, usted subrayó la urgencia de la unidad a diversos niveles, ¿Por qué?

La unidad, a la cual he querido dar tanto énfasis hablando por primera vez ante esta comunidad católica el primer día de mi instalación, siempre ha sido esencial en mi vida. La unidad, a partir de nuestra fe, es con la Trinidad. Es fundamental para todo católico tener una relación personal con Dios. Y esta unidad revitaliza de verdad la existencia de los creyentes. No hablamos de algo superficial o nominal: es un concepto vital. La fe es ante todo una relación personal con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Espero que este concepto sea fortalecido en la vida de los fieles, y que la unidad sea subrayada en las diócesis. Esta unidad va más allá de la comunidad de los fieles y alcanza a la sociedad de Macao y de China, porque nosotros formamos parte de China. Por último, la unidad dentro de la diócesis, entre el obispo y los sacerdotes con las comunidades religiosas.   Ruego que este deseo se cumpla.

 

Macao es un centro turístico internacional en el cual la industria del juego tiene un impacto en la población. ¿Esta situación presenta desafíos particulares para la diócesis?

Por cierto que sí. Es un hecho que un gran número de personas, particularmente turistas, están involucradas en esta industria. No podemos ignorarlo. Pero éste no es un desafío que se limita a la diócesis de Macao: es un desafío para las diócesis de todo el mundo, porque vivimos en un contexto de materialismo y consumismo. Obviamente, aquí es más evidente, porque Macao es un centro del juego de azar, y la presencia de los casinos es evidente e influye en la vida de las personas. Por lo tanto, en esta diócesis, además de la cuestión moral vinculada al juego, debemos encontrárnoslas también con la presencia física de estos sitios que se multiplican en torno nuestro.

Es un hecho, pero yo no soy pesimista en cuanto a eso. El mundo del casino nos desafía y recuerda a los católicos la importancia de reforzar la justa educación de los jóvenes, subrayando los valores de la familia, que deben surgir justamente en los núcleos domésticos y en la escuela. Como consecuencia, el trabajo educativo es vital, para ayudar a los jóvenes a discernir qué es el bien y qué es el mal en la vida. Dejamos que sea su conciencia quien obre este discernimiento, pero para alcanzar (esta virtud) deben haber tenido una educación justa.

 

Usted conoce China, que ha visitado en más de una ocasión. ¿Prevé pasos particulares para reforzar las relaciones entre la diócesis de Macao y la Iglesia de China continental?

Debemos considerar, ante todo, que Macao ya es parte de China, y por lo tanto, debemos respetar e concepto de “una nación, dos sistemas”. La colaboración con la diócesis de China está prevista, por cierto, pero siempre después de un pedido formal por parte suya. Seguiré la relación ya establecida, pero quiero ratificar el hecho de que la diócesis estará siempre dispuesta a ayudar en términos concretos y a diferentes niveles: retiros, formación, etc…

 

¿Cómo quisiera usted que los católicos de Macao viviesen el Jubileo de la Misericordia?

Yo deseo que la diócesis continúe siguiendo el plan anunciado en diciembre de 2015. Seguiremos la línea del Papa Francisco, que subraya dos puntos: el primero, es que cada católico haga experiencia personal de la misericordia de Dios. Y esto lo obtenemos a través de la oración, llevando el perdón en medio de nosotros, acudiendo al sacramento de la reconciliación. Es por eso que pedimos al clero estar particularmente disponibles para este sacramento, de manera de poder hacer experiencia de la misericordia.  

El segundo punto nos invita a llevar esta misericordia, de la cual hemos hecho experiencia, a quienes la necesitan. Pero quiero subrayar que este trabajo en relación a los necesitados debe partir de quienes están más cerca de ellos: en la familia, en los lugares de trabajo y demás. Por ejemplo: no podemos ir al encuentro de los ancianos de cualquier lugar lejano y dejar solos a los ancianos que tenemos en casa.  Obviamente, ejercitando la misericordia con nuestro prójimo podemos alcanzar a quienes tienen más necesidad.

 

En el curso de su historia, la diócesis Macao siempre ha jugado un rol significativo en el proceso de evangelización de Asia. ¿Cómo piensa usted que puede ser revitalizado este espíritu misionero?

El trabajo de evangelización de Macao ha sido importante para el Extremo Oriente. Actualmente debemos volver a encender el espíritu de la misión en la pequeña comunidad de creyentes de Macao. Debemos revitalizar la vida de los fieles en las comunidades locales. Pero faltan  sacerdotes, seminaristas y religiosos autóctonos. Aún seguimos basándonos mucho en los misioneros, por lo tanto, como primera cosa debemos empeñarnos más en establecer una comunidad fuerte que tenga raíces profundad en la diócesis.

 

¿Ha pensado ya en algunas prioridades para la diócesis en los próximos años?

Tal vez aún sea temprano para empezar a delinear un plan, pero ciertamente que algunos objetivos son aquellos que ha mostrado el Papa Francisco a las diócesis de todo el mundo. Debemos subrayar el trabajo pastoral con las familias, dar especial atención a la vida matrimonial y continuar con las obras de misericordia.  En lo que respecta a Macao, aún debo escuchar a los sacerdotes, visitar las parroquias, encontrarme con religiosos… Se precisarán uno o dos años antes de poder trazar necesidades concretas y precisas para los próximos años de la diócesis.

 

Unas palabras para los católicos y para la sociedad de Macao.  

Quiero repetir las palabras que pronuncié el día de mi toma de posesión. El punto de partida es que cada católico esté unido a Dios en una estrecha relación. Que esta experiencia personal, experimentada por cada católico, sea compartida, partiendo de la propia familia para llegar luego a los demás puntos de encuentro social. Este compartir pasa por el ejemplo personal y las obras de caridad. El estilo de vida de la comunidad de los creyentes debería ser compartido también con las grandes masas de turistas que vienen a Macao. Porque, no hay dudas de ello, los turistas son un importantísimo “mercado” para la primera evangelización.

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