30/03/2020, 15.05
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Obispo de Bagdad, Pascua y coronavirus: iglesias vacías, en la lucha contra el enemigo invisible

Para Mons. Warduni, no es momento de “ser pesimistas”, y aunque las celebraciones “no sean lo mismo”, hay que tener “solidaridad”. Las indicaciones del Patriarcado Caldeo para las celebraciones de la Semana Santa, “adaptadas” a estas “circunstancias excepcionales”. En estos tiempos sombríos, se vive una “mayor unidad” entre cristianos y musulmanes. 

Bagdad (AsiaNews) - “En toda la historia de la Cristiandad, jamás se vivió una Pascua como esta”, marcada por la clausura y el aislamiento, y donde “todo parece haberse quebrado” y “el futuro es muy incierto”, algo que no se había visto ni siquiera en tiempos de guerra. En diálogo con AsiaNews, es lo que afirma Mons. Shlemon Audish Warduni, el obispo auxiliar de Bagdad y brazo derecho del patriarca caldeo. Él subraya, sin embargo, que “somos hijos de la esperanza”, y Cristo “también vendrá para restituirnos la vida esta vez”. En tiempos sombríos, agrega el prelado, la emergencia del coronavirus ha traído “una mayor unidad” entre los ciudadanos de credos distintos, “entre musulmanes y cristianos”. 

“Los fieles - cuenta Mons. Warduni - necesitan fortalecer esta esperanza, y poder recibir el amor de Cristo y seguir la liturgia”, aunque sea a distancia. No es momento “de ser pesimistas”, agrega, aún cuando las celebraciones “no sean lo mismo” y las posibilidades de desplazarse o de participar en las celebraciones sea limitada. “Muchos piensan que no hay salvación para esto - afirma el pelado - y por el contrario, Jesús viene para dar la vida y esto es fuente de consuelo. Los cristianos debemos gritarlo a viva voz, no debemos tener miedo”. 

En un comunicado difundido durante el fin de semana, el patriarca caldeo, el Card. Louis Raphael Sako, subraya que es necesario “adaptar” las celebraciones de la Semana Santa y la Pascua a estas “circunstancias excepcionales”. El purpurado confirma que “este año, no podremos celebrar como solíamos hacerlo en el pasado” a causa de la “rápida e inesperada difusión” del nuevo coronavirus. Por otro lado, en esta última semana de Cuaresma “continuaremos celebrando las misas en las iglesias, aunque sin fieles, con la salvedad de un número limitado de personas que trabajan en ellas”. 

Para el Domingo de Ramos, la Iglesia caldea tiene pensado decorar los lugares de culto con ramos de olivo. El Jueves Santo no se realizará el habitual lavatorio de pies, mientras que el Viernes Santo los obispos y sacerdotes rezarán las vísperas en cada parroquia, pero manteniendo la distancia indicada. Al día siguiente no habrá fieles en las iglesias y la misa será a medianoche, una costumbre que en el pasado había sido cancelada por motivos de seguridad. El Domingo de Pascua, la celebración de la fiesta estará acompañada por el sonido de campanas, como “signo de la esperanza que compartimos en la lucha contra el enemigo invisible”. 

El Patriarcado también resalta algunas directivas: en primer lugar, renueva la invitación a “permanecer en casa” y seguir las instrucciones del gobierno. Para las confesiones, se debe “agendar una cita con el sacerdote, tomando todas las precauciones del caso”. Las familias pueden formar pequeños núcleos de oración, siguiendo las celebraciones gracias a Internet. Para el Jueves Santo, en cada hogar se puede colocar en el centro de la mesa una imagen de la Última Cena, con flores y velas, y sustituirla por un Crucifijo al día siguiente. “Como símbolo de alegría y esperanza por Cristo resucitado - concluye la nota - se pueden preparar huevos decorados” y rezar por los enfermos y por los trabajadores de la salud. 

“Entrar en las iglesias y verlas vacías - cuenta el auxiliar de Bagdad - es un gran dolor. Sin embargo, no es tiempo de caer en la desesperación, sino de volcarse a la solidaridad, incluso a nivel internacional”. Por otro lado, observa, “es necesario cumplir las reglas, pero al mismo tiempo hay que hallar un nuevo modo de vivir a fondo nuestra fe, cuyo centro es la Resurrección. Debemos hacer presente, a los cristianos, pero no solo a ellos, que la esperanza es el centro de nuestra acción”. 

La emergencia desatada por el coronavirus, explica Mons. Warduni, también puede ser la ocasión de una renovada unidad entre cristianos y musulmanes. “Escuchamos a personas en la televisión, inclusive a hermanos musulmanes, sunitas o chiítas - confirma - que recuerdan a Cristo, y esto es un hecho bellísimo”, Prescindiendo de cuál sea el credo o la etnia de pertenencia, “hay una mayor conciencia de estar unidos contra una amenaza común. Esperamos - concluye - que las personas sientan esta esperanza que proviene de la resurrección, para ser constructores de un mundo nuevo”.  

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