01/11/2020, 13.35
VATICANO
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Papa: Los santos, testigos autorizados de la experiencia cristiana

En el Ángelus, el papa Francisco nos invita a vivir las Bienaventuranzas como los santos, para dar testimonio de una vida que va "a contracorriente" de los ideales del mundo. El llamamiento a un diálogo eficaz en la región de Nagorno-Karabaj y un pensamiento para la gente del Egeo, afectada por el terremoto. La beatificación de Michael McGivney, de los Caballeros de Colón.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Los santos y los beatos son los testigos más  autorizados de la esperanza cristiana, porque la han vivido plenamente en su existencia, entre alegrías y  sufrimientos, poniendo en práctica las Bienaventuranzas que Jesús predicó”. El papa Francisco comenzó de esta manera su reflexión sobre la solemnidad de Todos los Santos, que la Iglesia celebra hoy. El pontífice se dirigió a la multitud de cientos de fieles reunidos en Plaza San Pedro para rezar el Ángelus, y recordó la situación en Nagorno-Karabaj, pidiendo a las partes en conflicto que entablen un diálogo efectivo. Si bien en la región se suceden los ceses de hostilidades entre armenios y azeríes, como ocurre siempre, se viola el alto al fuego.

El papa también dedicó un pensamiento a la población de la región del Egeo, azotada por el terremoto de hace dos días.

En su comentario sobre el evangelio (Mateo 5,1-2), Francisco habló especialmente de dos bienaventuranzas: la segunda y la cuarta. 

Al referirse a la segunda: «Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados» (v. 4) –  Francisco dijo: “Parecen palabras contradictorias, porque el llanto no es un signo de alegría y felicidad. Los motivos de llanto y sufrimiento son la muerte, la enfermedad, las adversidades morales, el pecado y los errores:  simplemente la vida cotidiana, frágil, débil y marcada por las dificultades. Una vida a veces herida y  probada por la ingratitud y la incomprensión. Jesús proclama bienaventurados a los que lloran por estas  situaciones y, a pesar de todo, confían en el Señor y se ponen a su sombra. No son indiferentes a ello y tampoco endurecen sus corazones en el dolor, sino que esperan con paciencia el consuelo de Dios. Y  ese consuelo lo experimentan ya en esta vida”.

Al comentar la tercera - «Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán  la tierra» (v. 5) –, explicó: “La mansedumbre es una característica de Jesús, que dice de sí mismo: ‘Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón’ (Mt 11, 29). Mansos son aquellos que tienen dominio de sí, que dejan el lugar al otro, que lo escuchan y lo respetan en su forma de vivir, en sus necesidades y en sus demandas. No pretenden someterlo ni menospreciarlo, no quieren sobresalir y dominarlo todo, y tampoco imponer sus ideas e  intereses en detrimento de los demás. Estas personas, a las que la mentalidad mundana no aprecia, son preciosas a los ojos de Dios: Él les da en herencia la tierra prometida, es decir, la vida eterna. Y esta bienaventuranza comienza aquí abajo y se cumplirá en el Cielo”.

El papa luego exhortó a vivir las bienaventuranzas, un estilo que va a “contracorriente” de la mentalidad del mundo. Subrayó especialmente la “mansedumbre” como un elemento necesario para la sociedad contemporánea, tan inclinada a los enfrentamientos y a la violencia. “Necesitamos de la mansedumbre para avanzar en el camino de la santidad. Escuchar, respetar, no agredir: mansedumbre”. 

“La  solemnidad de hoy  – dijo, al concluir - nos recuerda la vocación personal y universal a la santidad, y nos propone modelos certeros para este camino, que cada uno recorre de manera única e irrepetible, según la "imaginación" del Espíritu Santo. Esta inmensa familia de los fieles discípulos de Cristo tiene una madre, la Virgen María. Nosotros la  veneramos con el título de Reina de todos los Santos, pero es sobre todo la Madre, quien enseña a cada uno a acoger y seguir a su Hijo. Que ella nos ayude a alimentar el deseo de santidad, recorriendo el camino de las  Bienaventuranzas”.

Luego de la oración a María, Francisco recordó en primer lugar que la Iglesia ayer se ha enriquecido con un nuevo beato: Michael McGivney, estadounidense, fundador de la asociación católica de los Caballeros de Colón.

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