06/02/2017, 19.25
VATICANO
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Operadores sanitarios, jamás hacer excepciones cuando se trata del respeto por la dignidad de la persona

Fue presentada en el Vaticano la XXV Jornada mundial del enfermo y la Nueva carta de los operadores sanitarios. No todo aquello que es técnicamente posible es éticamente aceptable. La eutanasia y el ensañamiento terapéutico no lo son, como tampoco lo son la clonación ni los intentos de gestación de embriones humanos en úteros animales o artificiales, ni el aborto. Sí lo es la “sedación paliativa profunda” en las fases próximas al momento de la muerte y el respeto de la voluntad de la persona.   

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La Iglesia católica reafirma que en el campo de la salud, el respeto por la dignidad de la persona es un valor absoluto, y que no todo aquello que es técnicamente posible es éticamente aceptable. No lo son la eutanasia ni el ensañamiento terapéutico, y tampoco lo son la clonación, ni los intentos de gestar embriones humanos en úteros animales o artificiales, ni el aborto. Si lo es la “sedación paliativa profunda” en las fases próximas al momento de la muerte y el respeto de la voluntad de la persona. Que siempre ha de ser tutelada, incluso promoviendo el acceso a todos los fármacos y a las tecnologías disponibles para la población en los países en vías de desarrollo. Son algunas de las indicaciones que ofrece la Nueva Carta de los operadores sanitarios, que fue presentada hoy en el Vaticano, junto a la XXV Jornada mundial del enfermo, que se celebrará en Lourdes el próximo 11 de febrero

Esta última, recordó el Card. Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, “fue instituida por San Juan Pablo II en 1992 y organizada por primera vez en Lourdes el 11 de febrero del año siguiente” y este año ha llegado a festejar su ‘jubileo de plata’. “Si bien en la última década fue celebrada en forma solemne sólo cada tres años, como las demás Jornadas mundiales, está última 25ta edición, por deseo del Santo Padre, será celebrada en forma Extraordinaria, El tema elegido es: Estupor, porque Dios cumple: «el Omnipotente ha hecho por mí grandes cosas…...» (Lc 1,49)”.

En cuanto a la primera Carta, que fue publicada en 1995, la misma ha sido traducida a 19 idiomas y por casi 20 años ha constituido el texto de base para los operadores sanitarios. Por ende, “hacer que la Nueva Carta llegue impresa’ le ha tomado varios años de trabajo a un grupo calificado de expertos”.

Desde el punto de vista doctrinal, afirmó luego Mons. al Jean-Marie Mate Musivi Mupendawatu, secretario delegado del mismo Dicasterio, “la Nueva Carta para los operadores sanitarios reafirma la sacralidad de la vida y la imposibilidad de disponer de ella, puesto que es don de Dios. Los operadores sanitarios, en cuanto siervos,  son ministros de la vida y están llamados a amarla y a acompañarla en el camino existencial, desde su generar - vivir - morir, trinomio temático del Índice de la Nueva Carta”.

La misma, explicó Antonio Gioacchino Spagnolo, docente de bioética y director del Institute of Bioethics and Medical Humanities de la Universidad Católica del Sacro Cuore de Roma, tiene en cuenta tanto las conquistas científicas como los pronunciamientos magisteriales posteriores a 1994, manteniendo su estructura originaria de “instrumento para que los operadores sanitarios tengan "una preparación seria y una formación continua en el plano ético”.

 

El enfermo recurre “a la ciencia y a la conciencia” del médico

Dirigida a cuantos se desempeñan en el campo biomédico –personal sanitario, pero también a biólogos, farmacéuticos, legisladores en materia de salud, etc. – ésta afirma que “todos estos operadores desarrollan su práctica cotidiana en una relación interpersonal, que se distingue por la confianza de una persona marcada por el sufrimiento y por la enfermedad, que recurre a la ciencia y a la conciencia de un operador sanitario, que va a su encuentro para asistirla y brindarle tratamiento. La Carta busca sostener la fidelidad ética del operador sanitario, en las elecciones y en los comportamientos en las cuales se encarna el servicio a la vida y en los cuales esta fidelidad es delineada, siguiendo las etapas de la existencia humana: generar, vivir, morir. Como momentos de reflexión ético-pastorales”.

Así, en la sección “Generar”, junto a la referencia a los métodos naturales, no sólo para la regulación de la fertilidad, sino también como métodos para obtener un embarazo, se habla también del “congelamiento del tejido ovárico (art. 38), respuesta éticamente sostenible en el caso de terapias oncológicas que puedan alterar la fertilidad de la mujer. Luego se toman en consideración nuevos intentos de generación humana en laboratorio (art. 39): entre gametos humanos y animales, de gestación de embriones humanos en úteros animales o artificiales, de reproducción asexual de seres humanos mediante fisión gemelar, clonación, partenogénesis u otras técnicas similares a ellas. Estos son todos procedimientos que contrastan con la dignidad humana del embrión y de la procreación, por lo cual han de considerarse moralmente inaceptables. Entre los diagnósticos prenatales, que pueden ser aceptables bajo determinadas condiciones, es estigmatizado, en cambio, el diagnóstico pre-implantacional (art. 36), en tanto es visto como expresión de una mentalidad eugenésica que legitima el aborto selectivo para impedir el nacimiento de niños afectados por diversas enfermedades”.

En la sección del “Vivir”, “es confirmada la posición de siempre en lo que respecta al aborto, insertando nuevos artículos referidos a la reducción de los embriones, la intercepción, la contra-gestación, los fetos anencefálicos, los embarazos ectópicos, la tutela del derecho a la vida  (arts. 51-59)”.

En esta sección también se aborda el tema del acceso a los fármacos y a las tecnologías disponibles incluso en los países en vías de desarrollo –sobre todo, en el caso de las llamadas “enfermedades raras” o “sin tratamiento” – para pedir a los operadores sanitarios que se hagan promotores de una sensibilización de las instituciones, de los entes asistenciales, de la industria sanitaria, a fin de que el derecho al cuidado de la salud sea extendido a toda la población.

En la sección que corresponde a “Morir”, se considera la fase terminal de la enfermedad, como “lugar donde se verifica la profesionalidad y las responsabilidades éticas de los operadores sanitarios (art 145)”. Excluidos la eutanasia y el ensañamiento terapéutico, también se examina la expresión de la voluntad del paciente, hecha por anticipado (art. 150), acerca de los tratamientos a los cuales desearía o no ser sometido en el caso de que, ante un avance de su enfermedad o a causa de traumas imprevistos, él ya no estuvieses en grado de expresar su consentimiento. “La carta afirma que siempre ha de ser respetada la voluntad razonable, y los intereses legítimos del paciente, pero el médico, de todos modos, no queda como un mero ejecutor,  sino que conserva el derecho y el deber de sustraerse voluntariamente cuando esto esté en desacuerdo con la propia conciencia”.

Un tema que también reviste actualidad es el de la nutrición y la hidratación, incluso administrada de manera artificial (art. 152). Estas son consideradas como cuidados básicos que se le deben al moribundo, siempre y cuando no resulten demasiado gravosas o bien no reporten beneficio alguno. Su suspensión injustificada puede significar un verdadero y auténtico acto eutanásico, pero es obligatoria en la medida en la cual y hasta cuando demuestra alcanzar la finalidad que le es propia, y que consiste en procurar la hidratación y la nutrición del paciente. Queda confirmada la eticidad de la sedación paliativa profunda en las fases próximas al momento de la muerte, actuada de acuerdo a protocolos éticos correctos y sometida a un monitoreo continuo.  

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