25/09/2015, 00.00
VATICANO – USA
Enviar a un amigo

Papa en los EEUU: en la Zona Cero, la vida está siempre destinada a triunfar sobre los profetas de la destrucción

“Este es un lugar en el cual lloramos, lloramos el dolor provocado por sentir impotencia frente a la injusticia, frente al fratricidio, frente a la incapacidad de resolver nuestras diferencias dialogando”. Nuestra presencia aquí es un signo potente de nuestras voluntades de compartir y reafirmar el deseo de ser fuerzas de reconciliación, quizás de paz y justicia en esta comunidad y en cada parte del mundo”.

 Nueva York (AsiaNews)- En la Zona Cero- memoria del atentado del 11 de septiembre de 2001- “se puede ver el rostro del dolor, un dolor que nos deja atónitos y grita al cielo”, pero, pensando en cuántos han perdido la vida socorriendo a otros, “podemos tocar con la mano la capacidad de bondad heroica de la cual es también capaz el ser humano” y “nos lleva a afirmar que la vida siempre está destinada a triunfar sobre los profetas de la destrucción, sobre la muerte, que el bien siempre despertará sobre el mal, que la reconciliación y la unidad vencerá sobre el odio y la división.”.

Encuentro interreligioso en memoria de las víctimas del atentado: Francisco llega a la Zona Cero inmediatamente después de su intervención en las Naciones Unidas. A su llegada junto al card. de Nueva York Timothy M. Dolan, depuso flores en el borde de la fuente sur y saludó a unos veinte familiares de los socorristas caídos aquel 11 de septiembre. Entrado en el edificio del Memorial descendió al piso -4, a la Foundation Hall, donde ya se encontraban presentes 12 líderes religiosos. El encuentro interreligioso incluyó las reflexiones del rabino y del imán Khalid Latif, antes de la Oración por la paz recitada por el Papa. A continuación se hizo una lectura de 5 meditaciones sobre la paz (hindú, budista, sikh, cristiana, musulmana) y una oración hebrea por los difuntos,

Francisco pronunció luego su discurso, en el cual dijo:

Queridos amigos:

Distintos sentimientos, emociones, me genera estar en la Zona Cero donde miles de vidas fueron arrebatadas en un acto insensato de destrucción. Aquí el dolor es palpable. El agua que vemos correr hacia ese centro vacío nos recuerda todas esas vidas que se fueron bajo el poder de aquellos que creen que la destrucción es la única forma de solucionar los conflictos. Es el grito silencioso de quienes sufrieron en su carne la lógica de la violencia, del odio, de la revancha. Una lógica que lo único que puede producir es dolor, sufrimiento, destrucción, lágrimas. El agua cayendo es símbolo también de nuestras lágrimas. Lágrimas por las destrucciones de ayer, que se unen a tantas destrucciones de hoy. Este es un lugar donde lloramos, lloramos el dolor que genera sentir la impotencia frente a la injusticia, frente al fratricidio, frente a la incapacidad de solucionar nuestras diferencias dialogando. En este lugar lloramos la pérdida injusta y gratuita de inocentes por no poder encontrar soluciones en pos del bien común. Es agua que nos recuerda el llanto de ayer y el llanto de hoy.

Hace unos minutos encontré a algunas de las familias de los primeros socorristas caídos en servicio. En el encuentro pude constatar una vez más cómo la destrucción nunca es impersonal, abstracta o de cosas; sino, por sobre todo, tiene rostro e historia, es concreta, posee nombres. En los familiares, se puede ver el rostro del dolor, un dolor que nos deja atónitos y grita al cielo.

Pero a su vez, ellos me han sabido mostrar la otra cara de este atentado, la otra cara de su dolor: la potencia del amor y del recuerdo. Un recuerdo que no nos deja vacíos. El nombre de tantos seres queridos están escritos aquí en lo que eran las bases de las torres, así los podemos ver, tocar y nunca olvidar.

Aquí, en medio del dolor lacerante, podemos palpar la capacidad de bondad heroica de la que es capaz también el ser humano, la fuerza oculta a la que siempre debemos apelar. En el momento de mayor dolor, sufrimiento, ustedes fueron testigos de los mayores actos de entrega y ayuda. Manos tendidas, vidas entregadas. En una metrópoli que puede parecer impersonal, anónima, de grandes soledades, fueron capaces de mostrar la potente solidaridad de la mutua ayuda, del amor y del sacrificio personal. En ese momento no era una cuestión de sangre, de origen, de barrio, de religión o de opción política; era cuestión de solidaridad, de emergencia, de hermandad. Era cuestión de humanidad. Los bomberos de Nueva York entraron en las torres que se estaban cayendo sin prestar tanta atención a la propia vida. Muchos cayeron en servicio y en su sacrificio permitieron la vida de tantos otros.

Este lugar de muerte se transforma también en un lugar de vida, de vidas salvadas, un canto que nos lleva a afirmar que la vida siempre está destinada a triunfar sobre los profetas de la destrucción, sobre la muerte, que el bien siempre despertará sobre el mal, que la reconciliación y la unidad vencerá sobre el odio y la división.

Me llena de esperanza, en este lugar de dolor y de recuerdo, la oportunidad de asociarme a los líderes que representan las muchas tradiciones religiosas que enriquecen la vida de esta gran ciudad. Espero que nuestra presencia aquí sea un signo potente de nuestras ganas de compartir y reafirmar el deseo de ser fuerzas de reconciliación, fuerzas de paz y justicia en esta comunidad y a lo largo y ancho de nuestro mundo. En las diferencias, en las discrepancias, es posible vivir en un mundo de paz. Frente a todo intento uniformizador es posible y necesario reunirnos desde las diferentes lenguas, culturas, religiones y alzar la voz a todo lo que quiera impedirlo. Juntos hoy

Así, la vida de nuestros seres queridos no será una vida que quedará en el olvido, sino que se hará presente cada vez que luchemos por ser profetas de construcción, profetas de reconciliación, profetas de paz.Estamos invitados a decir «no» a todo intento uniformante y «sí» a una diferencia aceptada y reconciliada.

Para eso necesitamos desterrar de nosotros sentimientos de odio, de venganza, de rencor. Y sabemos que eso solo es posible como un don del cielo. Aquí, en este lugar de la memoria, cada uno a su manera, pero juntos, les propongo hacer un momento de silencio y oración. Pidamos al cielo el don de empeñarnos por la causa de la paz. Paz en nuestras casas, en nuestras familias, en nuestras escuelas, en nuestras comunidades. Paz en esos lugares donde la guerra parece no tener fin. Paz en esos rostros que lo único que han conocido ha sido el dolor. Paz en este mundo vasto que Dios nos lo ha dado como casa de todos y para todos. Tan solo, PAZ.

Así, la vida de nuestros seres queridos no será una vida que quedará en el olvido, sino que se hará presente cada vez que luchemos por ser profetas de construcción, profetas de reconciliación, profetas de paz.

[Idioma original: Español]

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Sacerdote iraquí: la ‘derrota militar’ de Isis no cancela la amenaza yihadista
03/11/2017 14:18
Aumentan los contagios tras la suspensión de la política de ‘covid cero’ de Xi Jinping
12/12/2022 14:28
El Papa: el hambre en el mundo, escándalo, injusticia, violación de los derechos humanos, un crimen
27/07/2021 12:26
Papa: que en Adviento, ‘las llamas de la esperanza disipen las tinieblas de la guerra’ en Siria y en el mundo
02/12/2018 14:19
Choques entre China, EE.UU. y Japón en la zona aérea de control del Senkaku / Diaoyu
28/11/2013


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”