31/08/2016, 13.23
VATICANO
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Papa: El Señor nos dice: Coraje, vamos, que no eres un desechado, un descartado, sino hijo, hija

En la audiencia, el Papa Francisco comenta el milagro de la hemorroisa, como un ejemplo de la "salvación" de la dignidad de la mujer traída por el Evangelio. Y la misericordia que Cristo está lista para dar cualquier excluido o pecador. No es el manto, tocado por la hemorroisa, sino "Jesús quien es la única fuente de bendición de la que brota la salvación de todos los hombres".
 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El gesto de Jesús hacia la hemorragia (Mateo 9. 20-22) fue tomado hoy por el Papa Francisco como ejemplo de la obra del Evangelio en favor de la mujer y la feminidad. Al mismo tiempo, un ejemplo de cómo Jesús trata a cada persona que se sienten excluido. "El Señor dice:" ¡Coraje! ¡Vamos! Para mí no eres un desechado, una descartada. Valor, hija. Eres un hijo, una hija '. Y este es el tiempo de gracia, es el momento del perdón, es el momento de la inclusión en la vida de Jesús, en la vida de la Iglesia. Es el tiempo de la misericordia". Puede resumirse así.

El pontífice explicó en primer lugar lo que estaba implicado en la enfermedad de la hemorroisa: "Esta pobre mujer de hecho desde hace muchos años no está simplemente enferma, sino que se considera impura debido a que sufre de hemorragias (cf. Lev 15.19 a 30). Por lo tanto, se le excluye de la liturgia, de la vida conyugal, a partir de las relaciones normales con los demás. Para la sociedad "era una mujer desechada”.

"Este caso - añadió - nos hace reflexionar acerca de cómo la mujer muchas veces es percibida y representada, incluso en las comunidades cristiane, contra consideraciones de la feminidad aminoradas por prejuicios y recelos ultrajantes de su dignidad. Y en este sentido son precisamente los Evangelios los que  restablecen la verdad y reconducen a un punto de vista liberatorio.. Jesús admiraba la fe de esta mujer que todo el mundo evitaba y le dio la esperanza de salvación".

"El Evangelio de Mateo dice que cuando la mujer tocó el manto de Jesús, Él se “dio vuelta” y “la miro” (v. 22), y luego se dirigió a ella. Como hemos dicho, a causa de su estado de exclusión, ha actuado en secreto, a las espaldas de Jesús, era tímida, para no ser vista", porque era una descartada. Jesús, sin embargo, la ve y su mirada no es de reproche, no dice: "¡Vete, que eres una descartada¡", Como si dijera: "Eres una leprosa, ¡vete!'. No, no hay reproches, sino que la mirada de Jesús es la misericordia y la ternura. Él sabe lo que ha pasado y busca un encuentro personal con ella, lo que quería la misma mujer en el fondo. Esto significa que Jesús no sólo le dio la bienvenida, sino que la considera digna de este encuentro hasta el punto de donarle su palabra y su atención".

"Hoy, todos nosotros, pecadores, que somos grandes pecadores o pequeños pecadores, pero todos lo somos, a todos nosotros, el Señor dice: ‘Valor, ¡vamos! Ya no somos desechados, ya no se nos descarta: Te perdono, te abrazo'. Así es la misericordia de Dios. Hay que tener valor y acudir a Él, pedir perdón por nuestros pecados y seguir adelante. Con valor, cómo lo hizo esta mujer".

La salvación, sin embargo, ha explicado el Papa "asume connotaciones múltiples: en primer lugar devuelve a la salud a la mujer; a continuación, la libra de la discriminación social y religiosa; También lleva la esperanza que ella llevaba en el corazón cancelando sus miedos y su desesperación; Por último, la restituye a la comunidad, liberando de la necesidad de actuar en secreto. Y esto último es importante: una persona desechada siempre actúa en secreto, a veces o toda la vida: piensen en los leprosos de ese momento, a las personas sin hogar hoy en día...; pensamos en los pecadores, en nosotros los pecadores: siempre hacemos algo oculto, tenemos que hacer algo en secreto, porque nos avergonzamos de lo que somos... Él nos libra de esto, Jesús nos libera y nos pone de pie: ‘¡Levántate, vamos, de pie!’".

El Papa concluyó su catequesis con una nota: "no es el manto que la mujer ha tocado el que le da la salvación, sino la palabra de Jesús, acogida en la fe, capaz de consolarla, curarla y restablecerla en la relación con Dios y con su pueblo. Jesús es la única fuente de bendición de la que brota la salvación de todos los hombres, y la fe es la disposición fundamental para recibirlo. Jesús, con su comportamiento lleno de misericordia, indica a la Iglesia el itinerario que debe realizar para salir al encuentro de cada persona, para que cada uno pueda ser curado en el cuerpo y en el espíritu, y recuperar la dignidad de hijo e hija de Dios".

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